Las gestoras de fondos de inversión o de activos son sociedades que se encargan de administrar el dinero de terceros. Esto, con el objetivo de seguir diferentes estrategias establecidas de antemano.
Es decir, las gestoras de fondos son instituciones que administran capital ajeno, según condiciones definidas previamente.
Las gestoras de fondos son entidades de inversión que actúan como intermediarios, sobre todo, para los pequeños inversores que carecen de la experiencia, el tiempo y/o los conocimientos necesarios para seleccionar los productos más adecuados según sus expectativas, necesidades y
perfil de inversor.
Los
fondos de pensiones, sin ir más lejos, son un ejemplo de inversión llevada a cabo por una gestora de fondos. Pero, más allá de ese caso particular, las gestoras pueden ofrecer al público distintos tipos de fondos: de
renta fija, de
renta variable, mixtos,
indexados, entre otros.
Funciones de una gestora de fondos
La gestora de fondos es la encargada de agrupar el dinero de diferentes inversores. Ello, con el objetivo de favorecer la participación en inversiones más rentables que, de otro modo, serían inaccesibles, en particular, para los inversores más pequeños.
Es decir, al invertir mediante un fondo, el agente puede colocar su dinero en activos en los que no podría invertir de forma individual.
Además de establecer la estrategia a seguir, las gestoras de fondos también son las responsables de representar a los partícipes de los fondos de inversión en las empresas donde invierten, así como de conocer la estrategia de las mismas.
En ese sentido, cabe destacar que las gestoras de fondos pueden apostar por diferentes activos financieros y ofrecer carteras diversificadas con productos de renta fija, renta variable, depósitos, entre otros.
El trabajo de estas sociedades de inversión ahorra tiempo a los clientes. Además, les brinda seguridad de que su capital está, en teoría, en manos de analistas expertos.
Regulación de las gestoras de fondos
Para entenderlo de otro modo, las gestoras de fondos se encargan de la administración del fondo, es decir, deciden en qué se va a invertir el capital. Sin embargo, el dinero del inversor se encuentra bajo la custodia de una institución independiente que es la entidad depositaria que, a su vez, supervisa las funciones de la gestora para proteger los intereses del usuario.
Al mismo tiempo, tanto la gestora del fondo como la entidad depositaria están bajo la regulación de la CNMV. De ese modo, se busca garantizar transparencia y menores riesgos para el inversor.
Otro aspecto importante a destacar es que los gestores están obligados a brindar información al mercado. En primer lugar, se debe presentar a la CNMV un documento con todas las características del fondo, de cara a los potenciales partícipes.
En España, a dicho informe se le denomina Documento de datos fundamentales para el inversor (DFI) y recoge: objetivos y política de inversión,
perfil de riesgo, gastos corrientes y comisiones, rentabilidad histórica, inversión mínima inicial, entre otros.
Luego, dicho informe se pone a disposición del público, y de esa forma los inversores podrán evaluar si el fondo se ajusta a su perfil y objetivos.
Además, a los que ya sean partícipes del fondo, se les debe hacer llegar periódicamente un informe con el registro de las operaciones realizadas y los rendimientos obtenidos por el gestor.
Tipos de gestoras de fondos
Podemos distinguir dos tipos de gestoras de fondos:
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De gestión activa: En este caso, el gestor busca “batir el mercado”, es decir, superar los rendimientos de un benchmark que puede ser, por ejemplo, un índice bursátil. Con ese propósito, se da un seguimiento a las inversiones efectuadas, siendo fundamental la investigación y el análisis para la toma de decisiones.
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De gestión pasiva: Este tipo de gestión busca replicar el rendimiento del benchmark. Se trata de un enfoque menos arriesgado que el de la gestión activa. Un ejemplo de instrumento gestionado de esta manera son los fondos indexados. Estos invierten en una cartera de activos que reproduce la composición de un índice específico, por ejemplo, el S&P 500.