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Pensión no contributiva

Una pensión no contributiva es un tipo de prestación económica que se otorga a personas que no cumplen con los requisitos de contribución al sistema de seguridad social o de pensiones, lo que significa que no han realizado las contribuciones económicas requeridas durante su vida laboral para ser elegibles para una pensión contributiva.

Imaginemos a Juan, un hombre que ha pasado gran parte de su vida cuidando de su familia, y que por diversas razones, no ha tenido la oportunidad de trabajar lo suficiente para cotizar al sistema de pensiones de la Seguridad Social. ¿Qué sucede cuando Juan llega a la edad de jubilación? Aquí es donde entra en juego la pensión no contributiva, un tipo de pensión, es decir, de prestación que, aunque suele ser más baja que una pensión contributiva, tiene como objetivo garantizar un nivel de vida mínimo para personas que no tienen suficientes recursos y que no han podido cotizar lo suficiente o en absoluto.

La pensión no contributiva es como una red de seguridad social para quienes no tienen otra opción. A diferencia de la pensión contributiva, para la que tienes que haber trabajado y contribuido al sistema durante un período determinado, la pensión no contributiva se concede en función de las necesidades económicas y personales del solicitante. En general, se destina a personas en situación de vulnerabilidad, como podrían ser los mayores sin recursos o personas con alguna discapacidad.

Ahora bien, no todo el mundo puede recibir una pensión no contributiva; hay ciertos requisitos que hay que cumplir. Por ejemplo, se tiene en cuenta la situación económica de la persona, su estado de salud y, a veces, la estructura familiar en la que se encuentra. Este tipo de pensión se financia directamente a través de los presupuestos del Estado, lo cual significa que es el conjunto de la sociedad quien contribuye a que estas personas puedan tener un mínimo de bienestar económico.

Una curiosidad sobre las pensiones no contributivas es que, a menudo, son compatibles con otros ingresos o ayudas, aunque esto puede variar según las normativas y cada caso concreto. Además, en algunos casos, recibir esta pensión da derecho a otros beneficios sociales, como podría ser el acceso a una vivienda de protección oficial o la exención del copago farmacéutico.

Tipos de pensión no contributiva


Siguiendo con el caso de Juan, y personas como él, hay que saber que no hay una única pensión no contributiva, sino que existen distintos tipos, dependiendo de las circunstancias de cada individuo. Principalmente, hay dos grandes categorías: la pensión no contributiva por jubilación y la pensión no contributiva por invalidez.

La primera, la de jubilación, es para aquellos que alcanzan la edad de retiro pero que, como hemos visto, no han cotizado lo suficiente para tener derecho a una pensión contributiva. Es decir, si Juan llega a la edad de jubilación y no ha podido cotizar, podría acceder a este tipo de pensión para tener un ingreso mínimo que le permita vivir con dignidad.

La segunda, la de invalidez, es para las personas que tienen una discapacidad física o mental que les impide trabajar. Imaginemos ahora a María, que tiene una discapacidad y no puede acceder al mercado laboral. María tendría derecho a una pensión no contributiva por invalidez, que le permitiría tener unos ingresos mínimos para cubrir sus necesidades básicas.

Es importante señalar que ambas pensiones tienen requisitos específicos, que van desde la edad y el grado de discapacidad hasta la situación económica de la persona o la familia. En general, se hacen estudios y valoraciones para asegurarse de que la pensión va destinada a quienes realmente la necesitan.

Por tanto, ya sea que te encuentres en una situación parecida a la de Juan o a la de María, las pensiones no contributivas están diseñadas para que nadie quede desamparado. 

¿Quién puede cobrar una pensión no contributiva?


Siguiendo con nuestro tema sobre las pensiones no contributivas, te estarás preguntando quiénes son los afortunados que pueden recibir estos beneficios. Bueno, cada tipo de pensión tiene sus propios requisitos, pero hay algunas reglas generales que te ayudarán a entender quién puede acceder a estos recursos.

