En este gráfico parece verse una recuperación para la producción industrial desde mediados de año. Pero hay que hacer una observación nada irrelevante: este gráfico no muestra la producción total sino la variación anual. Pruducir un 18% menos que hace un año, cuando hace un año se producía un 40% menos que hace dos, no podemos decir que sea un brote demasiado verde. Tras la intensa caída, harán falta bastantes años creciendo a tasas importantes para recuperar el nivel de producción que tenía nuestra industria en el año 2007.
Y aquí vemos la tasa de variación de la cartera de pedidos de la industria. No se ve que el descenso mejore, y ya van casi dos años de caídas en este indicador. De momento, no se vislumbra la recuperación por ningún lado.
La cartera de pedidos en la construcción sigue cayendo a tasas anuales de entre un 20% y un 40% (según el mes que se tome como referencia). Cuando el porcentaje de caída sea del 0%, podremos decir que el sector ha tocado fondo. Le falta bastante todavía.
Y la cartera de pedidos de bienes de inversión muestra un declive realmente pronunciado. Esto no sorprende en absoluto. ¿Que empresario va a invertir ahora para aumentar la capacidad productiva? Habrá pocos valientes que se atrevan.
Y este gráfico, el único con tendencia alcista de los que pongo, muestra el porcentaje de variación de la capacidad productiva instalada. ¿Por qué sube de esta manera? Pues, porque los proyectos de inversión suelen necesitar varios años desde que se conciben hasta que se ponen en funcionamiento. A pesar que llevamos dos años de caída continuada en los pedidos, han seguido terminándose los proyectos planificados durante los años del boom. Y eso no es nada alentador. Muchas empresas se han endeudado y han invertido mucho dinero en poner en marcha proyectos que han aumentado su capacidad productiva. Y ahora, que hay exceso de oferta, va a ser muy complicado rentabilizar esas inversiones. Dependerá de cada sector, porque algunos no se van a ver demasiado afectados por la crisis, pero, en algunos de ellos, quien haya invertido su propio dinero obtendrá muy poca rentabilidad e incluso pérdidas y, quien haya pedido prestado para poner en marcha nuevas inversiones, difícilmente podrá ir pagando los intereses y devolver la deuda (que en muchas ocasiones tiene un plazo de vencimiento no demasiado largo), así que el futuro se presenta de lo más incierto.
En la industria española se percibe una situación bastante delicada. Si la demanda no se recupera pronto, muchas empresas van a pasar serios apuros en los próximos años. De momento, han caído las que tenían una posición financiera más vulnerable. Si nada se arregla, en los próximos meses y años caerán otras mucho más solventes, que simplemente cometieron el error de ser optimistas cuando todo el mundo lo era y, desde los bancos y el propio gobierno, se impulsaba con gran energía este optimismo.
Y con esto no quiero ser catastrofista. Japón se enfrentaba a una situación parecida a comienzos de los 90, y ha logrado ir desinflado poco a poco su burbuja de crédito privado sin que se produjeran grandes catástrofes en el tejido productivo y en la situación de los trabajadores. Lo han logrado con fuertes ayudas a las empresas que tenían problemas, ya fuera procurando la liquidez necesaria para ir renovando los préstamos concedidos en los tiempos de bonanza o subvencionando directamente a las empresas cuyo cierre provocaría una pérdida importante de empleos. El precio a pagar ha sido una deuda pública que, al paso que va, no tardará en doblar al PIB ¿Qué harán nuestros políticos para deshacer este entuerto?
Y, si no se ven muchos brotes verdes en los datos económicos actuales, ¿qué está descontando la bolsa, habiendo subido tanto en los últimos meses? Para responder a esta pregunta debemos tener en cuenta que hay dos fuerzas principales que mueven los mercados: las expectativas económicas y el nivel de liquidez. Las expectativas económicas (lo que tratan de adivinar los analistas fundamentales) suelen mover a los mercados en la dirección más razonable. El nivel de liquidez y la forma en la que ésta se invierte (lo que tratan de adivinar los analistas técnicos) conduce a los mercados en el sentido que sea, sin importar si el razonable o no. Las grandes burbujas de liquidez son las que crean las subidas injustificadas (que tarde o temprano se corrigen) y las grandes carencias de liquidez son las que crean las oportunidades de inversión más interesantes.
