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Ni la debilidad que muestra la economía china, ni el sorprendente conformismo con el que Janet Yellen asume la llegada de una nueva recesión, ni la escandalosa especulación que, ante la pasividad manifiesta de las autoridades incompetentes, se está registrando alrededor de diversas materias primas como el aceite de oliva. La temporada estival que hemos dejado atrás será recordada por el sorprendente hallazgo del genuino mirlo blanco de los mercados financieros.

Durante el veraneo en mi pueblo natal y a través de una amistad común, me presentaron a un popular empresario local a quien solo conocía de vista. La conversación nos llevó por caminos diversos hasta que coincidimos en un interés compartido: la inversión. Quim -pues ese será su pseudónimo-, es un hombre hecho a sí mismo y forjado en el mundo empresarial. Ocupado en sus negocios, el único contacto con el mundo bursátil fue el mantenimiento de una cartera de muy largo plazo que le compuso a finales de los noventa un amigo, director de sucursal bancaria y a la que el empresario no prestó ninguna atención. La llegada de la Covid19 lo cambió todo. Varios días de ingreso hospitalario sirvieron para reflexionar sobre su futuro de tal forma que a los pocos meses se había deshecho de sus empresas, dispuesto a disfrutar plácidamente de la jubilación. Atraído por los cantos de sirena de las FAANGS, nuestro interlocutor halló en los mercados financieros algo con lo que ocupar sus numerosas horas libres. Con un patrimonio suficientemente holgado como para tener cubiertas las necesidades familiares, encontró en este mundo la forma de asumir una nueva rutina vital que le mantuviera mentalmente activo y, adicionalmente, ser capaz de seguir haciendo lo que siempre había hecho: generar rentabilidad.

El exempresario opera únicamente en acciones al contado de empresas pertenecientes al Standard and Poor's 500. En su condición de swing trader, acumula algo más de un centenar de operaciones por año. Preguntado por cómo influye en su operativa las condiciones macroeconómicas y la actual situación respecto a los tipos de interés, se encoge de hombros. Confiesa que, dado que es imposible predecir con exactitud el inicio de una recesión, va a seguir comprando y vendiendo acciones hasta que la caída sea una realidad. Hasta aquí, nada de particular; seguramente podríamos incluir a Quim en alguna tipología de inversión. Sin embargo, lo que me ha motivado a escribir este artículo es la excepcionalidad, no tanto de los resultados obtenidos, sino de la metodología empleada. Es dicha variable la que convierte el caso de este inversor en aquello que el diccionario define como mirlo blanco; es decir, aquella persona, poco común, que destaca entre las demás por una o varias cualidades excepcionales, generalmente positivas.

Desde que su operativa adquirió solidez, Quim ha batido al mercado en cada uno de los cuatro años que lleva en activo y además por un margen superior al 8%. Es un dato de especial relevancia pues, además de la excelente rentabilidad obtenida, hay que destacar que esta se ha registrado mientras el mercado atravesaba fases alcistas, pero también bajistas. Con una tasa de acierto cercana al 60% y una ratio b/p de 3 a 1 aproximadamente, su riesgo máximo por operación se sitúa alrededor del 0,50% por operación y del 9% del patrimonio total. Lo extraordinario llega al ser cuestionado sobre su sistema de inversión. Quim no se basa en argumentos técnicos -aunque sigue la evolución de valores que más le interesan en gráficos de línea-, ni en fundamentales -aunque permanece atento a las novedades del mercado y sus participantes-, ni en ninguna señal objetivable. No toma las decisiones de forma caprichosa o aleatoria, sino como el resultado de una lógica de los mercados. Por emplear la misma analogía con la que intentó convencerme, podríamos afirmar que se trata de algo parecido a cuando calculamos la secuencia de mejores movimientos en el ajedrez. Nos nos planteamos cómo llega esa idea a nuestra mente sino que nos concentramos en su naturaleza y el objetivo a obtener. Así que, una vez el jugador tiene clara la línea, ejecuta esos movimientos, salvo que haya ocurrido algo en el mercado que invalide esa idea. Ese stock picking en temporalidades reducidas busca posicionarse en un valor antes de que un incremento de volatilidad las impulse hacia arriba. Y al parecer, con éxito.

Se lo que estarán pensando; he sido víctima de un inmenso engaño. Todos intuimos que este proceso inversor no tiene futuro y debería conducir a la descapitalización pues, a falta de poder establecer algún tipo de metodología objetiva, nos aproximamos sospechosamente al terreno de la adivinación. Sin embargo, Quim prosigue con su operativa acumulando una cincuentena de meses, haciendo crecer su capital y yo he revisado personalmente su histórico de operaciones. No soy ningún experto en análisis estadístico así que desconozco si tendrán la suficiente entidad por sí mismas, pero ahí están las cifras. Quizá lo que este caso nos demuestre es que, al fin y al cabo, la clave del éxito en los mercados no resida principalmente en nuestras decisiones de compra, sino en una estricta gestión del riesgo. Semanas después, sigo dándole vueltas a la experiencia.
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