Ayer se ha decidido sacrificar a Excalibur (el perro de la auxiliar de enfermería infectada por el ébola) y hoy existe una gran confusión sobre lo que ha ocurrido. Ha sido una decisión injustificable, improvisada y que refleja perfectamente todo lo que está sucediendo en muchos ámbitos. También nos enseña una lección sobre una parte importante de los medios de comunicación y los “expertos”. La primera es que difícilmente podremos confiar en quien cree que es un tema menor o un asunto sin demasiada importancia. En todo caso, ayer colgué un post para exponer mi visión sobre las necesidades de salvar al perro. El post era malo (redacción caótica derivada de las prisas) y hoy me gustaría ampliarlo
Los argumentos que aparecen en esta historia son un irónico “seguridad máxima” frente a derechos de los animales, cuando en realidad estamos ante un caso de miopía extremo fruto de la improvisación y de las burradas acumuladas (como siempre).
Lo primero que hay que aclarar es que (como se puede ver en este blog fácilmente) tengo perro, por lo que es posible que me caiga una acusación de ser poco objetivo. Aceptando esto y aceptando que nadie es objetivo, me toca aclarar lo que en realidad ha ocurrido.
Me importa muy poco la discusión de si los perros tienen derechos o no; me importa poco la discusión de sí son más importantes que los humanos o no. Está claro que los humanos son más importantes que los perros; de hecho creo que nadie lo ha puesto en duda. Esta no era la discusión.
Yo he puesto el post intentando salvar al perro, pero no era por el perro. Yo tengo perro y sé cómo me sentiría si deciden matarlo con tamaña improvisación. No he perdido la objetividad poniendome en el lugar del perro al pedir que se salve. La razón por la que no soy objetivo es porque me he puesto en el lugar de la auxiliar de enfermería contagiada de Ébola y de su pareja. He oído comentarios acerca de que el valor de una sociedad se define por cómo trata a sus animales, pero en realidad lo que debería hacernos reflexionar es ¿cómo queremos que trate la sociedad a los que luchan por ella?.
Esta mujer es posible que pierda la vida; parece evidente que las condiciones en las que ha desarrollado su trabajo no eran las mejores y lo ha hecho tratando de salvar a una persona infectada con una enfermedad terrible. En una sociedad sana esta persona sería un héroe y se haría todo lo posible por ella. En España se la culpa del incidente, se la ignora durante días en los centros médicos y finalmente lo que se decide es cargarse algo que quiere mucho sin tener en cuenta ninguna opción. ¿De verdad es este el pago que damos a esta gente?.
Creo que lo mínimo que debería hacer una sociedad es asumir un riesgo, siempre y cuando sea controlado, o coste para con estas personas. Claro que en ocasiones el riesgo puede ser inasumible; ¿Es este el caso?. Aquí entramos en el cálculo del riesgo, y lo que tenemos es que “no se ha descartado que los perros puedan transmitir el ébola”. Ahora bien, ¿se han considerado opciones?.
Está claro que es muy sencillo aislar a un perro en un sitio en el que no tenga contacto con nadie y con nada. No es sencillo, ¡es sencillísimo!. Las dificultades para controlar un animal conocido, doméstico, identificado y recluido son nulas o casi nulas. Cierto es que el nivel de incompetencia al que asistimos puede permitir que existan contagios pero convendremos que aún así el riesgo es minimísimo.
El anterior es el riesgo que eliminamos matándolo, pero matarlo no es una decisión exenta de riesgos. ¿A alguien se le ha ocurrido mirar más allá y ver los riesgos de sacrificar algo muy querido por las personas que tienen que luchar contra esto?.
Hay muchos riesgos que son evidentes y que no se consideran. El primero es que, al igual que la enfermera llevaba unos días enferma y circulando por ahí, el perro estuvo saliendo todos estos días y excretando en la calle. ¿Con cuántos perros han interaccionado?. ¿Cuántos perros han olido o incluso lamido secreciones de Excalibur?. ¿Hay alguna forma de saberlo?. Podemos pensar que no estaba contagiado (lo que llevaría al absurdo de la decisión), pero ¿y si lo estuviese?. Si se confirma que los perros transmiten la enfermedad, ¿no sería lógico estudiarlo y tener claro el problema?. Lo curioso es que asumiendo la tesis de que el perro puede suponer un peligro me parece especialmente grave la decisión de sacrificarlo e incinerarlo sin obtener la mínima información. Ahora que hacemos ¿eliminamos a todos los perros que hayan ido al mismo parque?, ¿con los niños?. ¿O pasamos de todo e imaginamos que no pasa nada porque parece que no hay riesgos mientras no se hable del tema?. Y si está contagiado, ¿no serán necesarios estudios para afrontar el problema si hay otros perros contagiados?
Si de verdad Excalibur suponía un peligro público, ahora mismo no tenemos ni idea de los riesgos que existan ni cómo afrontarlos ni tan siquiera cuánto se ha multiplicado. ¿Se ha pensado tan siquiera en esta posibilidad?.
Pero las cosas no quedan así. Todos sabemos que un atentado contra un policía supone que el estado de derecho y el resto de la policía debe actuar con mucha contundencia extra, para enviar un mensaje, tanto a los policías como al resto. Con esta decisión ¿Cuál es el mensaje que se da a las personas que tendrán que ir a la trinchera a luchar contra la enfermedad?.
