Empecemos por el principio: ¿Qué es una ICO? Si las desproveemos del “hype” que ahora mismo las rodea, una ICO no es más que un nuevo método de financiación para proyectos descentralizados que consiste en la oferta al público de los llamados tokens.
Por su parte, y de forma simplificada, los tokens son activos digitales existentes en la Blockchain que encapsulan una o varias capas de valor, que son definidas por el equipo del proyecto que lanza esa ICO concreta. Pueden encapsular desde un derecho a dividendos, un derecho de usufructo, o un simple derecho de uso del protocolo combinado con los anteriores. La flexibilidad del mismo permite una infinidad de combinaciones.
Dicho esto, muchas personas piensan que se trata de dinero a cambio de “humo”. Y no, en la mayoría de los casos, de proyectos responsables y profesionales, lo cierto es que no. Es posible que la intangibilidad del token y el hecho de que algunos de ellos no lleguen a buen puerto provoquen la sensación de engaño, pero lo cierto es que la esencia de los tokens es su utilidad, y las ICOs son la forma más legítima de repartirlos.
Los tokens responden a “behavioral economics” y materializan el sentimiento de pertenecer a una comunidad.
La economía del comportamiento es una disciplina relativamente nueva para mí, lo reconozco. La descubría hace escasos 7 meses gracias al libro “Misbehaving, The making of behavioral economics” de Richard H Taler, y entonces entendí la magnitud que los proyectos descentralizados construidos sobre la Blockchain podían alcanzar.
“Sapiens”, escrito por Yuval Noah Harari es un revulsivo de las creencias prestablecidas que tenemos asumidas sobre la historia de la humanidad. Entre otros, describe los mecanismos ideados por las diferentes civilizaciones para mantener la estabilidad social, afirmando que “un orden prestablecido no puede mantenerse solo sobre la base de la violencia. Es necesario contar con verdaderos creyentes también”.
Según Harari, el “orden” social no es un orden subjetivo, que existe solo en la imaginación de un individuo, sino que al contrario, es una creencia compartida entre miles o millones de personas. Una creencia por tanto, inter subjetiva, que existe y vive en la red comunicativa que une las conciencias de miles de individuos.
Desde mi punto de vista, este concepto de orden inter subjetivo describe de forma gráfica y perfecta las implicaciones del movimiento descentralizado, siendo además de esencial comprensión a la hora de realizar cualquier aproximación correcta a los modelos económicos que de él están surgiendo.
La Blockchain se presenta como una buena solución a determinados problemas no solo tecnológicos sino también sociales, pues permite eliminar las barreras de acceso al mundo financiero y además potencia el nacimiento de nuevos modelos de emprendimiento.
Los tokens no son solo un mecanismo de financiación
Los tokens han encontrado su “killer app” en las ICOs, pero no son, y no deberían ser, (sólo) un instrumento para canalizar financiación. Aún dudo de cuáles son los motivos por los cuales estos crowdsales generan tanta animadversión, pero de lo que si estoy segura es de la utilidad de los tokens.
En primer lugar, porque los tokens habilitan los sistemas de gobernanza. Evidentemente, primero debe plantearse si el proyecto tendrá uno, pero una vez decidido que sí, significa que se desea tener una comunidad propia alrededor del proyecto. Según los partidarios de la desaparición de los tokens, o las ICOs, los sistemas de gobernanza deberían redirigirse a través de contratos inteligentes al ether (dado que no existirían tokens, no nos queda otra). Pero, si lo que hemos dicho es que deseamos tener nuestra propia comunidad, ¿por qué vamos a utilizar el “dinero de otro”? Dicho de otra forma, todo el mundo puede tener euros, pero no todo el mundo puede tener acciones de Uber, ¿cierto? Entonces redirigir mi infraestructura a ethers sería como redigirir Uber a euros en vez de a su estructura accionarial, lo que conllevaría que cualquier persona pudiera presentarse en su junta de accionistas por el mero hecho de llevar euros en el bolsillo. Por lo tanto, los tokens son habilitadores de sistemas de gobernanza intracomunitarios.
