La inflación subyacente es una medida que capta el cambio en los precios de bienes y servicios (
inflación),
excluyendo aquellos que son volátiles o temporales. Es esencial comprender este concepto debido a su relevancia para evaluar con precisión la salud económica de un país y para formular políticas monetarias efectivas.
¿Cuáles son los bienes que se excluyen?
La inflación subyacente se centra en los cambios de precios de bienes y servicios fundamentales, excluyendo aquellos que pueden fluctuar significativamente debido a factores externos como la temporada, los precios energéticos o los alimentos. Los elementos que típicamente se excluyen del cálculo de la inflación subyacente en España son:
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Alimentos no elaborados: Esto incluye productos como frutas, verduras y carnes frescas, cuyos precios pueden verse afectados por factores climáticos y estacionales.
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Energía: Los precios de los combustibles como el gasolina y el gasóleo, así como la electricidad y otros servicios relacionados con la energía, tienden a experimentar fluctuaciones significativas debido a factores como los precios del petróleo y las políticas energéticas.
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Alcohol y Tabaco: Los precios de estos productos pueden verse influenciados por cambios en los impuestos especiales y políticas gubernamentales específicas.
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Bienes y Servicios Regulados: Esto incluye tarifas administradas por el gobierno, como las tarifas de transporte público y los precios de los servicios postales, que pueden estar sujetos a regulación gubernamental.
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Productos Estacionales: Artículos como ropa de temporada, juguetes de temporada y productos relacionados con festividades específicas que pueden experimentar fluctuaciones estacionales en los precios.
¿Por qué se utiliza la inflación subyacente?
Durante la década de 1970, muchos países experimentaron altas tasas de inflación (crisis del petróleo), lo que llevó a una mayor atención hacia la medición y comprensión de este fenómeno económico. En ese momento, las medidas convencionales de inflación, como el Índice de Precios al Consumidor (IPC), incluían todos los componentes de los gastos de los consumidores, lo que significaba que reflejaban tanto los cambios en los precios de bienes y servicios esenciales como aquellos que eran más volátiles o transitorios.
Sin embargo, a medida que los economistas y los responsables de la política monetaria profundizaban en el análisis de la inflación, se dieron cuenta de que algunos componentes del IPC, como los precios de los alimentos y la energía, podían fluctuar significativamente debido a factores que no estaban directamente relacionados con la presión inflacionaria subyacente de la economía, como eventos climáticos extremos o cambios en los precios internacionales del petróleo.
En respuesta a estas preocupaciones, los economistas comenzaron a explorar medidas alternativas de inflación que pudieran proporcionar una mejor indicación de la verdadera tendencia inflacionaria subyacente de una economía. Esto llevó al desarrollo de la noción de inflación subyacente.
Al eliminar la volatilidad de estos productos, la inflación subyacente ofrece una visión más clara de la tendencia de los precios en la economía, lo que permite a los formuladores de políticas evaluar mejor las presiones inflacionarias a largo plazo.
Esta medida ayuda a discernir si el aumento generalizado de precios es temporal o si refleja una tendencia persistente, lo que es crucial para la toma de decisiones económicas informadas.
Es común utilizar índices de precios al consumidor (IPC) ajustados, donde se eliminan productos como alimentos y energía que tienden a experimentar fluctuaciones significativas.
Una inflación subyacente estable sugiere un crecimiento económico saludable con cambios de precios moderados y predecibles. Por otro lado, un aumento persistente en la inflación subyacente puede indicar presiones inflacionarias subyacentes que pueden requerir intervención política, como ajustes en las tasas de interés.
Supongamos que en un país, la inflación general ha aumentado debido a un aumento repentino en los precios de los alimentos debido a condiciones climáticas adversas. Sin embargo, al examinar la inflación subyacente, que excluye los alimentos, se observa que los precios de otros bienes y servicios permanecen relativamente estables. Esto indica que la inflación general es impulsada principalmente por factores temporales y no refleja una presión inflacionaria generalizada.