La semana pasada ha habido cierta polémica con los sueldos de los controladores, (curiosamente ya casi olvidada en los medios), sueldos que por cierto nadie sabe exactamente cuánto son. Cuesta mucho obtener datos, pero el objetivo de este post no va a saber adivinar el sueldo de nadie, sino reflexionar sobre algunas cosas relativas a las percepciones que tenemos acerca de los sueldos.
Cuando valoramos los sueldos, tratamos de reflexionar sobre muchos aspectos, como las condiciones de trabajo, la responsabilidad que tenemos, la formación que necesitamos, la dificultad del trabajo y lo que vale lo que hacemos, entre otras cosas.
Por tanto, cada vez que reflexionamos sobre nuestro sueldo o sobre los de los demás, llegamos a la única conclusión lógica: “Yo estoy muy mal pagado, y muchos están bien pagados”. Si nos damos cuenta, esta afirmación la suscribe un camarero, la empresa de la limpieza, el ministro de turno y un directivo de un banco.
La realidad es que existe una tendencia innata a entender que nuestro trabajo es mucho más difícil de lo que nuestros amigos creen. El responsable de tesorería de una empresa tiene que tener controlados los pagos de la empresa, mediante un programa informático, un controlador tiene que seguir unos dibujitos en una pantalla, el cobrador de un peaje tiene que estar sentado cómodamente, las enfermeras ponen agujas, el de seguridad está para llamar a la policía; mientras que el policía hace lo mismo que el funcionario de Hacienda, que no es otra cosa que mover papeles; el director de la sucursal bancaria lo que hace es meter los datos en una pantalla, y el que hace naves espaciales, al final no deja de ser un niño grande con un mecano.
Quizás en el último ejemplo me he pasado, pero espero que se entienda que tendemos a simplificar lo que hacen nuestros amigos, conocidos o sobre los que opinamos. Al final todo el mundo hace tonterías, y luego nos enfadamos porque oímos hablar de lo nuestro en estos términos. Y resulta que al final resulta que todos los trabajos tienen una infinidad de “lados oscuros”. Aspectos que no son glamurosos y desde luego no son demasiado conocidos.
Tras cada trabajo, cada función y cada forma de obtener ingresos, nos encontramos con una problemática que sólo los que están en ese sector conocen y que forman parte de la justificación del sueldo. Como sólo somos nosotros los que lo vemos, nos encontramos con la situación de que nuestro sueldo siempre estará más justificado para nosotros.
Si nos damos cuenta, lo mismo ocurre con la formación necesaria, la responsabilidad, y el beneficio para los demás de nuestro trabajo. Está claro que todos los trabajos cumplen una función social, al cubrir unas necesidades, (básicas o no tan básicas) en un sistema en el que todas las piezas tienen su importancia. Está claro que unas funciones tienen más visibilidad, más dificultad, o más responsabilidad que otras, pero de la misma forma es sencillo entender que todos los puestos generan una parte del valor.
Dado que cada uno de nosotros es más consciente del valor que nuestra función realiza y no lo somos de lo que generan los demás tenemos un cierto componente asimétrico que nos lleva a defender la injusticia de una situación.
Por supuesto, el hecho de que cada uno de nosotros tenga un sueldo menor del que merece, o de las dificultades del puesto, formación y tareas a realizar, nos lleva a un grave problema a la hora de que esto sea una regla general. O sea, dado que no puedo conocer las tareas, el día a día y la formación de un médico, un estibador y difícilmente puedo entender que los maquinistas de tren tienen un trabajo más difícil que jugar al scalextric, ¿Cómo puedo valorar la justicia o no de las retribuciones?. Simplemente es imposible.
Por supuesto, puedo entrar a valorar los distintos sueldos de los distintos gremios, pero todo el mundo sabe que existen distorsiones, aparte de una referencia circular; ¿la valoración depende del sueldo y el sueldo depende de la valoración?. Por supuesto, esta referencia circular que haría romper el Excel la salvamos asumiendo que el mercado es perfecto y que por tanto se ajustan los precios de todo, incluido el factor trabajo, desterrando la posibilidad de que exista tan siquiera un fallo o que este sea relevante.
Pero luego nos encontramos con que a los médicos les han bajado el sueldo lo mismo que a los limpiadores, igual que a las enfermeras, y parecido a los trabajadores del metro, que sin embargo parece que finalmente reciben algo, pero en todo caso menos bajada que los controladores, y a la vez que los consejeros de las cotizadas suben sus retribuciones, en medio de una crisis en la que los médicos y conserjes de instituto tienen bastante poco que ver. ¡Y es difícil entender que no existen fallos en la valoración de las distintas funciones!.
En casos extremos, podemos entender que existen fallos de mercado, de forma que puede parecer excesivo un sueldo de varios millones para uno de estos consejeros de bancos de inversión quebrados que se han llevado incluso bonus por la quiebra. Por supuesto, el que está trabajando todo el día y sin descanso en fines de semana en condiciones infrahumanas por 600 euros, también parece que no es una valoración correcta.
Pero más allá de los blancos, (que nunca son perfectos) y de los negros, (que tampoco son perfectos), lo que tenemos es una cantidad ingente de grises, que es donde tenemos que entrar a valorar. Y en esto hay dos formas, o un ente supremo asigna los distintos valores y cada uno de nosotros calla, o bien tratamos de deducirlos mediante un sistema de confrontación. Se trata de que cada uno defienda sus intereses y lo que pueden ofrecer y lo que a su juicio merecen. Y el resto, pues tendremos que discutir, discrepar o aceptar pero tratar de mantener un poco de respeto asumiendo que en general, todo en lo que no hemos trabajado es algo tan desconocido para nosotros, como era nuestro trabajo actual el día que entramos.
El respeto, las discusiones, las discrepancias y las coincidencias, son una primera condición necesaria, (aunque no necesaria) para afrontar estas discusiones, y lamentablemente, hoy no podemos aceptar que se cumplan estas condiciones. Por lo tanto, los sueldos de la gente, son hoy una de las mayores fuentes de manipulación y por cierto, salvo ejecutivos ¡siempre son excesivos o se busca que sean menores!