Ayer he colocado la primera parte del post acerca de la renta de subsistencia, y el primer problema es que genera una serie de distorsiones en los mercados y exagera la distribución de la renta entre las familias.
Este problema teórico, tiene una gran importancia en la práctica y se acaba traduciendo en varios problemas adicionales que creo que son muy fáciles de ver. Para esto debemos tener en cuenta que en los distintos mercados los ingresos de los demandantes son claves.
En los distintos mercados van a coincidir las distintas familias que van a intentar alquilar o comprar un piso; van a intentar pagar la factura de la electricidad y por otro lado van a intentar ir al supermercado, pagar el resto de las facturas y en general desarrollar su vida.
En general, la mayoría de los gastos de una familia son crecientes con el tamaño de las familias, en el sentido de que una familia mayor implica mayor coste de la vivienda, de la electricidad, agua, comida… pero que no se incrementan de forma proporcional, (por ejemplo, el consumo de la nevera es similar para una vivienda de una persona que para una vivienda de 3 personas, al igual que la televisión que consume lo mismo si la ve una persona o dos…).
En este sentido es fácil entender que una persona o incluso una pareja tendrían gravísimos problemas para sobrevivir en un entorno en donde los precios de casi todos los bienes suben por sistema en un entorno en el que la defensa del consumidor es prácticamente una anécdota.
La posibilidad de acceder a la vivienda y de pagar el resto de los gastos depende de la renta de las familias, de tal forma que el incremento de la renta de una parte importante de las familias condena irremediablemente a las otras a no poder acceder a estos bienes. Realmente esto es lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, consecuencia de la distribución de las situaciones familiares de las distintas rentas. Si hoy estamos hablando de una generación perdida, la realidad es que estaríamos hablando de un empeoramiento del problema, porque las personas jóvenes, que traten de iniciar una vida por su cuenta, (por definición las familias más reducidas), tendrían que sumar a sus menores ingresos laborales, los menores ingresos por la situación familiar.
En definitiva, lo primero que tendremos es que la situación relativa de las familias con pocos ingresos, sería tras la solución bastante más desesperada que ahora, de tal forma que casi podemos afirmar que se condena a la indigencia a una amplia parte de la sociedad.
Pero el problema en la situación actual se agravaría si tenemos en cuenta la situación del mercado laboral. En este sentido, tenemos que entender que esta renta genera una necesidad inferior de los ingresos laborales, lo que en un contexto en el que una parte importante de la sociedad tendría menores necesidades de renta y una extrema debilidad actual de los trabajadores en la capacidad negociadora, implicaría que las personas que estuviesen en familias numerosas podrían aceptar ingresos muy inferiores. Esto directamente nos situaría en una situación en la que los salarios se redujesen, ya que se relajaría la negociación “a la desesperada” de los sueldos, como fuente de renta. En un caso extremo para una gran cantidad de personas, (las que vivan en familias más numerosas), llegaríamos incluso a una situación en la que la ley de los salarios de bronce, (salario mínimo para la subsistencia de los trabajadores) dejaría de ser incluso un límite. Es decir, que las empresas podrían ofrecer (y ser aceptados), salarios inferiores al límite necesario para la subsistencia.
Esta es otra diferencia respecto a una situación en la que se instaure una renta sustitutiva del sueldo. La prestación por desempleo, (y las indemnizaciones), tienen una función equilibradora de la capacidad negociadora en el mercado laboral. Es decir, en una situación en la que los gastos se pagan con un sueldo, existe presión para que sea suficiente para pagar los gastos, (aspecto necesario para la economía); pero la existencia de una alternativa implica mayor facilidad para negociar, (no es lo mismo negociar con red de seguridad que sin ella). Pero en el caso de que la renta sea independientemente de esto, la red de seguridad no existe, (no estamos hablando de compensar las pérdidas de renta), y la presión de negociar se reduce.
Por supuesto, la caída de los sueldos afecta otra vez a las personas que están en familias reducidas que entran en un círculo vicioso del que será tras la medida mucho más difícil salir. Ni tan siquiera formando familias, debido a que para la formación de una familia, las circunstancias económicas son claves.
