Uno de los mensajes que nos encontramos con relativa frecuencia es que se acabó el “todo gratis”, referido a los servicios que tenemos de forma gratuita del estado. Es decir, vamos a tener que pagar por la sanidad, por las carreteras y supongo que dentro de poco por los servicios de la policía.
En cierto sentido es lógico que debamos pagar por los servicios que nos prestan, que todo el mundo sabe que tienen un coste y debemos asumir los ciudadanos. Entre esta idea y el desastroso estado de las cuentas públicas, unido a la necesidad de conseguir dinero para apoyar a unos cuantos, nos encontramos con el cocktail perfecto para certificar la defunción del coste cero para muchos de los servicios que tenemos.
Hasta aquí todo perfecto, pero alguna cuenta no acaba de salir, porque el todo gratis no existe ni ha existido en la vida. Vamos a tratar de explicarlo con un ejemplo más cercano que es una comunidad de vecinos.
En una comunidad de vecinos, resulta que tenemos la limpieza, la electricidad de los ascensores y su mantenimiento, e incluso el mantenimiento de los tejados ¡Gratis!. ¿o no?. Está claro que cuando la señora de la limpieza viene a limpiar los miércoles nadie paga. Cuando se estropea una manilla de uno de los portales, nadie paga, y el seguro del edificio nadie lo paga. Y en mi cuenta aún no me han cargado la electricidad del garaje. En este sentido es fácil entender que en mi comunidad estamos en el “todo gratis”, porque tenemos unos servicios que nadie paga.
Claro que sería bueno recordar que la señora de la limpieza no viene a limpiar las escaleras para hacer deporte ahorrándose las cuotas del gimnasio, ni las eléctricas tampoco han elegido nuestra comunidad para llevar a cabo una obra social que no hacen. Entonces si ellos cobran y nosotros no pagamos, ¿Cómo es posible que hayamos aguantado tanto tiempo?. Pues realmente es sencillísimo teniendo en cuenta que hemos pagado unas cuotas a lo largo de todo este tiempo.
Dicho de otra forma, la realidad es que ninguno de los servicios, ha sido ni es gratis, sino que tenemos unos gastos y para afrontarlos tenemos unas cuotas que hemos de pagar todos los vecinos para sostener estos gastos que nos generan un beneficio común.
En el caso del estado, la situación es exactamente la misma. Realmente parece que no pagamos las carreteras, no pagamos la sanidad y tenemos “todo gratis”, (aunque nos cueste encontrar muchos ejemplos de servicios gratuitos), pero los constructores y concesionarios, los médicos, las farmacéuticas y tantos otros que viven a cuenta del presupuesto del estado cobran. Por supuesto, el truco está este concepto que venimos a llamar impuestos, que para entendernos no es tan distinto que las cuotas de una comunidad, (la diferencia está en la escala).
Ahora quiero que piensen en Juan Cuesta, (presidente de la comunidad de vecinos de la famosa serie “Aquí no hay quien viva”), presentándose en una junta de vecinos, para decir que a partir de este momento, resulta que hay que pagar a la señora de la limpieza, que se va a poner una cabinita con monedas en el ascensor y otra para que la antena de televisión de señal a cada vivienda.
Dirá que las cuentas son un desastre, y que es necesario que todo el mundo tenga que pagar por estos servicios. Si yo soy un vecino que estoy pagando mis cuotas, probablemente después de acordarme de toda su familia, se me olvide hacer una pregunta simple. ¿Qué demonios está pagando mi cuota?.
Y ese olvido tiene una problemática adicional, porque aunque resulte que con las cuotas que estoy pagando no alcance a cubrir los gastos, en el momento en que ponga la maquinita de monedas en el ascensor, corro un grave peligro y es que compare la recaudación de la maquinita del ascensor, con lo recaudado. Está claro que lo que al principio empezaba como una ayuda para sortear una situación difícil ahora se ha convertido en un servicio propio, autónomo y mercantil y curiosamente es posible que pagando lo mismo, me encuentre con que la recaudación de los ascensores no llegue y por tanto haya que subir el precio de usar el ascensor.
Esto ocurre con todos los servicios públicos en los que se han introducido los pagos. Originariamente eran servicios públicos que se pagaban con los impuestos, (lo de gratis total no existe), de tal forma que se han introducido pagos o formulas de financiación, con lo que resulta que salen deficitarios, (como todos los servicios públicos, que por algo lo son), y en consecuencia toca subir los precios de los bienes.
Claro que llegado un punto, debemos pararnos, pensar y recordar que en el fondo es sencillo, yo pago unas cuotas para la limpieza, la electricidad y los gastos comunitarios. Si resulta que yo pago esta cuota y luego tengo que pagar los gastos comunitarios, la electricidad y la limpieza, ¿Qué estoy pagando yo con la cuota?. Y entonces comprobamos que lo que estamos pagando son los negocios que fomenta el administrador, que son lo que nos cuesta pasta.
Realmente cuando ponemos unas cuotas para una comunidad pagamos gastos en común y estos gastos son siempre deficitarios porque son gastos. Y cuando pagamos impuestos, pagamos lo que nos toca de la sanidad, de las carreteras, de la seguridad, de la justicia, de defensa y de todo lo que son bienes públicos. Desde este punto de vista, es fácil entender que estas actividades son deficitarias, por naturaleza y desde luego que no son gratis, sino que la estamos pagando.
Por eso desde el punto y hora de que se privatiza todo, la realidad es que acabamos pagando los impuestos para generar negocios, y luego resulta que tenemos que pagar por la sanidad, la justicia, las carreteras y todo lo que se supone que pagan con nuestros impuestos.
No es que se esté acabando el “gratis total”, es que empezamos a pagar por todo dos veces y más caro. Y eso en roman paladino, se llama robar.