Anteayer comentaba en medio del repaso de mi particular legislatura el caso de las compañías de ascensores que desde luego son un caso aparte. Recordar que lo que se ofrecía como un contrato por el que nos obligábamos a pagar una cantidad al mes, nos ofrecía de palabra que todas y cada una de las averías de los ascensores iban a ser reparadas sin coste ninguno para nosotros. Sin embargo, en el contrato que se supone que deberíamos firmar, aparecía una lista de elementos incluidos. La diferencia era que con una lista de elementos incluidos en el contrato y que por tanto deberían reparar, yo no tenía claro que fuesen todos, porque no tengo conocimientos de ascensores, y por tanto no podía saber si existían posibles piezas excluidas.
En consecuencia, había exigido firmar un anexo en el contrato anterior y a su vez en la subrogación del contrato, la realidad es que había emborronado el contrato tipo que me dieron a firmar, añadiendo las cláusulas a bolígrafo en todas y cada una de las copias en la que se aclaraba que eran todos los elementos los incluidos, lo que fue muy buena idea.
En enero de este año, llegó a la administración de fincas una carta de Thyssenkrupp en la que nos comunicaban que teníamos que proceder a la reparación de los “teléfonos” de los tres ascensores que habían dejado de funcionar en noviembre de 2009, y a tal efecto amablemente nos enviaban un presupuesto cercano a los 5.000 euros.
La administración de fincas se puso en contacto conmigo para convocar la junta para aprobar la derrama del gasto, que no podíamos evitar y que era completamente necesario. Sinceramente en un primer momento no podía creer lo que me estaban contando y hasta pregunté si estábamos en una cámara oculta.
Por supuesto, los intercomunicadores no estaban incluidos en la larga lista de elementos que se comprometían a reparar, pero es que la situación evidentemente desafiaba todas y cada una de las leyes estadísticas. El caso es que teniendo un contrato para asegurar todas las reparaciones (comercialmente hablando), y en el que aparecía una larga lista de elementos que se comprometían a reparar, es desde luego muy improbable que la única avería en los 7 años de edificios fuese exactamente un elemento no incluido en la lista.
Pero es que además es una avería que no podemos contrastar, porque el sistema de intercomunicación sólo funciona, (o eso nos han dicho) cuando el ascensor está bloqueado, de forma que no tenemos forma de comprobar tal circunstancia. Y el hecho de que los tres ascensores presenten la misma avería en el mismo momento del tiempo desafiaba toda la lógica y todas las leyes de la probabilidad.
A pesar de que recordaba perfectamente que habíamos modificado el contrato y que en consecuencia iban listos si pretendían cobrar eso, la primera reacción fue una sensación de que nos estaban intentando estafar que casi me deja sin aliento. Por tanto simplemente callé lo de la modificación del contrato y le dije a la administración de fincas que pidiese un informe en el que dijese específicamente la avería y las razones de que fuese exactamente en tres ascensores distintos al mismo tiempo.
Por supuesto, no mencioné mis dudas, sino que por mail, manifesté mi preocupación por la existencia de alguna incidencia en algún elemento común que afectase a estos aparatos. O sea, que traté de usar el argumento de que lo que debería hacer la compañía es identificar el origen de las averías, porque dado que todos los intercomunicadores están aislados (y cada uno con su línea de teléfonos gracias al fracaso que comenté el otro día), habría que identificar que era lo que los estaba averiando antes de realizar tremendo gasto.
Por escrito no contestaron nada, pero me llamaron por teléfono, (en estos momentos ya había dicho al administrador que me ocupaba yo del asunto), y me comentaron que probablemente fuese por unas tormentas del invierno pasado, y que era una avería que se había producido con bastante frecuencia en la zona.
La explicación, tenía sus lagunillas ya que por un lado no había constancia de ni una sola avería en el edificio a cuenta de las tormentas, (ni las antenas, la televisión, ninguna línea de teléfonos, ni había dejado de funcionar en ningún momento adsl, ni móviles ni nada por el estilo). Y luego estaba la pequeña pega de que las tormentas fueron en diciembre, de tal forma que era bastante improbable que hubiesen causado las averías en noviembre.