Para empezar, la pensión no contributiva de jubilación es para aquellas personas que, al llegar a la edad de retiro, no han cotizado lo suficiente para recibir una pensión contributiva. Si eres como Juan y llegas a la edad de jubilación sin las cotizaciones necesarias, aquí es donde entraría en juego este tipo de pensión.

Por otro lado, la pensión no contributiva por invalidez está diseñada para personas con una discapacidad significativa que les impide trabajar. En el caso de María, quien tiene una discapacidad que le impide trabajar, ella podría ser candidata para recibir esta ayuda.

Ahora bien, además de estas condiciones específicas, hay otros requisitos que suelen ser comunes para ambas pensiones. Uno de los más importantes es el límite de ingresos y patrimonio, es decir, este tipo de pensión está destinado a personas con recursos económicos muy limitados. Si tienes una casa en la Costa del Sol y un yate, es muy probable que no puedas acceder a una pensión no contributiva.

También hay que tener en cuenta la residencia. Normalmente, se requiere ser español o residente legal en España, y haber vivido un mínimo de años en el país para poder acceder a estos beneficios.

Requisitos para cobrar una pensión no contributiva


Si ya tienes claro qué es una pensión no contributiva y quiénes podrían recibirla, quizás te preguntes qué necesitas para ponerte a la cola y recibir estos beneficios. No te preocupes, te lo explico a continuación.

Primero, hablaremos del tema del dinero. En general, para acceder a una pensión no contributiva, no puedes tener grandes ingresos ni mucho patrimonio. Es decir, si en tu casa entra mucho dinero o tienes varios pisos a tu nombre, es posible que no puedas recibir esta pensión. Se evaluará tanto tus ingresos como los de tu unidad familiar para determinar si te corresponde esta ayuda.

Segundo, la edad. Para la pensión no contributiva de jubilación, normalmente tienes que haber llegado a una cierta edad que suele ser la de la jubilación. En cambio, para la pensión no contributiva por invalidez, la edad suele ser un factor menos importante; aquí lo que se evalúa principalmente es tu grado de discapacidad.

Tercero, tienes que vivir en España. Y no solo eso, sino que normalmente te piden haber vivido aquí un número mínimo de años. Eres más propenso a recibir la pensión si puedes demostrar un arraigo en el país.

Y por último, la solicitud. No creas que por cumplir estos requisitos la pensión te caerá del cielo. Hay que hacer una solicitud y pasar por una serie de evaluaciones. Normalmente, tendrás que presentar documentos que prueben tu situación: desde informes médicos si hablamos de una pensión por invalidez hasta pruebas de tus ingresos y tiempo vivido en España.

Dicho todo esto, y resumiendo, si no tienes grandes recursos económicos, cumples con los requisitos de edad o discapacidad y has vivido en España el tiempo necesario, tienes muchas papeletas para recibir una pensión no contributiva.

¿Cómo se calcula una pensión no contributiva?


Siguiendo con el tema de las pensiones no contributivas, quizás te estés preguntando cómo se calcula la cantidad que podrías recibir. La realidad es que no es un número al azar, sino que se determina en función de ciertos criterios. Vamos a desglosarlo para que lo entiendas mejor.

Primero que nada, debes saber que la cantidad que te correspondería no será muy alta, precisamente porque se trata de una ayuda para personas con recursos limitados. El Estado establece una cantidad máxima que puedes recibir cada año, y esta cantidad se actualiza con cierta regularidad. En la mayoría de los casos, la pensión no contributiva suele ser una fracción de esta cantidad máxima, dependiendo de tu situación personal y la de tu familia.

La clave aquí es la "unidad económica" a la que perteneces, que en palabras sencillas sería como tu "equipo" en casa: quiénes viven contigo y contribuyen a la economía del hogar. Si vives solo, pues tu "unidad económica" eres tú mismo. Se suman todos los ingresos y patrimonios de esta "unidad" y se divide entre el número de miembros para ver si se cumple con el límite establecido para recibir la pensión.

Otro factor a tener en cuenta es si tienes algún grado de discapacidad o dependencia. En estos casos, es posible que la cantidad de la pensión sea un poco más alta.

