El año bancario ha sido catastrófico.
Sólo hemos ganado 500 mil millones.
Impuestos al día!
Alto interés!,
y Crédito rápido!
Somos la mejor esponja...
te lo absorvemos todo!
Toma! Toma!, nada que no te engaño.
¡Somos la tía del anuncio!
¡Esta es tu casa!
¡Tenemos la mejor patada para tu culo!
Yo no maldigo mi suerte,
porque minero nací
y aunque me ronde la muerte,
no tengo miedo a morir.
El obrero
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La población no salió a la calle pidiendo la revolución. Pedía más democracia y alternativas a las políticas reaccionarias que se estaban imponiendo, objetivos que si no se alcanzan, sí que podrían crear una situación pre-revolucionaria. En realidad, lo que se estaba pidiendo era una Segunda Transición, que pasara de una democracia enormemente incompleta y limitada (democracia hoy se limita a poder votar cada cuatro años en un sistema bipartidista de dos partidos, ambos imbuidos de ideología neoliberal, dentro de un sistema poco proporcional y representativo) a una democracia real, participativa, con formas de democracia directa (como referéndums) además de democracia indirecta representativa, con un Estado que esté basado en la soberanía popular, redistributivo, que sostenga la equidad y la eficiencia. Estos objetivos son lógicos, de sentido común, que la mayoría de la población aprobaría si se les diera la oportunidad de poder escogerlo.
Y ahí está la raíz de los eventos del día de las elecciones. Empoderaron a las clases populares enormemente. Alianzas de fuerzas y movimientos que no existían un año antes consiguieron ganar las alcaldías. Sí, las clases populares pueden cambiar la situación si se movilizan y organizan. Aquel día se demostró que es posible. El enorme pánico que le ha entrado a los establishments financieros, económicos y políticos del país es una consecuencia de ello. Este pánico aparece también en el establishment mediático, que alcanza niveles de ridiculez.
La redefinición de España
Se ha abierto así una nueva etapa que requerirá un cambio profundo del Estado español. Este Estado, definido en su Constitución, no fue resultado de una ruptura con el Estado anterior (como se ha sostenido por parte de aquellos que todavía insisten en que la Primera Transición fue modélica, a pesar de la enorme evidencia que muestra lo contrario), sino una adaptación, conservando muchas de las características del Estado dictatorial anterior, Estado controlado por el partido conservador y, en menor grado, por el otro partido del bipartidismo dominante, el PSOE.
Una consecuencia de ello es que el Estado actual heredó muchas de las características del Estado dictatorial, con una España radial, carente de sensibilidad social (todavía hoy España es uno de los países con uno de los gastos públicos sociales más bajos de la UE-15) y negador de su plurinacionalidad. Pero este Estado ha perdido su legitimidad. Como bien decía el movimiento de indignados, “lo llaman democracia y no lo es”.
De ahí que debe crearse otro Estado a base de procesos de cambio (procesos constituyentes) que marquen las bases para su establecimiento. Y este Estado debe ser policéntrico y no radial, y debe reconocer la plurinacionalidad de España, garantizando que la unidad de España esté basada en la voluntad y deseo de las partes, y no en la fuerza (como sucede hoy con el Ejército, al que la escasamente democrática Constitución exige que mantenga dicha unidad, imponiéndola a todas las naciones). En realidad, pude ver con gran alegría que en Galicia gran parte de estos movimiento de la Marea tienen esta vocación, aunando las reivindicaciones sociales con las nacionales, lo que viene facilitado por el hecho de que las clases populares sean las que utilizan más el gallego. Estas demandas, hechas democráticamente, chocarán con la estructura del Estado central. Pero si la población se moviliza podrá mover montañas, y si no se lo creen, esperen y lo verán.
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Un saludo