Totalmente de acuerdo. Muhchas de esas personas han cometido un error, un pequeño delito -sin dañar gravemente a nadie- y se les niega la oportunidad de seguir adelante. La ley es implacable con los peces menores. No tener a lo mejor una segunda oportunidad porque la entrada en prisión pueden destruírles física y/o psicológicamente, tener que endurecerse deshumanizándose para no ser triturados por los malvados (que también los habrá), con lo cual un error, pequeño delito, los marca indefectiblemente.
Muchos de ellos/as podrían hacer un trabajo excelente en muchos sitios, por ejemplo, en ONGS, que con la finalización de los objetores de conciencia perdieron una ayuda inestimable.
Actuar sobre ellos ayudándoles, carnet de manipulación de alimentos, formación, y que con los auxiliares, por ejemplo, den de comer a la gente que necesita ayuda en las residencias (hay un primer turno donde los menos válidos son atendidos directamente para darles de comer), areglar jardines, pintar centros de discapacitados profundos donde gente sin familia que los atienda tienen que vivir etc.
Lo primero es que hacen un trabajo utilísimo para la sociedad y para ellos mismos, segundo se les pone ante una realidad que les puede ayudar a reaccionar "Oye, que dentro de tus circunstancias hay gente en esta realidad que está mucho peor que tú"...
Se podría recuperar mucha gente ...
Hum...¿No se referirá usted a la línea que entre sus textos canónicos están las ideas de Kropotkin?
Cita
Hay, en primer lugar, un hecho constante, un hecho que es ya, en sí mismo, la condenación de todo nuestro sistema judicial: ninguno de los presos reconoce que la pena que se le ha impuesto es la justa.
Hablad a un detenido por hurto, y preguntadle algo acerca de su condena. Os dirá: Caballero, los pequeños rateros aquí están, los grandes viven libres, gozan del aprecio del público. ¿Y qué os atreveríais a responderle, vosotros que conocéis las grandes compañías financieras fundadas expresamente para sorberse hasta las monedas de cobre que ahorran los conserjes, y para permitir que los fundadores, retirándose a tiempo, echen legalmente su agudo anzuelo sobre las pequeñas fortunas que encuentran a su alcance? Conocemos a esas grandes compañías de accionistas, sus circulares engañosas, sus timos... ¿Cómo responder, pues, al prisionero, sino diciéndole que tiene razón?
Final de cita
(Fragmento de la conferencia (Cap. II,) de Piotr Kropotkin, "Las prisiones)