Puede parecer una pregunta fácil, que debería tener una respuesta sencilla. Pero a la vista de los informes y de las decisiones adoptadas, (y las que no se adoptan), puede parecer que la respuesta no está tan clara.
Los pisos al final son los lugares donde las familias van a residir, ¿no?. Pues no. Al final los pisos, son y se intenta que sean un negocio. Estamos acostumbrados a hacer negocios con las necesidades de las personas y este desde luego es un ejemplo adelantado de tal circunstancia. Según están las cosas, tenemos que empezar a distinguir entre dos términos vamos a llamar Hogar y Vivienda. Es triste y descorazonador, comprobar que hace tiempo que estos dos conceptos no son equivalentes y que todo hace pensar que esto será así durante bastante tiempo.
Todos necesitamos un hogar, que al final es algo más que cuatro paredes, un suelo y un techo. Lamentablemente, las políticas que se han desarrollado en estos últimos años, han tenido en cuenta esta necesidad, pero no para conseguir que las personas puedan conseguir su hogar, sino para que los inversores puedan aprovechar la existencia de esa necesidad para obtener unos rendimientos; es en ese concepto cuando surge toda la planificación de
A simple vista, pudiera parecer que los objetivos son similares, pero la realidad se empeña en demostrarnos que no. Todos los fondos inmobiliarios, las socimi, las políticas económicas, las políticas monetarias, los informes, los expertos, las entidades financieras y desde luego promotoras, inversores, personas metidas a especuladores y constructoras, se han ocupado de demostrar que a cuenta de la necesidad de hogar por parte de las familias, se ha generado un gran negocio, que por cierto, ha servido para conseguir que gran parte de las familias no puedan conseguir cubrir esa necesidad. O sea, que podemos defender que todo se ha hecho para conseguir que las personas dispusiesen de techo, pero sólo si asumimos que ha sido una gran metedura de pata.
Tenemos que tener claro, que todo lo que ha supuesto el mercado inmobiliario en esta última década, (desde las plusvalías de los dueños de los solares a los beneficios que han obtenido los bancos, pasando por los beneficios de promotoras, inmobiliarias, impuestos, sobornos, y toda la actividad que se ha generado en torno al sector), ha ido con cargo a las familias que al final iban a convertir la vivienda en un hogar. ¿O de donde creemos que sale todo esto?
Cada vez que hablamos de un soborno a un concejal de urbanismo, hablamos de la cosa común, de la malversación de fondos públicos, y de un robo a la sociedad en global, lo cual es cierto, pero olvidamos, (quizás interesadamente), que ese robo viene de unos fondos que la sociedad recibe del precio que pagan los compradores de pisos. Si un empresario, paga los impuestos, sobornos y por supuesto, la construcción del piso es que en este sistema era capaz de repercutir todos y cada uno de los costes y obtener un jugoso beneficio; si ese piso era vendido a un inversor, a un particular que realizaba el “pase”, (o lo intentaba por medio), la factura del hogar se incrementaba.
La triste realidad es que las familias han pagado (o están intentando pagar), los pisos y desde luego todos los negocios imaginables.
Lo curioso es que de repente nos encontramos con una cantidad elevada de viviendas, (nadie se pone de acuerdo en el número exacto), y con una cantidad de personas que no puede acceder a la vivienda.
Supongo que tarde o temprano tendremos que entender que lo que para una parte de la sociedad es negocio, invariablemente para otra parte es gasto. Realmente es así de sencillo. Se ha hinchado esta burbuja porque le interesaba a absolutamente todo el mundo, (salvo al que pagaba finalmente por un hogar).
Por supuesto el sector financiero, ha sacado su tajada, y las familias, una vez pagados todos los negocios anteriores, han tenido que cuadrar las cuentas de las entidades financieras, ya que al final el nivel del euribor, las plusvalias encadenadas en los mercados de titulaciones, los paquetes de hipotecas subprime, las prime y demás han ido con cargo a las cuotas de las personas que estaban pagando un piso.
En todo este cacao, que surge cuando el hecho de contar con un hogar incluye tanto y tanto negocio, es normal que las familias vayan cayendo poco a poco.
Los bancos centrales encienden la mecha y comienzan a subir los tipos de interés. En menos de tres años, los tipos a pagar casi se triplican. Comienzan los problemas para mucha gente; y paralelamente comienzan las explicaciones de que las personas se han endeudado por encima de sus posibilidades. Y es verdad; pero claro, lo que no ha explicado nadie es la respuesta a ¿Puede la sociedad permitirse cargar todo esto a las personas que buscan un hogar?. Cualquier persona puede permitirse los ladrillos, pero desde luego no todos estos gastos que van incluidos.
