El despido es el acto mediante el cual un empleador pone fin a la relación laboral con un empleado, lo que resulta en la terminación de su contrato de trabajo. En otras palabras, el despido implica que el empleado ya no está empleado por la empresa y deja de realizar sus funciones laborales en esa organización.
El despido es una de esas palabras que nadie quiere escuchar en el ámbito laboral. Es la decisión unilateral que toma una empresa o un empleador para poner fin a la relación laboral que tenía con un trabajador. En otras palabras, es el momento en el que tu jefe te dice que ya no necesitas tus servicios y, por tanto, te quedan sin trabajo, o lo que es lo mismo,
desempleado. Ahora bien, los despidos no son todos iguales y hay ciertas cosas que hay que entender para saber en qué situación te encuentras si te toca vivirlo.
Primero, es crucial conocer que el despido debe ser comunicado por escrito y tiene que explicar los motivos que lo justifican. No basta con un "hasta luego y suerte". Este documento es lo que se conoce como "carta de despido", y es importante revisarla detenidamente.
En segundo lugar, dependiendo del motivo y la forma en que se realiza el despido, este puede ser clasificado como procedente o improcedente. Un despido procedente es aquel que se justifica porque el trabajador ha cometido una falta grave, como podría ser el daño de material de la empresa. En cambio, un despido improcedente no tiene una justificación sólida, y en este caso, el trabajador tiene derecho a una indemnización.
Otro aspecto a tener en cuenta es que hay diferentes tipos de despido según las circunstancias. Por ejemplo, está el despido colectivo, que se da cuando una empresa necesita cerrar o hacer cambios significativos que implican el cese de varios empleados a la vez. También existe el despido objetivo, que puede darse por razones como la ineptitud del trabajador o por necesidades económicas de la empresa, pero tiene sus propias reglas y condiciones que lo diferencian del despido disciplinario, el cual es a causa de una falta grave del empleado.
Y hablando de curiosidades, ¿sabías que en España hay algo que se llama "despido exprés"? Aunque suena a algo rápido y sin complicaciones, en realidad se trata de una modalidad que permite al empleador despedir al empleado pagándole su indemnización correspondiente de forma inmediata, pero también abre la puerta a que el trabajador pueda impugnar ese despido si considera que es injusto.
En definitiva, el despido es, en esencia, la acción mediante la que un jefe, director o supervisor pone fin a su relación laboral con un, hasta el momento del despido, empleado.
¿Por qué se produce el despido?
El despido en una empresa puede ocurrir por diversas razones, que van desde problemas con el trabajador hasta decisiones estratégicas de la propia empresa. Para entender por qué se produce un despido, es útil mirar desde ambos lados del asunto: el del empleadores y el del empleado.
Desde el punto de vista del empleador, un despido puede ser necesario cuando un trabajador no cumple con sus tareas de forma adecuada, llega tarde de manera recurrente o comete alguna falta grave, como robar en el trabajo. En estos casos, estamos hablando de un despido disciplinario, donde la causa principal es un comportamiento inadecuado del empleado.
Sin embargo, no siempre es el trabajador el "culpable". En ocasiones, la empresa necesita reducir costes y decidir eliminar ciertos puestos de trabajo. Este tipo de despidos suelen clasificarse como objetivos, y pueden deberse a razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. En casos extremos, donde se afecta a un gran número de empleados, estaríamos hablando de un despido colectivo, algo que normalmente ocurre cuando la empresa está en crisis o se enfrenta a un cambio estructural importante.
Ahora, desde el punto de vista del trabajador, el despido es una noticia impactante que puede aparecer de un día para otro y cambiar completamente su vida laboral y personal. Por eso, es fundamental que tanto empleados como trabajadores conozcan sus derechos y obligaciones para que el proceso se lleve a cabo de la forma más justa posible. En casos de despido improcedente, donde no hay una justificación sólida para el cese, el empleado tiene derecho a recibir una indemnización.
Tipos de despido
En España, los despidos se pueden clasificar en diferentes categorías según la razón del cese laboral y la forma en que se lleva a cabo. Vamos a hablar de los más comunes.
Primero tenemos el despido disciplinario. Este se produce cuando hay una falta grave por parte del empleado, como podrían ser actos de indisciplina, absentismo laboral sin justificar o incluso robo. En estos casos, la empresa tiene la potestad de finalizar el contrato sin tener que pagar indemnización al trabajador.
Luego está el despido objetivo. Este tipo de despido no tiene que ver con la conducta del empleado, sino con circunstancias relacionadas con la empresa. Puede ser por razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. En estos casos, el trabajador tiene derecho a recibir una indemnización.
Además, en situaciones más extremas, como una crisis económica o una reestructuración a gran escala, la empresa puede recurrir al despido colectivo. Este afecta a un gran número de empleados y está sujeto a un proceso de negociación y regulación más estricto que los otros tipos de despido.
