La cantidad total de dinero en circulación y su velocidad, variables centrales en el cambio de régimen en curso
El dinero y su velocidad importan. Pascal Blanqué, director de Inversiones de Amundi, sostiene que M (la cantidad total de dinero en circulación) y su velocidad son variables centrales del nuevo régimen macrofinanciero. “Se demostrará que su importancia relativa será mayor que las ratios deuda-PIB”, afirma. Este cambio de foco es, de hecho, una característica diferencial de aquello que él denomina el cambio de
régimen.
“Aunque no hay forma de negar el crecimiento de M, sus implicaciones se minimizan. El olvido del monetarismo juega su papel, con los remotos episodios de los años 70 ahora en un pasado lejano. El deterioro de la memoria (el olvido) ha hecho su trabajo. Además, la velocidad del dinero está descartada. La velocidad, como tradicionalmente se mide, ha caído después de la crisis, con la innovación financiera y la tecnología digital jugando un papel clave en su reducción y proyectando sombras y profundas dudas sobre cualquier conexión residual con la inflación futura y con el patrón de los tipos de interés”. Esto le lleva a creer que la narrativa de un repunte temporal de la inflación ha ganado terreno.
Argumentamos que, según una evolución debidamente medida e integrada tanto en la esfera financiera como en la real, la relación entre V (velocidad del dinero) y la inflación total no se ha roto. “El marco intelectual todavía es válido. Si ese es el caso, entonces V es más alta de lo que se suele pensar”.
El marco de referencia puede haberse ampliado recientemente (en las tres últimas décadas), bajo la combinación de factores poderosos, pero no duraderos, que no pueden ser extrapolados y que parecen revertirse uno a uno (las segundas derivadas son importantes). Este es el caso de la demanda, la oferta, la demografía, el cambio de características de la globalización 1.0, el comercio global, la mano de obra barata en Asia…
La dinámica del marco
No obstante, según el experto, no hay nada que nos permita aseverar con algún grado de certeza que la dinámica del marco ha dejado de ser efectiva. “Después de todo, la inflación de los precios de los activos va primero -el dinero se inyecta en los mercados financieros en la economía contemporánea- y se espera que posteriormente la actividad siga, aunque con retraso y, en última instancia, tras otro retraso, la inflación en su sentido más amplio se expandirá”.
Esto parece encajar con la idea de un cambio de régimen, donde los gobiernos toman el control del dinero mientras se mantiene el crecimiento del dinero generalizado a doble dígito durante varios años, como parte de una transición más amplia de las fuerzas del libre mercado, los bancos centrales independientes y las políticas basadas en reglas a una economía dirigida.
Según Blanqué, esto podría introducir otro desfase entre la inflación al alza y los bajos tipos de interés, ya que los tipos estarían limitados durante algún tiempo (lo que resultaría en una represión financiera), antes de que las autoridades pierdan el control de las curvas de tipos de intereses, lo que conduciría por tanto a un nuevo orden monetario.
“En este caso es fundamental la asunción de que la velocidad del dinero debería significar revertir a la media, hasta cierto punto. Pensamos que, de la misma forma que la inflación es un fenómeno monetario (Friedman), los fenómenos monetarios tienen una dimensión psicológica”, concluye.