Es más, podemos preguntarnos ¿Puede la sociedad permitirse un sistema donde los tipos y los precios van a subir hasta que no puedan subir más?. Pues la respuesta es sencilla y está en
En fin. Pero sin embargo, respecto a las viviendas, la historia no acabó cuando reventó el mercado. Inmobiliarias, bancos, ayuntamientos, promotoras, constructoras, gobiernos, bancos, todos acusaron el golpe por los pisos en los que se habían metido. Por otra parte muchas familias acusaron el golpe por los hogares en los que se habían metido. ¿A quien salvamos?. A los que compraron un piso porque necesitaban o buscaban un sitio donde vivir o a los que se metieron a especular. Se ha intentado rescatar a todos los anteriores, y hay medidas de todo tipo y color para todos ellos.
El caso es que ahora la situación es la que todos conocemos y resulta que se propone por un lado, la medida de meter presión a los posibles compradores, (amenazando con que a partir del 1 de enero de 2011 se eliminará la deducción), se le da financiación ilimitada y garantías a los bancos, (para que aguanten y no malvendan sus activos como está haciendo todo el mundo), y por supuesto, ICOS, contratos de obra pública, posibilidad de convertir los pisos en VPO, y desde luego una modificación de la ley de arrendamientos para dar mayores garantías a los arrendadores, así como subvenciones a los inquilinos y deducción fiscal al alquiler.
Por supuesto nada para los que pretendían un hogar, que ahora tendrán que conformarse con un alquiler, en el que los propietarios tendrán todo el poder, y que desde luego subirá de precio porque algunas personas tendrán derecho a deducción.
Es muy previsible otra gran subida de precios de alquileres, fruto de las deducciones, (que como reconoce el gobierno ya han provocado la subida de los precios de los pisos y que realmente funcionan como un impuesto negativo, con los efectos que expliqué ya hace tiempo), unido a la mayor presión por parte de los que necesitan una casa frente a los que están apoyados y desde luego, dado que una gran parte de los inmuebles están o estarán en manos de las entidades financieras de los apoyos concedidos. Y esta subida de los precios de los alquileres, lo que provocará es que las personas tengan que comprometer un gasto cada vez mayor a un gasto, que beneficiará a los que resulta que han comprado un bien para especular.
No se ha optado por recuperar, el artículo 34 de la ley 18/1981 de IRPF, donde se consideraba renta el 2% del valor de segunda y sucesivas viviendas. Tampoco se ha optado por incrementar el IBI de las viviendas vacías, como sugerían Rato a lo largo de 2002. No se ha optado por tanto por penalizar de algún tipo a los poseedores de viviendas vacías, sino que se les ha dado un premio, (al contrario de lo que planteo UCD, el PSOE y el PP).
Mi opinión es que debe haber un mercado de alquiler eficiente, y dado que hay unos cuantos millones de viviendas en el mercado se debe presionar vía impuestos y desde luego no socorrer a los propietarios (sobre todo si son bancos), para que las saquen al mercado a precios razonables, vía alquiler o vía venta. Porque si los precios de los alquileres suben, (y ya están muy altos en relación a los sueldos), lo que se consigue es que las personas jamás podrán ahorrar para comprar un piso y jamás podrán llegar a tener absolutamente nada, porque se pasarán la vida pensando en el fin de mes.
El objetivo tiene que ser que cada familia pueda comprar un piso, y si decide no comprarlo, que disponga de alquileres económicos que les permitan ahorrar su renta. Pero esto sería si queremos los pisos para construir hogares.
Si lo que queremos es que los pisos sean un instrumento de ahorro, y rentabilidad, lo que el gobierno debe procurar es que si no se puede vender un piso por 200.000 euros, que simplemente se alquile para que de los 200.000 euros y además el banco al final se quede el piso; que es lo que va a pasar.
Claro que después, que no venga nadie vendiendo motos de economía sostenible, talante, apoyo social, creación de valor añadido y demás palabrejas sin sentido, al lado de los hechos de que trabajadores y empresas que crean valor están malvendiendo y arruinándose, mientras los especuladores, (que por definición no crean valor, sino que en el mejor de los casos se dedican a comprar confiando en que se va a crear valor, y en general se lo inventan), cobran todos los meses los negocios que generan con la ayuda inestimable del gobierno.
Venda las motos que quiera, pero la realidad es que con su sistema, yo quiero ser un banco, quiero especular y desde luego lo que no quiero ser es trabajador o empresario, que está harto de pagar BMWs a toda clase de elementos, sin que podamos soñar con conducir ni un clio.