El otro día coloqué un post en el que explicaba que cuando establecemos una relación inversores-oferentes no estamos ante el mismo caso que cuando establecemos una relación oferentes- demandantes. En esta historia tenemos un error mental que se repite en multitud de análisis y que sería inconcebible en el mundo real. Voy a poner un ejemplo un tanto extremo. Estaremos de acuerdo que una bicicleta y una motocicleta son algo completamente distinto; y el hecho de que en ambos casos se trate de un artilugio con una forma similar, con dos ruedas y con muchos elementos comunes en lo que se refiere a la transmisión, frenos, dirección y demás supongo que no liará a nadie.
Puede parecer absurdo, pero para entender si una cosa es diferente a otra, lo que hacemos es considerar las diferencias en lugar de las similitudes.
Esta precisión va para tratar de aclarar una similitud; tanto los consumidores como los inversores tomarán la decisión de compra cuando consideren que “sea barato”. En el caso de los inversores, está claro; la máxima es comprar barato y vender caro. Pero es obvio que aunque exista una perogrullada de tal calibre, la realidad es que estaremos en el problema de siempre; ¿Qué significa barato? Y ¿Qué significa caro?. De hecho esta es la gran discusión que nos encontramos siempre.
Y aquí empiezan los problemas. Imaginemos que estamos hablando del pasado o que hablamos del pasado, (con el único objetivo de quitar de la ecuación otra similitud que es la incertidumbre o el riesgo sobre los precios). Las definiciones de barato o caro responden y funcionan de forma distinta. Las motivaciones, (si se quiere ver las propulsiones en nuestra moto y en nuestra bicicleta) son claramente diferentes y además marcan la diferencia.
Cualquier compra que hayamos realizado en el pasado fue barata si su precio fue menor que el valor obtenido con su consumo. Este valor es subjetivo, variable y en numerosos casos indeterminados, (pagar 10 euros por un litro de agua en el medio del desierto fue muy barato, y en un supermercado es muy caro). Sin embargo para un inversor la compra fue barata si el precio posterior fue mayor. Es así de simple. Las motivaciones de la decisión son manifiestamente directas, tanto que en ningún caso se puede decir que sean lo mismo.
Cuando una persona enciende un electrodoméstico está realizando un cálculo económico, en numerosos casos inconsciente y desde luego no se plantea la posibilidad de una reforma eléctrica en el futuro o la previsible evolución del tipo de cambio ni hace un análisis de los precios pasados de la electricidad. Es cierto que llegará a la conclusión de que la electricidad está cara porque en el pasado tuvo un precio menor o porque cada vez toma decisiones más frecuentes destinadas a comprar menos electricidad.
Pensemos, si un consumidor piensa que la electricidad va a subir, ¿se mostrará más o menos dispuesto a invertir en equipamientos que reduzcan el consumo y por tanto a reducir la demanda?. Cuando ha subido, ¿se agruparán las lavadoras?. Ante una subida de precio, la demanda baja, (poco debido a que es un bien inelástico), porque resulta que la ecuación valor-precio varía.
Hagamos estas preguntas respecto a un inversor. La electricidad es cara porque en el pasado ha sido más barata, pero si tuviésemos la certeza de que va a subir un 50%, ¿de verdad lo calificaríamos como cara?. Ante la creencia de una subida en el futuro del precio, ¿demandarán menos electricidad o se comprará más?.
Es sencillo ver y debería ser fácil entender las diferencias entre un inversor y un consumidor; Y si las diferencias son evidentes y afectan a las motivaciones, es más que evidente que los intereses son diametrales. Al consumidor siempre le interesa que el precio baje, y a los inversores les interesa que los precios tiendan a subir siempre. ¿Por qué?. Pues sencillo; cuando el precio baja se incrementa la demanda, y cuando el precio sube la demanda se reduce en una ley que es básica para explicar el funcionamiento de los mercados y que directamente hace inviable la existencia de burbujas. ¿Cómo va a existir una burbuja si la subida de precios hace bajar la demanda?.
Pero esta ley no se cumple cuando hablamos de mercados financieros. De hecho es exactamente lo contrario. ¿Hace falta explicar en un portal eminentemente dedicado a inversores financieros que el hecho de que muchas personas estén interesadas en un producto financiero hace subir el precio y que el hecho de que se espera subida de precio incremente espectacularmente la demanda?.
Una y otra vez se repiten los mismos errores y se justifican los precios en función de la demanda y la demanda en función de aspectos ajenos, mientras se usan cada vez más técnicas de análisis técnico sin más, (que vienen a ser analizar los precios), y análisis “value” que no tienen absolutamente nada que ver con el análisis valor que harían o que hace cualquier persona cuando actúa como consumidor. Luego nos sorprendemos y decimos que no lo podíamos preveer; pero seguimos diciendo que es el mercado el que debe valorarlo todo, sin tener en cuenta ni las circunstancias, ni las diferencias ni que difícilmente se podrá aplicar toda una teoría del mercado en una situación en la que la ley de la demanda se incumple constantemente, (eso sí con justificaciones muy peregrinas que se creen los inversores porque necesitan creerlas en otra de las diferencias claras de comportamiento).
Esa necesidad de creerlo por los acérrimos defensores de los mercados financieros, (aunque olviden poner el apellido financieros y lo confundan con los mercados), unido a los prejuicios de los detractores de los mercados es muy grave; tanto que considero que merece un post lleno de perogrulladas y que además creo que sorprenderá.