Es más, asumamos que existe un riesgo con los animales de compañía. Esta pareja le dejó comida y bebida para unos cuantos días y la terraza abierta. Pues ahora podemos preguntarnos ¿qué hará la siguiente persona que pueda estar infectada por el virus con sus mascotas?. Hablemos de riesgos; ¿Alguien ha considerado el riesgo de que alguna persona que pueda estar contagiada esconda primero la mascota y que por tanto vayan a existir mascotas incontroladas por ahí?.
Sin llegar a tales extremos; parece importante que ante el primer síntoma se acuda a los centros médicos y se sigan unos protocolos que funcionen (este es otro tema). Si una persona (pongamos que el dueño de un perro que haya paseado por Alcorcón) tiene el mínimo de fiebre, ¿va a acudir a un centro de salud?. En principio no tiene ni idea de si está en riesgo o si es un simple catarro. Pero ¿ayuda a tomar la decisión el contundente mensaje de que las autoridades van a actuar sin tener en cuenta sus intereses cualesquiera que sean para nada?.
Porque otro riesgo del que no se habla es otro ejemplo más de un proceso que ya he denunciado en muchos casos; no se trata de matar un perro; nos hemos cargado el estado de derecho. Estamos ante una resolución administrativa refrendada por un juzgado del contencioso-administrativo (habrá que poner juzgados de guardia del contencioso-administrativo) en la que los interesados no han podido hablar nada y justificada con “no se puede descartar que….”.
Todas estas cosas son las que me llevan a cumplir que no estamos hablando de matar a un perro. Estamos hablando de otra cosa.
En realidad tengo perro y soy subjetivo; pero como tengo perro y este es mayor (ya tiene más de 12 años) alguna vez he pensado que llegará un momento en que lo tenga que sacrificar. ¡Claro que duele!, ¡claro que sé que algún día tendré que afrontar esta decisión!, ¿alguien cree que no soy consciente de que trataré de engañarme buscando otra solución?. Un día tendré que tomar una decisión muy difícil e incluso (me avergüenza reconocerlo) probablemente acabaré llorando. ¿Significa esto que no podría tomar la decisión?. Pues no. No soy objetivo pero tengo criterio y cuando no quede otra opción tomaré la decisión que corresponda.
Pero esto no es el caso; no estamos ante una situación en la que no queda otro remedio. No estamos hablando de la decisión de sacrificar un perro o no. Estamos hablando de lo que se exige a las administraciones públicas; estamos hablando de lo que se hace con las personas que se juegan la vida y estamos hablando de las responsabilidades de unos políticos que ignoran completamente todo; estamos hablando de cómo se calculan los riesgos y estamos hablando del hartazgo de la irresponsabilidad. Estamos hablando de la impotencia de ver improvisaciones y dramas.
Estamos hablando de que como sociedad tendremos que hacer lo posible por una persona que ha resultado infectada con una enfermedad terrible; si esto nos llevase a asumir unos riesgos razonables (no digo ni tan siquiera mínimos) nunca lo deberíamos ni tan siquiera dudar. Estamos hablando que desde atención al paciente de cualquier centro sanitario se ha de hacer lo posible y lo imposible por los ciudadanos y sus necesidades, sobre todo si estamos en deuda con esta persona (y estamos en deuda con esta auxiliar y su pareja). Estamos hablando de que tan sólo en últimisimo recurso y siempre y cuando se hayan agotado el resto de posibilidades hagamos algo que la perjudica lo más mínimo.
También soy persona y he estado de acuerdo en que repatriasen a los religiosos fallecidos. Si existe una posibilidad y un riesgo calculado hay que intentarlo. Desde luego hay que hacerlo bien y no cómo se ha hecho, pero por supuesto que hay que hacerlo. Hoy sigo defendiendo que debió trasladarse a los misioneros españoles a España (otra cosa es todo lo que estamos descubriendo que es el “como”).
No se discute sobre si matar a un perro o no; para esto tendríamos que hacer análisis de otro tipo y encontrarnos con distintas posibilidades y sus posibles desenlaces (con indicación de las consecuencias). No se discute sobre si matar a un perro o no porque para esto habría un análisis de riesgos de las dos opciones, (que no lo hay porque todo el mundo ha ignorado los múltiples riesgos derivados de matarlo que está muy lejos de ser una alternativa sin riesgo).
No se discute esto. Simplemente creo que toca rebelión ante el pago de los servicios prestados. Siento pena y vergüenza ante el marido de la auxiliar de enfermería pidiendo que no maten a su perro; siento pena y vergüenza por todo aquel que no busca una solución para por lo menos no empeorar su situación.
Seremos un país serio cuando las personas que estén en determinados puestos se preocupen más de lo que necesitan los ciudadanos (en particular aquellos con los que estemos en deuda) que de tratar de convencer a los ciudadanos de toda cuanta tontería se le ocurra. Y seremos un país serio cuando las personas que olvidan lo anterior sean cesadas inmediatamente. De esto es lo que estamos hablando.
Hablamos de que cuando pedimos a la enfermera que se juegue la vida por nosotros vamos a hacer lo posible por pagar con la misma moneda; hablamos de que si un sacerdote se juega la vida por mejorar la sociedad, debemos asumir nosotros también un pequeño riesgo y si (ojala no ocurriese nunca) se materializa, que podamos sentirnos orgullosos de haber hecho lo correcto y correctamente.
Hablamos de pedir que se haga lo correcto y que se haga correctamente. Se habla de esforzarse en buscar soluciones y se habla de mejorar sobre todo cuando hay tanto campo. No se habla de matar o no matar perros.