La deuda pública española lleva años en la senda del crecimiento, teniendo que retroceder hasta finales del s.XIX para encontrar niveles de deuda similares a los actuales.
El inversor particular no debe llegar a la conclusión de que una acción está infravalorada o sobrevalorada porque lo lea en la prensa, lo griten a viva voz en el bar de la esquina o se lo haya escuchado al vecino del quinto.