También se puede dar el caso del despido improcedente. Este es un despido que no cumple con los requisitos legales para ser considerado ni disciplinario ni objetivo. Cuando un despido se declara improcedente, el trabajador tiene derecho a una indemnización bastante elevada oa la readmisión en su puesto de trabajo, dependiendo del caso.
El despido: Consecuencias para la empresa
Cuando una empresa toma la decisión de despedir a un empleado, hay una serie de consecuencias que debe considerar.
En primer lugar, está el coste económico. Dependiendo del tipo de despido, la empresa podría tener que pagar una indemnización al empleado. En el caso de los despidos objetivos y los despidos improcedentes, este costo puede ser significativo.
Además, hay costes asociados al proceso de selección y formación de un nuevo empleado para cubrir la vacante, lo que también lleva tiempo. No solo se trata del salario, sino también del tiempo y recursos invertidos en encontrar al candidato adecuado y ponerlo al día con las tareas y responsabilidades del puesto.
Otra consecuencia importante es el impacto en la moral y la productividad del resto del equipo. Un despido puede generar un ambiente de incertidumbre o incluso de desconfianza entre los empleados que permanecen en la empresa. Esto puede llevar a una disminución en la productividad y, en casos extremos, incluso a una mayor rotación de personal si otros empleados deciden buscar oportunidades en otro lugar.
También hay que considerar el aspecto legal. Un despido mal gestionado podría resultar en un juicio laboral que, además del coste económico, puede afectar a la reputación de la empresa.
Por último, no hay que olvidar el impacto en la reputación de la empresa tanto interna como externamente. Vivimos en la era de las redes sociales y la información viaja rápido. Un despido considerado injusto o mal manejado puede tener repercusiones en la imagen pública de la empresa, lo que a la larga podría afectar a su capacidad para atraer tanto a nuevos empleados como a clientes.
Por todo ello, es fundamental que la empresa maneje los despidos de forma cuidadosa, respetando tanto la legalidad como los derechos del empleado, y considerando las diversas consecuencias que esta acción puede tener.
El despido: Consecuencias para el empleado
El despido es una experiencia que puede tener importantes consecuencias para el empleado. Aquí vamos a hablar de algunas de las más relevantes.
Primero, el impacto económico es inmediato. Perder el empleo significa perder la fuente principal de ingresos. Aunque pueda haber una indemnización, dependiendo del tipo de despido, esta cantidad generalmente se agota con el tiempo, y el empleado debe buscar otra fuente de ingresos lo más rápido posible.
Luego, está la cuestión emocional. Ser despedido puede ser un golpe duro para la autoestima y la confianza. Puede llevar un tiempo recuperarse emocionalmente y volver a sentirse preparado para enfrentar nuevos retos laborales.
Otra consecuencia es el efecto en la carrera profesional del empleado. Tener un despido en el historial laboral puede hacer que sea más complicado conseguir un nuevo empleo, especialmente si la razón del despido se relaciona con el rendimiento o el comportamiento en el trabajo.
También hay que tener en cuenta la pérdida de beneficios laborales. Al dejar la empresa, el empleado puede perder beneficios como el seguro de salud de la empresa, bonos, o la participación en planes de pensiones, lo cual es un factor más que añade incertidumbre al futuro.
Por último, pero no menos importante, está el cambio en la vida diaria. El empleo no solo proporciona ingresos, sino también una estructura y una rutina. La pérdida de un empleo puede llevar a un período de desorientación, donde hay que reajustar la vida cotidiana y encontrar una nueva "normalidad".
La Indemnización por despido
La indemnización por despido es una cantidad de dinero que la empresa debe abonar al empleado cuando este es despedido. Este concepto genera muchas dudas, pero su función es compensar al trabajador por la pérdida del empleo y ayudarlo en la transición hasta que encuentre un nuevo puesto de trabajo.
Ahora bien, no todos los despidos cobrarán indemnización. Esto dependerá del tipo de despido. En el caso de un objetivo despido, que suele deberse a razones económicas, técnicas, organizativas o de producción, se suele indemnizar con 20 días de salario por año trabajado.
Por otro lado, en el despido improcedente, cuando no hay una causa justificada o esta no se ha demostrado correctamente, la indemnización es mayor. En este caso, suele ser de 33 días de salario por cada año trabajado, aunque hay excepciones dependiendo de cuándo se inició la relación laboral.
Es vital que el empleado revise su finiquito y se asegure de que la cantidad indicada como indemnización se ha calculado correctamente. A veces, hay elementos como las pagas extra o los complementos salariales que deben tenerse en cuenta para que el cálculo sea el adecuado.
