Desde luego, lo que ha ocurrido con sus empresas, es lo mismo que ha ocurrido con la mayoría de las que no se dedican a producir en bienes absolutamente básicos y (o), con apoyo de B.O.E., o despachos. La verdad es que ya en su día hice el post para intentar explicar brevemente lo que ha ocurrido. (o estaba ocurriendo o va a ocurrir, según el lector lo entienda).
Está claro que muchas empresas están en situaciones insostenibles, por la caída del poder adquisitivo de los consumidores, derivado de una situación económica completamente surrealista. ¿Los que se mantienen?. Pues sufriendo numerosos ataques.
Se ponga como se ponga el gurú de turno, los clientes son necesarios para que una empresa funcione, y aunque recientemente se haya puesto de moda la frase: “las empresas son las que crean el trabajo; o las empresas son las que crean riqueza”; la realidad es que las empresas son intermediarios entre los trabajadores y los clientes.
La función de las empresas en la sociedad es tratar de asignar los recursos de la sociedad, para producir los bienes que la sociedad consume con los rendimientos de esos recursos. No hay más vueltas. Trabajamos para obtener los ingresos suficientes para vivir, y consumimos en función de los recursos que nos pagan por nuestro trabajo (al menos en la mayoría de los casos). El no entender que “la economía es un circulo nos ha traído hasta aquí”.
La realidad es esta, y nos hemos encontrado con que el cliente es el último mono, que según todas las teorías es el que debe asumir todos los costes. Los trabajadores han sido completamente destrozados, (más allá de todas las demagogias posibles). Y al final todo el mundo está atrapado en una espiral salvaje. Y el Señor Díaz Ferrán, queramos o no, ha colaborado en ella.
Sin embargo, lo cierto es que tengo la impresión de que el Sr. Díaz Ferrán se ha equivocado. No tengo más argumentos que una sensación sobre su persona. En toda esta historia, yo creo que hay unos cuantos personajes que han abusado del poder que tienen sus palabras, y hay otros que simplemente se han equivocado, aunque sin demasiada intención.
Mi opinión es que simplemente ha defendido unas teorías, unas recetas y unas medidas, que estaban completamente equivocadas y que se han vuelto contra él y contra todos nosotros. Sinceramente, hoy creo que el Sr. Díaz Ferrán, aparte de sus problemas financieros, está sufriendo lo indecible, porque además creo que su mundo se desmorona.
Es solo una impresión, pero no creo que sea el caso similar al de Fernando Martín, que a las primeras de cambio y por proteger únicamente su patrimonio, ha dejado en la estacada a miles de personas.
Aunque lo pudiera parecer, no creo que sea baladí, la existencia de intencionalidad o no. Y no lo es, por que sinceramente hoy la verdad es que me encuentro más cerca de esta persona. Acepto que no estoy siendo racional, pero creo que cuando el Sr. Díaz Ferrán, presentó la renuncia en la Patronal, lo hizo porque se está desmoronando, y eso le convierte al fin y al cabo en una persona. Por supuesto, no tengo ni un solo dato, ni un solo argumento, pero me da la impresión de que dicha renuncia no ha sido aceptada, porque en el seno de la patronal, esta persona es perfecta para llevar todos los golpes mientras se diseñan en la trastienda las medidas, acciones y desde luego las reivindicaciones y las presiones.
Pero es que los problemas de esta empresa, son síntomas de que por una vez estamos asumiendo el mercado. Todos los defensores del libre mercado, olvidan cuando les interesa que la competencia es una de las bases del sistema, (¡y el propio mercado!). Y la competencia, supone que las empresas luchan dentro de cada sector. Los taxistas, con los taxistas, las agencias de viaje con las agencias de viaje…; no como está ocurriendo en España donde contamos sectores, por asociaciones, que luchan conjuntamente por proteger los ingresos de todos los asociados.
La competencia, implica perdedores; por una simple aritmética. Y para entender la situación de la competencia en España, tenemos que acordarnos que sólo tenemos campeones. Esta competencia, es la que hace avanzar. Por otra parte, cuando hablamos de que el mercado ajusta los recursos y los productos, nos estamos refiriendo a esto exactamente. Tienen que salir empresas del mercado. Esta lección no la hemos aprendido en España. Y si liberalizamos, pues resulta que nos dan miedo los taxistas, (¿compiten entre si?), y simplemente pues los excepcionamos, de tal forma que al final los sectores liberalizados son los mínimos.
Ahora nos queda la siguiente fase, y es aprender de todos nuestros errores. Esto seremos todos, (desde un servidor hasta el Sr. Díaz Ferrán), aunque es bien cierto que los suyos han tenido más transcendencia, y que cada una de las personas que construimos la base de la sociedad estamos pagando los nuestros propios y los ajenos.
Para eso, hoy creo que es el día en el que el Sr. Díaz Ferrán y todos nosotros, debamos pensar, pararnos en las vacaciones, analizar y darnos cuenta de lo que hemos hecho mal. Esto no ha sido un problema de USA, ni de China, ni nada por el estilo. En realidad; ¡la hemos cagado!. No pasa nada, nos recuperaremos. Pero lo haremos cuando entendamos realmente lo que ha pasado, cuando pensemos en soluciones que nos puedan sacar a todos. En definitiva pasará cuando las personas que eran parte del problema vayan pasando a ser parte de la solución.
Todos estamos haciendo esfuerzos y hoy es un buen día para que la patronal mire hacía si misma, y se deje de pedir soluciones vestidas de fin social pero que no dejan de ser más que peticiones para mejorías propias que no llevarán a ningún puerto.
Hoy es la oportunidad de que se rectifiquen y se gane un empresario, a cambio de un negociante. Y la verdad es que necesitamos muchos empresarios, de los que se equivocan y luego rectifican. Financieros, expertos, negociantes y demás creadores de valor con mucho talento, tenemos para exportar.
Alguna vez se ha dicho que en España no se valora el fracaso, al revés de lo que ocurre en las culturas anglosajonas. La realidad es que en España el fracaso no viene de una lucha, o un proyecto. El éxito, (el que sale en los periódicos, me refiero), no es por hacerlo mejor. Es por estar, es por ser, es por conocer. El fracaso significa en España no ser nadie, por la misma regla de tres.
Pero fuera de los periódicos, en la calle y desde luego en mi mente, el fracaso o el éxito lo define la persona, y sobre todo en sus reacciones cuando se equivoca. Esa es la clave. Cuando triunfamos todos somos buenos. Cuando fallamos es cuando demostraremos que somos los mejores.