Mensualmente Schroders presenta en imágenes la situación de los mercados financieros, en esta ocasión analizamos el regreso de la reactivación económica en 2018 a través las previsiones de crecimiento global y de la inflación, así como la evolución de los tipos de interés en las principales economías y las posibles repercusiones sobre el PIB/inflación.
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En palabras de Keith Wade, economista jefe de Schroders, "el mundo económico está disfrutando un crecimiento económico sincronizado, con la mayoría de las regiones mostrando un buen crecimiento a pesar de los diversos conflictos políticos. Como resultado, hemos elevado nuestra previsión de crecimiento global para 2018 hasta el 3,3%, frente al 3% previo. Supone una leve aceleración respecto a 2017, donde también hemos elevado hasta el 3,2%, desde el 3%. Si estamos en lo cierto, será el año de mayor incremento del PIB global desde 2011”.
¿Otro año de sólido crecimiento provocará una mayor inflación y un endurecimiento de la política monetaria? ¿Persistirá este escenario idílico en 2018?
Se prevé mayor crecimiento e inflación
Previsiblemente, tanto las economías avanzadas como emergentes disfrutarán de un mayor crecimiento en 2018. En el mundo desarrollado, Schroders ha elevado sus previsiones para EE. UU. y la zona euro del 2% al 2,5%, y del 2% al 2,3%, respectivamente. En Japón se prevé un aumento del 1,8% (1,5% anteriormente) y en los países emergentes elevamos nuestras previsiones de crecimiento hasta el 4,9% (4,8% anteriormente). También se espera un mayor crecimiento en la mayoría de las economías BRIC (con la excepción de la India, donde hemos revisado nuestras expectativas a la baja) e incorpora una cifra ligeramente más alta para China en 2018 con un 6,4%.
Pronostican una inflación del 2,3% en 2018 (desde el 2,2%), un resultado reforzado por la subida de los precios del petróleo y las materias primas, y reflejado en el repunte de la inflación de los precios al productor en todo el mundo en los últimos meses.
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No será una economía tan idílica
Este año se producirá una disminución de la combinación idílica de crecimiento mayor de lo esperado e inflación menor de la esperada. Factores estructurales tales como el efecto de la tecnología continúan siendo importantes, pero las fuerzas cíclicas sugieren que la inflación comenzará a coger fuerza con la reactivación de la actividad económica el próximo año.
Una política monetaria más estricta (y no solo en EE. UU.)
Esta visión apunta a un nuevo endurecimiento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal (Fed) y, si la política fiscal brinda un impulso adicional al crecimiento, podemos esperar tres alzas de tipos este año tras una subida en la reunión de diciembre de 2017. Actualmente, se prevé que los tipos de los fondos federales cierren 2017 al 1,5%, 2018 al 2,25% y 2019 al 2,5%.
Por otro lado, las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de Japón están avanzando en una dirección más dura. En Europa, creen que la expansión cuantitativa (QE) terminará en septiembre de 2018 y que los tipos subirán en 2019. En Japón, suponen que se mantendrá el control de la curva de rendimientos; no obstante, es muy probable que el Banco de Japón eleve el objetivo de rendimiento de los bonos gubernamentales a diez años, lo que representa un punto de inflexión hacia una política más estricta.
Reflación, el escenario más probable
Los dos escenarios reflacionistas son “auge del comercio mundial” y “reflación fiscal estadounidense”. El “auge del comercio mundial” se traduce en un mayor crecimiento e inflación, dado que el alza empuja los precios de las materias primas hacia arriba. Por su parte, el escenario de “reflación fiscal estadounidense” prevé un impulso fiscal, que incluirá recortes fiscales más profundos y un aumento del gasto en infraestructuras, lo que elevará la inflación. Ambos escenarios dan lugar a un aumento de la inflación, concentrándose el último en EE. UU.
Una característica de nuestro escenario de “reactivación de la productividad” es una actividad económica más fuerte; aunque aquí la inflación no se acelera, pues el crecimiento adicional va acompañado de un aumento de la productividad. Han surgido indicios alentadores últimamente de que la productividad está mejorando en EE. UU. y este escenario asume que continuará durante el periodo analizado.
Deflación y estanflación: riesgo de pérdidas
Hay dos escenarios que podrían dirigirnos hacia la dirección deflacionista: “estancamiento secular” y “repunte de los rendimientos de los bonos”. En el primero, el actual ciclo expansivo se desvanece y la economía mundial vuelve a caer en una tendencia deflacionista débil. Aunque ahora esto parezca improbable, es importante reconocer que todavía existen grandes obstáculos estructurales para el crecimiento mundial (por ejemplo, altos niveles de endeudamiento y deterioro demográfico). El escenario de “repunte de los rendimientos de los bonos” pronostica un brusco endurecimiento de las condiciones financieras conforme la Fed y el BCE desplieguen sus políticas de expansión cuantitativa, lo cual conduciría a un entorno deflacionista.
Otros dos escenarios dan lugar a un resultado de estanflación (de crecimiento débil mientras la inflación sube): “la inflación se acelera” y “mayor proteccionismo”. El primero pronostica una mayor inflación con un crecimiento económico más lento a medida que los bancos centrales responden endureciendo sus políticas monetarias. El segundo es aquel en el que los países elevan los aranceles en respuesta a un aumento del proteccionismo. Esto se traduce en una desaceleración de la actividad y un aumento de la inflación conforme se contrae el comercio y sube el precio de las importaciones.
Conclusión
El año pasado se caracterizó por una combinación de crecimiento estable y baja inflación; una economía idílica en que la actividad no estaba ni demasiado fría ni demasiado caliente para provocar una aceleración significativa de la inflación. Esto cambiará previsiblemente este año, en el que se espera que la inflación se acelere junto con el crecimiento y que la política monetaria se endurezca. Según el análisis de escenarios de Schroders, los riesgos tienden hacia un entorno más reflacionista que deflacionista, dado que consideran más probable el apoyo fiscal y un posible auge del comercio mundial.
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