Al leer el título de este post, pensarás que estoy diciendo una burrada, pero no es así. Recordarás aquello que decía mamá o papá acerca de desconfiar de los extraños. Eso sirve para niños, pero no para adultos que conocen más el mundo y a las personas, y te voy a explicar por qué.
Normalmente nos dicen que debemos desconfiar de otros, que tenemos que ser paranoicos, porque si no nos pueden traicionar o nos pueden estafar o nos pueden engañar o nos pueden dañar. Para tener paparazzis que nos anden molestando ocuparíamos ser estrellas de cine, y todavía al paparazzi le pagan por fastidiar. Pobre diablo el que se dedica a ser tu paparazzi para molestarte o dañarte sin que el paguen, porque eso es síntoma de que no tiene una vida. Afortunadamente la mayoría de las veces no somos tan importantes como para tener paparazzis sin paga detrás nuestro, y si lo tienes, lo que hay es un problema de persona emocionalmente inestable de quien debes alejarte.
En realidad no ocupamos desconfiar, ser paranoicos y pensar que todo el mundo nos va a dañar y atacar, porque la paranoia y la desconfianza minan nuestra salud mental y nos hacen vivir una vida miserable. Hay un truco para evitarse problemas sin necesidad de desconfiar.
Imagina que soy un compañero de trabajo que viene a pedirte que sirvas de fiador en un préstamo. Soy una persona de buen parecer y bien vestido y piensas que soy una buena persona, honesta y seria. Firmas como fiador y luego te llevas la sorpresa de que las cosas no eran como pensabas. Entonces en medio de la amargura de pagar un préstamo ajeno empiezas a desconfiar de los demás y a portarte de manera hostil y defensiva con todos, pues piensas que todos te quieren engañar, hacerte daño, y la gente al ver que te portas así, prefieren tenerte de lejos, y te pierdes de muchas oportunidades. ¿Cómo evitas tener que desconfiar en una situación así?
Imagina que la confianza es como el saldo de una cuenta bancaria. Ninguna persona arranca una cuenta con un saldo que la persona no ha depositado, así que arranca en cero. De esta manera, un extraño, un desconocido, tiene un saldo cero, sin derecho a nada. Conforme la persona va demostrando con hechos (no palabras) que amerita incrementarse el saldo de confianza, su saldo va aumentando. En algún momento la persona hace algo que destruye la confianza, y su saldo vuelve a cero, el nivel de confianza que se le tiene a un desconocido.
Si una persona te pide ser fiador, eso requiere de un saldo de confianza que lógicamente no va a ser muy bajo, porque uno no le serviría de fiador a cualquier persona. Entonces, igual que un cajero de una tienda no acepta una cantidad inferior al precio de un artículo a cambio del artículo, así tampoco sirves de fiador a una persona que no tenga el saldo de confianza requerido. Dicho de otra forma, lo que te pidan que hagas tiene una etiqueta de precio en materia de confianza, de modo que niegas lo que ibas a hacer a alguien que no tenga saldo de confianza suficiente y que no puede pagarte. Así como sólo un millonario puede aspirar a comprarse un castillo al contado, así para ciertas cosas que tu definas, una persona sólo podrá acceder a ellas si se ha ganado la confianza total, que es ser millonario en materia de confianza, un privilegio dificilísimo de conseguir y facilísimo de perder. Y si tienes duda acerca del precio, porque se trata de una situación nueva o especial, lanza el precio hacia arriba y posteriormente, para la siguiente ocasión, reevaluarás bajar el precio si hay razones de peso para hacerlo.
Es que la confianza se gana, no se regala. La confianza no se otorga por lo que alguien diga, ni por su apariencia, ni por su carisma, se otorga por hechos que realmente demuestran que la persona es digna de confianza. No te vas por el empaque, sino por el producto que se ha demostrado como confiable al acceder a él. Es algo parecido a comprar por Internet. Si le compras a una tienda y el producto te viene dañado o no te llega, no podrías dar una recomendación para ese negocio. Igual sucede con la confianza. Si la persona no demuestra que es confiable para aquello que se le requiere, entonces no se gana la confianza. Generalmente es cuando atraviesas una adversidad, cuando realmente se ve quién es digno de confianza y quien no.
Hay confianza para diferentes cosas. Una persona puede ser muy buena en su trabajo y muy mala manejando finanzas. De esta manera puedes confiar mucho en su trabajo, pero poco en el manejo de dinero, de modo que si vas a delegarle una tarea de trabajo puedes hacerlo, pero si vas a darle dinero deberías pensarlo, porque su saldo de confianza en esa materia es muy bajo. Sí, hay saldos de confianza para diferentes cosas. Una persona puede tener buenos sentimientos, pero ser un vago, de modo que puedes confiar en sus sentimientos, pero no en su capacidad de trabajo.
Normalmente a una persona la estafan de dos maneras. Una es tratando de conseguir acceso a un saldo de confianza que no tiene, y la otra es aprovechando la avaricia de la víctima. La avaricia hace que otorgue un saldo de confianza elevado a una persona que no se ha ganado (y por ende no tiene) ese saldo, únicamente por la razón de que el victimario ofrece algo que parece ser demasiado bueno para ser cierto, y que la víctima desea con avidez. Y cuando algo parece ser demasiado bueno para ser cierto, generalmente así es. Por ende no es conveniente ser muy avaro, no es conveniente ser materialista.
De esta forma, cuando aplicas la regla de los saldos de confianza, en realidad nunca ocupas desconfiar, nunca te decepcionarás, porque las personas tendrán acceso restringido a privilegios en virtud de su saldo de confianza, y como ganarse ese saldo cuesta tanto, no querrán perderse ese saldo, y el que lo haga comete un error (el idiota es el estafador), porque volverá a ser tratado como un desconocido para efectos de situaciones que ocupen un saldo de confianza, y le tomará esforzarse con muchos más hechos y tiempo para volver a ganar un saldo de confianza, porque los precios en materia de confianza suben para las personas que llevan su saldo a cero. Como sabes, a un extraño se le mantiene a la distancia, y sus privilegios serán cuando mucho mínimos o nulos.
Como te das cuenta, no se trata de algo personal donde tengas deber moral de imponer un precio a unos y a otros no porque te sientes comprometido, es un simple sistema de medición de saldo de confianza ganada y precio de lo que te piden, donde no se aplican excepciones.
¿Y que haces si alguien quiere hacerte daño, hundirte emocionalmente, dominarte o controlarte? Si una persona quiere hacerte daño, entonces la otra persona tiene o un problema de salud mental, o está desubicada y no comprende su papel respecto de tu persona. Si tiene un problema de salud mental hay que darle su espacio y alejarse mientras lidia y resuelve su problema, un problema que probablemente tú no causaste, sino que lo causó otra persona en la niñez de ese ser humano con turbulencia emocional. realmente no tienes vela en ese entierro, y todas las enemistades son pasajeras, a menos claro que la persona crea que tú le causaste el problema que en realidad no causaste. Allí no aplica el saldo de confianza, sino simplemente acercarse a la gente que te ayuda a ser mejor y alejarte de aquella que te sumerge en la negatividad.
¿Por qué no debemos desconfiar de otros? Si usas la regla del saldo de la confianza, desconfiar se vuelve absolutamente innecesario y puedes proteger tu salud mental, pues puedes prescindir de la paranoia y no necesitas esconderte para protegerte de la gente.