La indemnización por despido es un derecho del trabajador, pero también una responsabilidad de la empresa. De no abonarse correctamente, la empresa podría enfrentar sanciones y el empleado tiene el derecho de reclamar judicialmente.
Cómo calcular la indemnización por despido y el finiquito
Calcular la indemnización por despido y el finiquito puede parecer una tarea compleja, pero con unos pocos datos clave es más sencillo de lo que parece.
Es importante distinguir entre el finiquito y la indemnización. El finiquito es un documento que pone fin a la relación laboral y en el que se incluyen todos los conceptos pendientes de pago, como las vacaciones no disfrutadas o la parte proporcional de las pagas extra. La indemnización, en cambio, es una compensación específica por la finalización del contrato.
Para calcular la indemnización, el primer paso es identificar qué tipo de despido se ha producido. Si se trata de un objetivo despido, la indemnización suele ser de 20 días de salario por cada año trabajado. Si es un despido improcedente, la indemnización sería de 33 días de salario por cada año trabajado.
Una vez que sabes el tipo de despido y la cantidad de días por año trabajado que te corresponde, el siguiente paso es averiguar tu salario diario. Este se calcula dividiendo el salario mensual entre los días que tiene el mes (normalmente 30, incluso si el mes tiene 31 o 28 días).
Por último, multiplica tu salario diario por los días de indemnización correspondientes a cada año trabajado y, a continuación, multiplica este resultado por el número de años que tiene estado en la empresa. Hay que tener en cuenta las fracciones de año, es decir, los meses o días adicionales.
Para poner un ejemplo práctico, imaginemos que Ana ha sido despedida de forma improcedente, lleva 5 años en la empresa y su salario mensual es de 2.000 euros. Su salario diario sería de 2.000/30, es decir, 66,67 euros. La indemnización por año trabajado sería de 33 días, por lo que 66,67 euros multiplicado por 33 es 2.200,11 euros. Finalmente, 2-200,11 euros por 5 años serían 11.000,55 euros de indemnización.
La carta de despido
La carta de despido es un documento fundamental cuando se produce una finalización de la relación laboral entre el empleado y la empresa. Este documento sirve para formalizar de manera oficial el término del contrato de trabajo y para explicar las razones por las cuales se ha decidido llevar a cabo el despido.
Es muy importante para ambas partes: para el empleado, porque le da un registro escrito de la situación, y para el empleador, porque es un requisito legal que protege a la empresa en caso de litigios o desacuerdos futuros. Además, la carta de despido suele incluir información crucial como la fecha en que se hace efectivo el despido, lo que es esencial para calcular posibles indemnizaciones o prestaciones por desempleo.
En general, la carta debe ser lo más detallada posible y explicar las razones del despido de forma clara y fundamentada. En función del tipo de despido (objetivo, disciplinario, improcedente, etc.), la empresa tendrá que cumplir con ciertos requisitos y plazos para entregar esta carta al empleado. Por ejemplo, en un despido objetivo, la empresa normalmente tiene que avisar con 15 días de antelación, y durante ese tiempo el trabajador tiene derecho a 4 horas libres retribuidas para buscar un nuevo empleo.
Por todo ello, la carta de despido no es algo que se deba tomar a la ligera. Si la empresa comete algún error en ella, como no incluir las razones del despido o no entregarla en el plazo correspondiente, el despido podría considerarse improcedente, lo que implicaría una mayor indemnización para el empleado.
Ejemplo de despido
Para terminar, resulta pertinente concluir con un ejemplo práctico que ilustre todo lo explicado anteriormente.
Imaginemos a Laura, una empleada de una pequeña empresa de tecnología que, después de varios años de buen rendimiento, comienza a llegar tarde ya faltar sin justificación. Tras varios avisos verbales y escritos sin que la situación mejore, la empresa decide despedirla de forma disciplinaria. La empresa le entrega a Laura una carta de despido que detalla todas las faltas cometidas y cómo estas afectan al rendimiento de su trabajo y al de la empresa en general.
En este caso, se trata de un despido disciplinario, por lo que no hay obligación por parte de la empresa de pagar una indemnización. La fecha de efectividad del despido se incluye en la carta, que es entregada a Laura en mano. Ella, a partir de ese momento, podría acudir al SEPE para solicitar la prestación por desempleo si cumple con los requisitos necesarios, aunque también podría optar por impugnar el despido si considera que no ha sido justificado.
Si decide impugnar y un juez determina que el despido ha sido improcedente, la empresa tendría que pagarle una indemnización que se calcula en función de los años que Laura ha trabajado y su salario. De no haber errores en la carta de despido y estar todo en orden, la empresa estaría protegida de posibles demandas.
Este ejemplo nos ayuda a entender la importancia de todos los elementos que rodean a un despido: desde los avisos previos y el tipo de despido hasta la carta de despido y las potenciales consecuencias para ambas partes.