Los mercados financieros suelen estar interrelacionados, y estar al tanto de sus relaciones nos permite tanto tener una visión más completa de lo que sucede en ellos , como extraer pistas operativas según la índole de las mismas.
Se dice que la correlación entre mercados es positiva, cuando las tendencias de esos mercados se mueven en la misma dirección, y se dice que la correlación es negativa, cuando sus tendencias se mueven en direcciones opuestas. Según el grado de correlación sea mayor o menor, se podrán extraer diferentes conclusiones y, en consecuencia, plantear determinadas operaciones u otras.
Aunque en los últimos años se ha facilitado mucho el acceso a los mercados de divisas y de materias primas, históricamente han sido los mercados de renta fija y de renta variable los que se han disputado el favor del inversor en los mercados de capitales.
La inversión en renta fija o en renta variable depende en gran medida de los tipos de interés. Si los tipos de interés son altos el inversor suele preferir la inversión en renta fija, ya que tendrá una buena rentabilidad y un riesgo bajo. Por el contrario, si los tipos son bajos el inversor suele preferir la inversión en renta variable, ya que la rentabilidad que percibe es baja y le compensa asumir un riesgo mayor.
Paralelamente, si suben los intereses se puede contar con cierta desaceleración de la actividad económica y con un descenso de los beneficios empresariales, lo que acarrea que la cotización de los valores baje; mientras que si bajan los intereses, los préstamos son más más baratos, y aumentan los beneficios por la reducción de gastos financieros, lo que conlleva que la cotización de los valores suba.
Cabe colegir que la relación entre intereses y cotizaciones es, por tanto, estrecha. Obviamente se pueden dar divergencias, pero no suelen durar mucho tiempo y tienden a corregirse con el transcurso del tiempo. Normalmente la correlación viene condicionada por el entorno económico.
En entornos de inflación alta la correlación suele ser positiva, y tanto la renta fija como la renta variable sufren pérdidas cuando los tipos de interés comienzan a ascender y se recuperan cuando los mismos descienden.
En entornos de inflación baja o moderada la correlación acostumbra a ser negativa. Si la inflación cursa con bajo crecimiento, la renta fija tiende a subir y la renta variable tiende a bajar; mientras que si la inflación cursa con alto crecimiento, la renta fija tiende a bajar y la renta variable tiende a subir.
En entornos de deflación, la correlación suele ser negativa; siendo la renta fija la que tiende a subir y la renta variable la que tiende a bajar.
De modo igualmente esquemático, conviene tener presente que una reducción en los tipos de interés puede señalar una tendencia alcista a medio plazo en los mercados de renta variable y que una elevación de los tipos de interés puede señalar el comienzo de una tendencia bajista a medio plazo en los mercados de renta variable.
Normalmente, las reducciones de tipos durante épocas de baja coyuntura y épocas de recesión suelen tener un efecto positivo e incluso evidentemente detonante para los mercados de valores, aunque el inversor suele padecer un miedo tan terrible ante la recesión, que se ciega y no actúa. Tal vez es lo que puede haber pasado en los últimos meses y lo que ha provocado que tantos inversores se hayan quedado fuera de esta última subida.
Podéis encontrar más información en las páginas de Fernan2 y de Francisco Llinares, que han hecho un trabajo divulgativo y pedagógico fantástico en todo lo referente a renta fija y participaciones preferentes. Como este blog es de análisis técnico y no fundamental, en la siguiente entrada del blog, trataré de mostrar las repercusiones prácticas.