Pero hay algo más. Los tokens sirven para un propósito mayor que enriquecer a sus emisores (lo que para mí supone pervertir el objetivo con el que realmente se crearon las ICOs), Constituyen un sistema de incentivos económicos para usuarios tempranos y para los primeros apoyos que recibe un proyecto, como una suerte de premio por la confianza, y representan un instrumento de canalización para los incentivos económicos en productos de internet.
Me explico: existe un sector que opina que el uso de los tokens como conductores del llamado efecto red es erróneo, y que deberían, por el contrario, utilizarse para la construcción de protocolos que hacen posible el nacimiento de las dApps. Pero lo cierto es que, de forma natural, los tokens son idóneos para superar el dilema del “huevo o la gallina” que está presente en los proyectos que necesitan un efecto red. Es decir, cuanto mayor sea la necesidad del mismo en un modelo de negocio, más útil resulta acercarse el modelo de token y repartir parcialmente entre la comunidad la “propiedad” del mismo. Eso si, es necesario recordar que al igual que no todo modelo de negocio necesita la implementación de la Blockchain, tampoco todo modelo de negocio llevará implícita la necesidad de efecto red, por lo que es responsabilidad de cada equipo y cada proyecto el definir, comunicar y determinar con diligencia dónde radica la necesidad del uso de los tokens en sus estructuras.
Añadido a lo anterior, los tokens se han convertido en la primera forma de monetizar el desarrollo y mantenimiento de protocolos para desarrolladores y creadores, sin la necesidad de que una gran compañía esté presente para adoptarlos o utilizarlos para hacerlos exitosos. El ejemplo perfecto es el del email, un protocolo que primero tuvo que ser adoptado por miles de compañías para proporcionarle usabilidad darlo a conocer. ¿Cuán diferente habrían sido las cosas para el creador del protocolo del email si hubiesen existido los tokens en los años 90? ¿Quizás la propiedad intelectual generada podría haberse visto recompensada de una manera más justa?
Los tokens son el instrumento clave para que los proyectos de código abierto sean modelos de negocio de éxito.
Hasta el día de hoy, el modelo de negocio tradicional se ha basado en la compañía capitalista que produce ganancias a través de la extracción de beneficios de las redes de consumidores que han previamente creado.
Con la descentralización y los modelos token, estamos siendo testigos de un nuevo modelo de negocio, en donde un equipo desarrolla un software descentralizado y las ganancias les pertenecen a ellos, o a la propia comunidad.
Y lo cierto es que no deberíamos asumir que el modelo tradicional y el descentralizado son excluyentes el uno respecto del otro, la economía de sociedades capitalistas lleva tiempo siendo un sector de acceso limitado para algunos. Número reducido de socios, pactos parasociales restrictivos, redistribución de beneficios generados por personas ajenas a los dueños de las participaciones o las acciones, entre unos pocos privilegiados. Una realidad que por cierto es perfectamente legítima, y que en mi opinión perdurará puesto que cubre de forma adecuada determinados objetivos, y tiene sus propios incentivos. Pero no debemos negar que es un elemento de fricción para la disrupción que no debería ignorarse.
Por el contrario, el modelo de negocio descentralizado colaborativo constituye un elemento de estímulo para la innovación, que se acerca de forma imparable a las industrias más tradicionales como la financiera, potenciado además por la existencia de tecnologías como la Blockchain que empodera a los individuos de forma global de forma rápida y segura y que habilita la materialización de modelos de negocio descentralizados mediante, entre otros, los tokens. Y en este sentido, las ICOs deben ser un mecanismo de redistribución de la propiedad de los proyectos descentralizados, y no la canalización de la avaricia.
¿Por qué no puede darse una realidad en la que convivan ambas formas de concebir el negocio?