Pero la bajada de los sueldos, tiene otro problema adicional en el sentido de que los sueldos son un dato para que las empresas decidan como producir. En este sentido, ante una situación en la que los sueldos se reducen, mientras que suben los ingresos de la demanda, lo que está claro es que los precios de los bienes suben, de tal forma que las empresas van a optar a producir usando intensivamente factor capital, (siempre producirán de la forma más barata), de tal forma que seguirán profundizando en la caída de la productividad que siempre se produce cuando los sueldos se reducen.
O sea, que en un entorno en el que el poder está en manos de las empresas, (cuando son contratantes de mano de obra gracias a la situación de un mercado laboral deprimido y cuando son oferta de bienes, gracias a toda suerte de normativas, cuotas, acuerdos y leyes que favorecen a la oferta), lo que ocurriría es que estos ingresos acabarían en las manos de quien han acabado actualmente todos los ingresos, (principalmente banca y grandes empresas).
Y a todo esto nos ha quedado aún descuadrado todo el sistema de impuestos con el que se debería nutrir el sistema, que admite tantas variaciones como sea posible. Sin embargo lo curioso de esta situación es que las políticas fiscales o van en el sentido de empeorar el problema, (gravando con mayor importe aquellas personas que vivan en familias poco numerosas), o van en el sentido de anular la propuesta, (gravando con mayor importe aquellas personas que vivan en familias numerosas).
La única forma de solucionar este problema estaría en una intervención total y absoluta de los distintos mercados, que implicarían definir todos y cada uno de los precios de los bienes, para evitar que el mecanismo de demanda y oferta funcionase ante tal situación. Ya no se trataría de evitar la especulación en determinados bienes, (aspecto evidentemente necesario en la situación actual), sino que habría que eliminar directamente el sistema de fijación de precios de demanda y oferta, y por supuesto dado que se habrá alterado aún más todo el sistema de valoración de los medios de producción, estos tampoco podrían funcionar para asignar los recursos.
La conclusión es muy clara. El sistema de renta de subsistencia básica universal e incondicionada, sería totalmente incompatible con un sistema de economía de mercado. Ya que debemos tener en cuenta que no hemos cambiado absolutamente nada de los distintos aspectos que están afectando a los distintos mercados actualmente, y en cambio hemos introducido nuevas distorsiones y muy importantes.
Está claro que gran parte de los problemas de esta propuesta se solucionan, instaurando una serie de mecanismos que traten de equilibrar la posición de la demanda en los mercados, (para tratar de evitar los desmanes que se producirían en un entorno de subida de la renta), y de los trabajadores, (tratando de evitar los desequilibrios que se producirían cuando una parte de la población está dispuesta a trabajar a costes muy inferiores y no existen normas para equilibrarlo). Pero en este caso estaríamos en una situación curiosa. Para que esta renta tuviese alguna posibilidad de salir bien, tendríamos que solucionar los problemas que tenemos actualmente. Y los derivados de introducir esta medida; (no estaríamos hablando de limitar o prohibir la especulación en determinados bienes, sino que estaríamos hablando de limitar o prohibir las variaciones de precio de la demanda; y tendríamos que introducir nuevas medidas para el equilibrio de los salarios).
Por esto, a menos que seamos partidarios de un sistema comunista, lo que tenemos que tener claro es que es importante que los ingresos de las familias dependan del trabajo, pero que evidentemente estos ingresos han de venir de un mercado en el que el mercado de trabajo esté equilibrado, (entendido como un mercado equilibrado, aquel en el que las empresas y los trabajadores tengan poder de negociación equivalente); por lo que tendremos que caminar hacía recuperar poder desde los trabajadores, (y en su consecuencia sueldos), y por tanto, tendremos que caminar hacía una mejora de las rentas en caso de que una persona pierda su puesto de trabajo, (sea por cuenta ajena o sea autónomo), en lugar de una renta universal.
Y por supuesto, lo mismo va para los mercados de bienes y servicios. En definitiva, tenemos que entender que debemos solucionar toda una serie de problemas que han llevado a que los ingresos de los trabajadores se hayan desplomado; ¡y corregir estos defectos no es lo mismo que corregir los efectos directamente!.