¿Todavía hay tiempo para dar ideas? No parece que haya ningún programa cerrado más allá de algunos globos sonda veraniegos, así que sigamos haciendo propuestas útiles, en tono constructivo, a ver si colamos alguna. Más propuestas aquí y aquí. Bien entendido que las ideas sobre el mercado laboral las dejamos para cuando la economía tenga capacidad real de crear empleo (porque es la Economía y no la Política la que crea puestos de trabajo). Mientras llega ese momento, opino que podemos y debemos alimentar ese crecimiento con medidas presupuestarias, reformas encaminadas a reducir costes no laborales y alternativas a la financiación bancaria clásica.
En entradas anteriores comentaba que, ya que nos tenemos que resignar a pagar impuestos, deberíamos montarnos una fiscalidad más inteligente que la actual. Nuestro sistema fiscal se apoya en dos tributos: el IRPF y el IVA. Y como ya os imagináis, el grueso de la recaudación procede de las rentas medias, que son las que no tienen escapatoria. Una fiscalidad basada en el trabajo y en el consumo final no sólo me resulta un pelín injusta sino que me parece nefasta desde el punto de vista de la eficiencia. Así que propongo que nuestros impuestos sirvan para algo más, sea para preservar el medio ambiente, para contener los gastos de la sanidad futura o para corregir desajustes económicos.
Por otro lado, la configuración autonómica del Estado no favorece nada la eficiencia porque las Administraciones se limitan a gastarse la paga que les da Papá... mejor dicho, mucho más de lo que suma la paga. Y la solución a este problema no pasa por una devolución de competencias ni nada parecido – como proponen los expertos con intereses en diversos puntos de la Meseta- sino por un sistema que permita a los ciudadanos votantes de cada región elegir entre un modelo público de altas prestaciones con impuestos elevados o un modelo ajustado con impuestos más bajos. Desgraciadamente, después de buscar desesperadamente en mis apuntes de la carrera, no encuentro ningún modelo de impuestos bajos - gasto público alto. Y nuestro sistema actual de economía mixta, en la práctica impuestos altos y subiendo - gasto público en pleno recorte y bajando, no me mola nada. Dicho de otra forma: sugiero que cada virreinato tenga capacidad para diseñar y recaudar sus propios impuestos. Y limítese el Estado a recaudar lo que Europa quiera tener atado en corto, como el IVA. Dejemos el tema de la Seguridad Social para más adelante.
Pues bien, en el marco de un sistema fiscal descentralizado y competitivo, propongo que los recaudadores sustituyan escalonadamente los impuestos sobre el trabajo y el ahorro por medio de los siguientes ajustes y figuras tributarias:
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Revisar los tipos mínimo y máximo del IVA. Con permiso de Europa, por supuesto (la lógica de Bruselas no tiene por qué coincidir con las ocurrencias de los Estados Miembros). No estaría mal un tipo Mega-Super-Reducido para productos agroalimentarios, pañales y artículos de comercio justo. Y si no salen las cuentas, pues tocamos el tipo máximo a los electrodomésticos y a los vehículos que no cumplan la triple A ecológica. En paralelo, recortamos las subvenciones al cultivo del higo chumbo y a la compra de secadores ecológicos, además de replantearnos las ayudas a las familias y la limosna humillante y falsa al subdesarrollo.
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Impuesto sobre el Patrimonio. Me permito darle una vuelta de tuerca a la propuesta de Rubalcaba. ¿Qué tal si en lugar de gravar el patrimonio stock le clavamos un recargo razonable a las compras de alta gama? Sí, me refiero a esas adquisiciones que permanecen ajenas a la crisis. Vamos, como el impuesto sobre el lujo del Monopoly.
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Impuesto sobre el dinero parado. Otro de los problemas que tiene nuestra economía es el de los pisos vacíos. Aplíquese el correspondiente sablazo a los mismos y destínese el dinero recaudado a desatascar la justicia y facilitar desalojos y embargos. También podemos llamarlo impuesto palo-zanahoria. Los bancos también deberían ser invitados a pagar este impuesto.
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Impuesto de Sociedades. Opino lo mismo que con los impuestos sobre el trabajo y el ahorro, ya que el empleo es consecuencia de la existencia de beneficios. Por mí este impuesto desaparecía. Pero, si no hay más remedio, se podría modular en función de la temporalidad de los puestos de trabajo y así financiar a los servicios de búsqueda de empleo.
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Paraísos fiscales. Suscribo la idea del autor de Fraude Fiscal, consistente en que no se puedan desgravar las facturas emitidas en paraísos fiscales. Otra idea, ahora que todo el mundo está flipando con la tasa Tobin (yo todavía no le cojo el punto), podría consistir en aplicarla exclusivamente sobre las transacciones que se realicen con estos territorios. Lo veo más inteligente que la política de infiernos fiscales que se trae Europa últimamente.
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Impuesto especial sobre la comida basura. (...) ¿De qué os reís? ¿Es que el colesterol no es un problema en nuestro sistema sanitario? Hagan números nuestros amigos los técnicos de Hacienda y calculen el botín que podría salir de gravar el consumo de chuches, bollerías industriales y fast foods. Si la idea prospera, me cobraré la correspondiente comisión del gremio de comida casera, que aplaude la idea con entusiasmo. Por cierto, me ha dado por buscar en Google si este impuesto ya existía y he descubierto que en Hungría ya se han adelantado.
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Impuesto educativo. Leña a las clases particulares. Aplíquese un recargo a los servicios de formación no reglada con destino a mejorar la calidad de la enseñanza sostenida con fondos públicos.
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Impuesto especial sobre el cannabis. Por supuesto, previa legalización. Y, ahora, pensáis lo que queráis pero no soy ni el primero ni el último en deslizar tal sugerencia.
Bien, muchas de las propuestas anteriores no os parecerán muy liberales -salvo la del cannabis, un clásico del libertarismo- pero creo que hay que buscar alternativas a la fiscalización del trabajo, del ahorro productivo y de los beneficios. El dogma de que la imposición directa es más justa que la indirecta no se cumple en la actualidad. Y el principio de solidaridad propio de cualquier sistema tributario no tiene por qué ser ingenuo ni convertirse en un cheque en blanco.
Acepto todas las correcciones necesarias por parte de los fiscalistas que pasen por el blog. Sed benévolos.
Espero no haber pisado ningún derecho de autor, no es mi intención apropiarme de ninguna idea.
Y por descontado que el apartado de comentarios se abre para debatir o sugerir nuevas propuestas al respecto. No tengáis miedo a decir ninguna estupidez, lo que parece una tontería de entrada se puede convertir en una idea brillante. Faltaría más que sólo puedan opinar los expertos.
Próxima semana: A vueltas con la Formación Profesional.
Que paséis una buena semana, saludos.