El caso es que visto, que la cosa estaba degenerando, al final lo que hice fue agarrarme al contrato firmado en su día y le comuniqué lo que ellos no habían caído. El contrato estaba modificado a mano en todas las copias. Evidentemente en sus sistemas informáticos está modificación no estaba recogida, pero el caso es que todas las copias y las depositadas en industria, tenían la aclaración de que los elementos incluidos eran todos, sin excepciones y en consecuencia, lo que hice fue enviarle un mail comunicándole la peculiaridad del contrato, en el que le requería que procediese a los arreglos a la mayor brevedad posible y desde luego sin coste alguno para la comunidad.
La verdad es que me sentí en ese momento como quien en una partida de poker le saca la escalera de color al que iba sobrado con el poker. Y su contestación no tiene desperdicio:
“Buenos Días Sr. Iglesias:
Me permito insistir en la necesidad de revisar el contrato anterior con el animo de esclarecer de forma imparcial lo que Ud. me comenta.
Asimismo estoy seguro que son conscientes de las ventajas de las que han resultado beneficiados de un modo casual por circunstancias del mercado, entre las que se incluyen contar con los servicios de una empresa con un alto sentido de la responsabilidad y cumplimiento para con sus clientes con unos importes que para nada reflejan la tarifa real de mercado, asumidos en su momento con la integración de T.C. y que le garantizan entre otras cosas, nuestro estricto cumplimiento de la legalidad vigente, de la que espero, no albergue ningún género de dudas.
A la espera de comentar el contrato en cuanto Ud. me lo envíe, le envío un cordial saludo.”
Lo que me estaba pidiendo es el contrato que ellos tenían, pero desde luego este mail ya era de farol y desde luego no tuve problemas en mostrar las cartas y acabar la historia, pero lo cierto es que en este mail ya sacamos conclusiones muy claras.
¿revisar de forma imparcial con una de las partes?, ¿hemos sido beneficiados de modo casual por circunstancias del mercado?, ¿alto sentido de la responsabilidad y cumplimiento con los clientes?, ¿precio fuera de mercado?, ¿estricto cumplimiento de la legalidad?.
Las dudas son claras. ¿las circunstancias del mercado es que nos hemos dedicado a mirar y a tratar de defendernos?. ¿ha sido responsable la actuación de la empresa?, ¿podemos hablar de precios fuera de mercado en un mercado en el que las compañías hacen lo que les da la gana, pactan los contratos y las redacciones y limitan la competencia?, ¿hablamos de estricto cumplimiento de la legalidad cuando nos encontramos con contratos en los que aparecen sistemáticamente cláusulas engañosas y abusivas reiteradamente anuladas por la justicia?, ¿hablamos de legalidad cuando no han intentado demostrar ni tan siquiera con un mínimo de razón ni tan siquiera la existencia de la avería?.
Queda saber si esto ha sido un intento de estafa, (engaño para obtener un beneficio), o simplemente una asombrosa conjunción de casualidades. Supongo que al empleado que me acabó enviando este mail, también se le ha pasado por la cabeza tal posibilidad porque ha puesto la venda antes de la herida, mentando la estricta legalidad cuando yo no había dicho absolutamente nada. A fin y a cuentas, yo no voy diciendo a todo el mundo que cumplo la legalidad, y normalmente porque es algo que se supone.
En nuestro caso, el problema está solucionado, pero el problema no es de nuestra comunidad sino que es la posible reiteración de forma invisible a lo largo del país. Desde luego algo falla cuando tenemos que tener un cuidado extremo, desconfiar y aprender de todo y que no haya nadie que vigile estas prácticas que nos desangran en pequeños importes de una forma imperceptible pero constante. Un entorno en el que nos desangran los que pagamos por defendernos y en el que los gobiernos aplauden es simplemente insostenible.
La conclusión no puede ser que se puede luchar. La conclusión es que nadie tiene necesidad de defenderse, porque aunque en el tema de contratos pueda defenderme con cierta dignidad, cuando lleve el coche al taller, no sabré que es la junta de la culata y estaré vendido. Al final la razón de que tengamos un estado es la misma que una administración de fincas y no es otra que tratar de eliminar estas situaciones, ¡en los campos que controla cada uno y más importante en los que no controlamos!