Surge de repente un resultado del eurobarometro que da unos resultados dignos de estudio. En todos los medios se conocen dos preguntas: le preguntan a todo el mundo si trabaja en negro y le preguntan si conoce a alguien que trabaja en negro.
Puede parecer que las dos preguntas son redundantes y dan información sobre el tamaño de la economía sumergida. Así lo han entendido la mayoría de los medios y analistas que simplemente han considerado que existe una gran economía sumergida, mucho mayor que en el resto de los países europeos y que se ha incrementado con la crisis, (como había explicado en su momento) y han acomodado los datos que nos ofrecen a esta idea.
Los datos son simples; un 5% de personas reconoce cobrar en negro, un 8% de personas reconoce haber comprado algo en negro y un 33% reconoce conocer a alguien que trabaja en negro. En todos y cada uno de los casos estamos muy cerca de las medias europeas, (4% de personas trabajando en negro, 11 % de personas que pagan en negro y 32% de personas conocidas trabajando en negro). Además resulta que los peores datos están en los países del norte de Europa.
Pues con estos datos se lanzan los análisis usando el 32% de personas que conocen a alguien trabajando en negro para apuntalar la idea de la economía sumergida, sobre todo porque esta es la respuesta que se incrementa a mayor velocidad.
El error es mayúsculo; y lo podemos entender sí a cada uno de nosotros nos hacen esta pregunta, o incluso podemos hacer otras preguntas del tipo: ¿es usted homosexual?; ¿conoce usted a un homosexual?. ¿De verdad vamos a decir que la proporción de homosexuales en la sociedad son las personas que conocen a un homosexual pero que un número amplio (aunque exista alguien) no lo reconoce?. ¿Se supone que si conocemos a algún homosexual hemos de decir que no?.
Es sencillo entender que preguntas distintas merecen respuestas distintas y que además ofrecen información distinta.
En este caso las dos primeras preguntas del eurobarómetro buscan información sobre el tamaño de la economía sumergida, mientras que la tercera está mucho más relacionada con los aspectos sociales y sobre todo con la visibilidad de la economía sumergida. (Piensen en el ejemplo de la homosexualidad).
Estos datos desde luego son completamente incoherentes con una economía sumergida que esté en torno al 20% del PIB; Un 5% de las personas, (y además con sueldos menores) reconoce percibir “algunos ingresos” en negro; y un 8% ha pagado algún gasto en negro, (que no son en absoluto todos los gastos); pero llama la atención de que a pesar de que los países rescatados están a la cola de las respuestas en las preguntas directas, es en los que más se incrementa la percepción.
En realidad este fenómeno es muy simple y fácilmente explicable; por un lado es normal que el tamaño de la economía sumergida se reduzca y a su vez que se trate de publicitar cada vez más la existencia de una economía sumergida, como remedio y plan de marketing que sirve a muchos propósitos: genera la idea de que la sociedad es la culpable; sirve para explicar que el PIB no baje, pero que sí que se desplomen las cuentas fiscales y finalmente apuntala aquello de que “en realidad no está la cosa tan mal”.
Vamos, que me gustaría proponer la relectura del post de 2010, donde trataba de explicar esto un poco mejor: “La economía sumergida.”