Aprovechar el poder de la innovación puede beneficiar tanto al inversor como al medioambiente
Desde las toxinas en el aire que respiramos hasta los metales pesados en nuestros ríos, no son pocos los desafíos medioambientales que debemos afrontar.
Es indudable que la concienciación sobre estos problemas y el interés por solucionarlos está aumentando, pero a pesar de este avance, una población creciente que consume más al subir su poder adquisitivo supone una carga cada vez mayor sobre el planeta.
Existe una tensión constante entre propiciar el desarrollo económico mundial y reducir el coste para el medioambiente. Abordar esta cuestión es un pilar fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que recogen los problemas de sostenibilidad más acuciantes del mundo.
Aquellas áreas donde las empresas sean capaces de desarrollar soluciones que posibiliten la economía moderna y reduzcan al mismo tiempo nuestra huella medioambiental ofrecen grandes oportunidades para alinear el éxito de inversión con un impacto positivo en el entorno.
Innovar para tener impacto
El imperativo de abordar los desafíos medioambientales puede conllevar la necesidad de tomar medidas drásticas. No obstante, las mejoras incrementales —la evolución de las tecnologías y de cómo se utilizan, más que las tecnologías revolucionarias propiamente dichas— son a menudo las que tienen mayor impacto.
Así, avances modestos en la eficiencia de sistemas omnipresentes pueden comportar mayores beneficios materiales que soluciones radicales en nichos de mercado.
Las compañías que permiten a otras empresas tener un impacto positivo a través de los bienes o servicios que ofrecen pueden ser las catalizadoras de un cambio de amplio alcance.
Generar más con menos
Dada la creciente demanda global de energía, el progreso tecnológico es la clave para fomentar una industrialización inclusiva y sostenible.
Hasta ahora nos hemos concentrado —con razón— en cómo producimos electricidad, y solemos pasar por alto cómo la utilizamos. Sin embargo, existe un gran potencial para reducir las emisiones desde la base industrial existente haciendo que nuestro consumo sea más eficiente.
Schneider Electric, un grupo industrial francés que lidera la transformación digital en el mercado de la automatización, ilustra el impacto potencial de la idea de «retroadaptar el mundo» usando tecnologías que reduzcan su consumo de energía.
Una de las formas en que esta compañía está teniendo impacto es el desarrollo de soluciones innovadoras que buscan aprovechar el valor de los datos para maximizar la eficiencia de los sistemas. Desde el aire acondicionado de las oficinas hasta las redes eléctricas, los sistemas que apuntalan la economía moderna están cada vez más automatizados y digitalizados. La conexión al llamado «internet de las cosas» permite recopilar datos vitales entre sistemas más inteligentes, analizarlos con información en tiempo real y utilizarlos para optimizar procesos.
Sistemas más eficientes que recorten el consumo de electricidad no solo ahorrarán dinero a los clientes de Schneider, sino que también comportarán enormes beneficios medioambientales. La empresa se ha puesto como objetivo reducir las emisiones de dióxido de carbono de sus clientes en 100 millones de toneladas entre 2018 y 2020, un volumen equivalente a las emisiones anuales de CO2 provenientes del uso de electricidad por parte de 17 millones de hogares.
La escala de la oportunidad de inversión a largo plazo que esto plantea está clara, al igual que su impacto positivo en el medioambiente. IHS Markit prevé que en 2025 habrá 73.000 millones de dispositivos conectados al internet de las cosas, cifra muy superior a los 27.000 millones de 2017.
Aspirar a un impacto más amplio
Este es solo un ejemplo ilustrativo de cómo una empresa puede comportar beneficios para el medioambiente más allá de sus propias operaciones. Para medir mejor el impacto de una compañía, los inversores pueden sopesar cómo permite a otras empresas conservar energía o agua, por ejemplo, o bien reducir su huella medioambiental de otro modo.
Es indudable que hay oportunidades milmillonarias para las empresas innovadoras que sean capaces de ofrecer productos y servicios que ayuden a solventar los desafíos medioambientales a los que se enfrenta el mundo.
Para sus accionistas, esto significa que pueden aspirar no solo a conseguir una rentabilidad financiera sostenible a largo plazo, sino también a contribuir al logro de un impacto positivo y demostrable en el entorno.
Ben Constable-Maxwell, Director de Inversión Sostenible y de Impacto en M&G Investments
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