En 2008, el presidente del gobierno en el debate del estado de la nación, anunció como una de las medidas para salir de la crisís, la liberalizacion de AENA. Tal medida fue recibida con un gran entusiasmo por la CEOE que por supuesto aplaude la entrada de capital privado en AENA sin trocearla. Si nos damos cuenta, en realidad la propuesta lo que significaba en realidad era la entrada de capital privado en AENA manteniendo la situación actual. Nada más.
Poco o nada se volvió a saber de la citada propuesta. Supongo que la razón ha sido que las restricciones financieras que se desencadenaron tras el verano de 2008, han provocado que las empresas privadas, no se planteasen mayores inversiones; sino que más bien al contrario han comenzado una etapa de desinversiones masivas. En este entorno, sacar al mercado una parte de AENA sería completamente ridículo.
Sin embargo esta anécdota nos permite extraer varias lecciones.
La primera es que yo empiezo a deprimirme por mi alarmante falta de inteligencia, (ya no puedo buscar excusas), ya que cuando comenté el plan anticrisis en su día, pues dije: “En primer lugar, abrirá AENA a las empresas privadas y a las Comunidades Autónomas, y eso ya en Julio. Tengo que reconocer que no tengo ni idea de lo que esto supone, y muchísimo menos sobre como va a afectar esto a la situación económica, pero mucho me temo que afectará a muy pocas economías pero de forma relevante...”. Lamento mucho comunicar, que a día de hoy sigo sin tener la menor idea de lo que iba a mejorar la situación dicha medida.
¿Quién sabe?. Quizás es posible que esta crisis sea por que no se haya realizado tal acción.
Pero quizás la mayor lección nos la podemos encontrar en la pequeña confusión que encontramos por todos lados, y que subyace implícitamente en esta pequeña noticia; en España, en algún momento las palabras privatizar y liberalizar han pasado a ser sinónimas. Realmente, quizás haya llegado el momento de preguntarnos si son lo mismo. Lo digo porque en España llevamos ya unas cuantas liberalizaciones y no acaban de encontrarse los efectos que todas las teorías económicas dan a los procesos de liberalización.
En este sentido no está de mal recordar que la liberalización es un término que en definitiva trata de englobar todas las acciones que tratan de que un mercado se acerque a una situación de competencia perfecta.
Privatizar es transmitir la titularidad de empresas al sector privado. ¿o no?. Pues la verdad es que esta historia es como aquello del amor y el sexo. Todo el mundo tiene (o debería tener) claro tanto el hecho de que son cosas distintas, como el hecho de que existe cierta relación entre los dos conceptos.
Si el estado vende AENA, lo que hará es vender el negocio. Nada más, resulta que la gestión de los aeropuertos seguirá siendo un monopolio. ¿Qué hemos liberalizado?. Está es la triste realidad. Absolutamente nada. Lo mismo que en la reciente liberalización del sector eléctrico, que se ha transmitido en anuncios preciosos de Endesa, donde nos dice que tendremos preguntas pero no dudas.
Todo el mundo está de acuerdo en que las liberalizaciones, estimulan la competencia, la cual a su vez tira de la innovación, de los esfuerzos de las empresas por incrementar su valor, reducir los precios. La lucha en los sectores es clave para el desarrollo; sin embargo cuando analizamos las liberalizaciones pasadas y las que vienen, resulta que no encontramos por ningún lado las ventajas que nos ofrecen. Pues la triste realidad es que nos han colado privatizaciones por liberalizaciones, vendiéndonos por el camino las ventajas de las liberalizaciones.
Mi opinión es que liberalizar crea riqueza, crea valor y desde luego es beneficioso para la sociedad, para todo el mundo. La competencia, provoca que las empresas se adapten, mejoren el rendimiento de los recursos, mejoren los productos finales y desde luego mejoren los precios, de tal forma que todos podemos tener más y mejores productos que repercutirán en una mejora de nuestras condiciones de vida. La feroz competencia en mercados como el automóvil han provocado que en unos pocos años, tengamos coches más seguros, que el litro de gasoil nos permita hacer el doble de kilómetros, que sean mucho más cómodos, y aún por encima que nos cueste la mitad de sueldos que hace unos años comprarlo. Todo eso es innegable y todo ello ha venido por la necesidad de las marcas de dar cada vez más por menos a sus clientes.
Privatizar lo que crea es que el negocio acabe en manos privadas. No es más que eso. Claro que combinando los dos conceptos, podemos concluir que cuando privatizamos pero no liberalizamos, lo que conseguimos es que se hagan negocios redondos. Por supuesto, todos y cada uno de los negocios, dependen de que haya alguien que pague por los servicios un importe cada vez mayor.
Si bien es cierto que olvidamos con cierta frecuencia que los recursos públicos salen de nuestro bolsillo, también es cierto que también olvidamos que los negocios generados cuando se privatiza cualquier actividad manteniendo cautivos los mercados, salen exactamente del mismo sitio.
La “liberalización” de AENA, servirá para que suban los precios de las tarifas, (ya que en caso contrario, simplemente no interesaría al capital privado), por lo que a su vez las aerolíneas tendrán que cargarnos unas tasas mayores. Y en este aspecto deberíamos darnos cuenta del hecho de que la competencia en las aerolíneas, (sector efectivamente liberalizado, sobre todo a raíz de la entrada de las low-cost), ha logrado que viviendo a un par de kilómetros del aeropuerto, me he gastado recientemente más dinero en los taxis y en las tasas de los aeropuertos que en el viaje en sí.
Lo triste es que es completamente absurdo que se pueda liberalizar el sector de los aeropuertos, porque en ningún caso se podrá lograr competencia, por lo menos en España. Este es un ejemplo típico de sector con barreras a la entrada naturales.
Mi opinión es que debemos elegir entre liberalizar o intervenir. Pero lo que está claro es que eso es una decisión sobre que camino seguimos. Particularmente opino que lo más apropiado es el liberalismo, pero el de verdad, (como el anuncio de la nocilla), y en ese sentido se trata de analizar cuáles son o deben ser bienes públicos, (hablé de ellos en un post), y los bienes públicos tienen que ser ofrecidos por el sector público sin generar negocios particulares. Tenemos que exigir que esos bienes sean producidos al mínimo coste posible, o dicho de otra forma, que sean asumidos como el gasto en una comunidad de vecinos. (al menor coste posible y sin generar beneficios, comisiones ni nada por el estilo).
Por otro lado debemos liberalizar de verdad todos los sectores de bienes privados, no dedicarnos a las liberalizaciones a la española, y de esta forma lograr que la innovación en la economía real, que no es otra cosa más que conseguir los mismos productos con menos recursos, logren liberar posibilidades para la expansión de nuevos sectores y avanzar realmente.
Este es el que creo que yo, que debe ser el camino por el que debemos empezar a transitar para salir de esta. Es desde luego radicalmente a todo lo que nos han propuesto, pero va siendo de verdad que cambiemos el plan, porque últimamente el nivel de surrealismo llega a tales puntos que el diario negocio hoy plantea en su editorial que la solución puede ser un pacto de rentas, que básicamente afirma en que hagamos un gran pacto para quedarnos todos como estamos, de forma que no cambiemos nada, no pidamos incrementos de sueldo, las empresas no suban los precios, (ojala pudiesen…), y los estados no suban impuestos. En fin. Un plan perfecto si no fuese por el pequeño detalle de que si funciona: ¡todos seremos más pobres!