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Copenhague: nuevos retos empresariales ante el cambio climático

Estos días, los principales líderes mundiales se reúnen en Copenhague para negociar un convenio llamado a suceder al Protocolo de Kioto. Firmado en diciembre de 1997, este tratado sentaba las bases para la reducción de los Gases de Efecto invernadero (GEI), principales causantes del llamado cambio climático, para el periodo 2008-2012. El acuerdo que ha de salir de la cita danesa resulta, sin embargo, más complejo: se trata no sólo de asumir un compromiso real con el planeta, sino de transformar los modelos económicos actuales por otros más respetuosos con el medioambiente.

Adoptar modelos de desarrollo menos contaminantes –bajos en carbono– implica trabajar en torno a cuatro ejes fundamentales: aumentar el ahorro y la eficiencia energética, reducir el consumo de combustibles fósiles a favor de energías renovables, consolidar la implantación de nuevas tecnologías y promover la innovación en los procesos productivos. Un compromiso que no ha dudado en aceptar la Unión Europea, con el llamado ‘Triple 20’, que aboga por una reducción del 20 por ciento de los GEI, un incremento del 20 por ciento en el uso de energías renovables y un aumento de la eficiencia energética que ronde el 20 por ciento. Todo ello en un horizonte que no supere el año 2020.

Calentamiento Global, Cumbre de Copenhague, Protocolo de KiotoSin embargo, la lucha contra el cambio climático debe ser asumida como un compromiso global y requerirá importantes inversiones para alcanzar los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero. Según las estimaciones de la Convención Marco del Cambio Climático presentadas en 2008, la inversión anual necesaria para alcanzar este objetivo rondará los 250.000 millones de dólares en 2030, de los cuales, la mitad estarían destinados a proyectos en países en vías de desarrollo, siendo dos tercios provenientes de capital privado.

Más allá de los acuerdos que se alcancen en Copenhague, lo cierto es que, en los próximos años, se movilizarán importantes recursos que supondrán oportunidades indiscutibles de actuación para aquellas empresas que se hayan especializado en la mitigación.

Un caso concreto de inversión en este terreno es el llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), en virtud del cual empresas y gobiernos de países con obligaciones de reducción llevarán a cabo proyectos bajos en carbono en naciones en vías de desarrollo que generen derechos de emisión que puedan adquirirse. Así, en el periodo 2002-2007, el MDL generó alrededor de 20.000 millones de euros. Por su parte, el mercado del carbono moviliza en su conjunto 50.000 millones de euros anuales. En el caso concreto de España, y dado que se estima que en el marco de los compromisos adoptados en Kioto deberán adquirirse 159,15 millones de reducciones de emisión, nuestro país ha realizado contribuciones a los Fondos de Carbono gestionados por las instituciones financieras internacionales por valor de 400 millones de euros.

Asimismo, no hay que perder de vista la inversión que será necesaria para garantizar la adaptación a los impactos del cambio climático, es decir, crear las condiciones óptimas para hacer frente al futuro, que podrían superar los 50.000 millones anuales para 2030.

Precisamente para ayudar a las empresas españolas a prepararse para hacer frente a este reto, se ha puesto en marcha el ‘Plan de Impulso a la Internacionalización de la Economía española en los sectores asociados al cambio climático’, elaborado conjuntamente por las secretarías de Estado de Comercio, Economía, Asuntos Exteriores, Cambio Climático e Investigación. Lanzada el pasado mes de marzo, esta iniciativa cuenta con un triple objetivo: consolidar la presencia y mejorar la competitividad de nuestras empresas en sectores de energías renovables y tecnologías avanzadas para luchar contra el cambio climático, identificar nuevas oportunidades de actuación en el exterior y contribuir a la consecución de los objetivos maximizando las ocasiones de que España ponga en marcha proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio.

En ese sentido, el Plan buscará detectar proyectos de mitigación de GEI financiables con cargo al Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) para la Internacionalización, además de localizar oportunidades de consultoría en licitaciones financiadas por las diversas entidades multilaterales –bancos de desarrollo, Unión Europea, Naciones Unidas– y establecer la lucha contra el cambio climático entre las estrategias de promoción e información del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX).

Oportunidades de negocio en la lucha contra el cambio climático



En los próximos años se abren numerosas oportunidades de negocio derivadas de la lucha contra el cambio climático, sobre todo con el establecimiento de fondos de consultoría para la identificación y preparación de proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio y de Aplicación Conjunta y la realización de actividades de refuerzo institucional en los países en vías de desarrollo.

En el ámbito de la mitigación, existen numerosos fondos y programas gestionados por organismos multilaterales para la demostración, despliegue, comercialización y transferencia de tecnologías bajas en carbono. Por otra parte, la adaptación a los impactos del cambio climático constituye otro eje de acción que comprende sectores como las tecnologías asociadas a la observación y anticipación de fenómenos climáticos, o aquellas vinculadas a recursos que pueden verse afectados, como es el caso de las zonas costeras, el agua, la agricultura y la biodiversidad. Por último, conviene tener en cuenta los fondos y programas gestionados por organismos multilaterales que tienen como fin la financiación de proyectos de adaptación en países en vías de desarrollo.

A la vanguardia mundial en modelos menos contaminantes



España parte en una posición destacada en materia de adopción de modelos de desarrollo más sostenibles y respetuosos con el medioambiente, tanto en su calidad de exportador de bienes utilizados para la generación de energías renovables, como inversor y prestador de servicios relacionados con las fuentes de energía limpias.

Según datos facilitados por la Secretaría de Estado de Comercio, en 2008, España exportó productos relacionados con la generación de energías renovables por valor de 838 millones de euros, de los cuales 317 correspondieron a energía eólica, 304 a biomasa y biocombustibles, 213 a fotovoltaica y 2,3 a hidráulica. Nuestro país es, por lo tanto, líder mundial en desarrollo de energía eólica y mantiene una posición muy relevante respecto a otros sectores relacionados con el cambio climático como la energía solar, el transporte y las técnicas de gestión y eficiencia del agua.



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