Si los datos económicos no muestran unas perspectivas favorables por ningún lado, será que lo que ha venido impulsando las cotizaciones ha sido la enorme liquidez inyectada por los bancos centrales. El dinero que se inyecta está entrando en los mercados, en vez de destinarse a créditos que favorezcan a la economía productiva. Pero no hay que echar la culpa a los bancos. Ellos miran por su negocio como cualquiera miraría por el suyo. ¿Quién es el valiente que se endeuda en una economía con sobrecapacidad productiva? Sólo un visionario o un temerario. Los primeros escasean y, a los segundos, por su propio bien, mejor no prestarles dinero.
¿Cuáles serán las noticias de los próximos meses? ¿Cómo se irá comprtando cada agente económico frente a los acontecimientos que se avecinan? Creo que la actividad más rentable para cualquier inversor es dedicar, en la medida de sus posibilidades, todo el tiempo que pueda a predecir las cadenas de acontecimientos que pueden sucederse a partir de ahora, y procurar sacar todo el partido posible de aquello que pueda ser predecible.
Hay que mirar en cinco sentidos diferentes, para ir aprovechando cualquier movimiento predecible que pueda producirse:
1.- Hacia la situación económica general, que será lo que determine la evolución de los índices en cuanto los bancos centrales dejen de inyectar liquidez comprando deuda. Ni siquiera va a hacer falta esperar a que suban los tipos. En cuanto dejen de imprimir dinero de la forma tan sutil en la que lo están haciendo, va a verse si de verdad los mercados están fuertes o los brotes verdes son un cuento inventado por asustados gobernantes que no tienen ni idea de como lidiar con la situación extraordinaria que se les viene envima.
2.- A la situación particular de cada empresa cotizada, porque surgirán oportunidades claras de apuesta al alza o a la baja en ciertos casos concretos. En este sentido, recomiendo centrarse en la bolsa española, ya que es mejor arriesgar nuestro dinero invirtiendo en aquello que conocemos. Y, de nuestras empresas nacionales, tenemos una valiosa información que no poseemos en el caso de las extranjeras: solemos ser clientes de algunas de ellas, conocer algunos de sus productos, ser testigos de sus campañas de publicidad, saber algo sobre sus fundadores o directivos, tener conocidos que trabajan allí, o que son sus clientes o proveedores... Y todo eso complementa magníficamente a los datos económicos que publica la propia empresa, que es lo único que solemos tener en el caso de empresas extranjeras.
3.- A los tipos de interés, porque su nivel afecta en gran medida a la economía y, mucho más importante, porque predecir el comienzo del ciclo alcista puede permitirnos obtener un beneficio importante vendiendo futuros sobre bonos, euribor, etc. La relación beneficio-riesgo, si se analiza la economía con un poco de cuidado, es mucho mejor que en la bolsa y, además, ahora vemos una situación excepcional, porque los tipos pueden bajar poco, pero ¿cuánto podrían llegar a subir? En futuros que se mueven linealmente con los tipos de interés, como el del Euribor a 3 meses que cotiza en el Eurex (FEU3), quien apueste en el momento adecuado podría sacar dinero para vivir varios años, y eso sin correr un riesgo excesivo. Yo no veo cercano el momento de las subidas aún. Llevo meses buscando indicios del comienzo en las subidas de tipos, pero no veo nada que indique que podrían comenzar a subir ahora, aunque todo llegará.
4.- A los tipos de cambio, porque, en momentos como éste, son un indicador del camino que está siguiendo el dinero de los inversores. Analizar esto con cuidado puede permitirnos sacar partido aprovechando alguna que otra oportinidad predecible, además de orientarnos para anticipar movimientos en otros ámbitos.
5.- A las materias primas, cuyas proyecciones para el futuro rara vez aciertan (lo que puede permitir apostar contra lo que cree el mercado, cuando sea poco razonable), pero cuyo precio muestra indicaciones sobre como está la psicología del mercado en cada momento.
Pero, analizar con un mínimo de acierto cada una de estas cinco vertientes, más que un post, requiere varios libros enteros. Si logro el tiempo necesario, iré contando lo que veo en cada una de ellas, aunque, como debo aún ordenar muchas ideas en mi propia cabeza, no creo que sepa como resumir todo en unas pocas frases, así que creo que me extenderé lo que considere necesario, a riesgo de no parecer demasiado ameno.