Y no olvides que este tipo de pensiones se revisan periódicamente. Es decir, si tu situación cambia, la cantidad que recibes también podría hacerlo. Por ejemplo, si alguien más se muda a tu casa y contribuye con más ingresos, podría recibir menos. O al contrario, si tu situación empeora, podrías recibir un poco más.

Diferencia entre pensión contributiva y pensión no contributiva


Ahora que ya hemos hablado tanto de la pensión contributiva como de la no contributiva, es el momento de entender qué las distingue la una de la otra. A primera vista, podríamos pensar que la principal diferencia está en el nombre: una es "contributiva" y la otra "no contributiva". Y en efecto, ahí ya tenemos una pista.

La pensión contributiva es, digamos, como una especie de "hucha" a la que ha ido contribuyendo durante tu vida laboral. Ha trabajado, ha cotizado a la Seguridad Social, y al llegar a una cierta edad o circunstancia (como una incapacidad), sacas lo que ha ido "guardando". Por supuesto, no es literalmente tu dinero el que te devuelven, pero sí se basa en cuánto has cotizado y durante cuánto tiempo para calcular cuánto te corresponde. Es como un reconocimiento a tu trayectoria laboral y las aportaciones que has hecho al sistema.

Por otro lado, la pensión no contributiva es más como una ayuda del Estado. No ha tenido que cotizar para recibirla, y está destinada a personas que, por diversas razones, no tienen recursos económicos suficientes y tampoco han cotizado lo necesario para recibir una pensión contributiva. Es decir, es como un salvavidas para quienes más lo necesitan.

Otra diferencia importante está en la cantidad que recibes. En general, las pensiones contributivas suelen ser más altas que las no contributivas. ¿Por qué? Pues porque se calculan en base a tus cotizaciones, y por lo tanto, suelen reflejar de alguna manera los ingresos que tenías mientras trabajabas. Las no contributivas, como ya dijimos, son más bien ayudas para cubrir necesidades básicas y suelen ser cantidades más modestas.

También hay diferencias en cómo se calculan, los requisitos que debes cumplir para acceder a ellas y cómo se actualizan, pero en esencia, la distinción más grande está en ese concepto de "contribuir o no contribuir" al sistema.

Como podemos apreciar, en ambos casos hablamos de pensiones, pero cada una responde a situaciones y necesidades diferentes.

Ejemplo de pensión contributiva


Para rematar todo lo que hemos estado hablando sobre las pensiones no contributivas, nada mejor que un ejemplo sencillo que nos ayude a visualizar de qué va todo esto.

Imaginemos a Rosa, una mujer de 70 años que ha dedicado toda su vida a cuidar de su familia. Rosa nunca tuvo un trabajo remunerado ni cotizó a la Seguridad Social. Aunque ha sido una pieza fundamental en su hogar, no tiene acceso a una pensión contributiva porque no ha hecho aportaciones al sistema. Sin embargo, sus ingresos actuales y los de su familia son muy bajos, apenas suficientes para cubrir las necesidades básicas.

Aquí es donde entra en juego la pensión no contributiva. Rosa es una candidata perfecta para recibir este tipo de pensión, diseñada precisamente para personas como ella: que no han cotizado lo suficiente o nada, y que se encuentran en una situación económica precaria. Rosa solicita la pensión y, tras evaluar su situación, se le concede una ayuda mensual. No es mucho, pero sí lo suficiente como para que pueda vivir de manera más digna, cubrir sus necesidades básicas y no ser una carga para su familia.

Este dinero que Rosa recibe no es un premio ni un regalo, es un derecho social. Una forma que tiene la sociedad de decir: "Estamos aquí para ayudarnos mutuamente, especialmente a quienes más lo necesitan".

Con el caso de Rosa, vemos cómo la pensión no contributiva cumple una función social vital. Ayuda a garantizar un nivel de vida mínimo para aquellas personas que, por diversas circunstancias, no tienen acceso a una pensión contributiva. Y aunque las cantidades suelen ser más modestas que las de las pensiones contributivas, su impacto en la vida de las personas puede ser enorme.

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Pensión no contributiva, Francisco Coll, 18 de septiembre del '23, Rankia.com
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