La economía estadounidense, a pesar de que su importancia relativa a nivel global se reduce, sigue siendo la mayor del mundo (figura siguiente). El dólar sigue siendo la divisa de referencia mundial, un 39% de las emisiones de deuda se realiza en dólares, supone la mayoría de las reservas exteriores de los bancos centrales; y muchos países han adoptado el dólar como moneda y otros han establecido con él un sistema de cambio fijo.
Figura.- Evolución del PIB mundial en billones de dólares corrientes (escala izquierda) y la importancia del PIB estadounidense a nivel mundial en porcentaje (escala derecha). Elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial
Además, con el dólar se realizan un volumen importante de transacciones comerciales, aunque en ellas no esté implicado U.S.; y es el primer importador mundial y el segundo mayor exportador después de China (tabla siguiente), con cuotas de importación y exportación de 13,9% y 9,1% respectivamente en 2016.
Tabla- World Trade Statistical Review 2017
Ello no excluye que el país se enfrente a una serie de problemas en el futuro como resultado de sus políticas económicas, ya que la reforma fiscal y el incremento de gasto público ampliarán el déficit presupuestario y la deuda pública. Lo que sumado a la reciente aprobación de aranceles a la importación de distintos productos , que podría dar lugar al comienzo a una guerra comercial, perjudicará el crecimiento económico del país a medio y largo plazo reduciendo los ingresos fiscales. Produciéndose en paralelo a este escenario inflación e incrementos de tipos de interés que contraerán más la economía.
Indudablemente, este entorno no favorece a la economía americana, y en lo que se refiere al comercio exterior, presumiblemente agravará el déficit actual, que ha tendido a incrementarse y perpetuarse a lo largo de los años, tal como muestra la gráfica siguiente.
Figura.- Evolución de las exportaciones, importaciones y saldo comercial de bienes y servicios como porcentaje del PIB, a partir de datos trimestrales estacionalmente ajustados en dólares encadenados de 2009. Elaboración propia a partir de datos de la FED de St Louis.
Para Trump es preocupante el saldo comercial negativo, que atribuye a la competencia desleal de otros países, fundamentalmente China; y que según él, ha repercutido sobre el desempleo del sector industrial, a pesar de que en estos momentos la tasa de desempleo estadounidense es prácticamente estructural.
Esta suposición ha inducido la imposición reciente de aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Hecho sorprendente, ya que estas proceden en su gran mayoría de socios comerciales “fiables” como Canadá o la UE (figura siguiente) o Méjico y puede perjudicar en mayor medida sus economías. De hecho, Canadá es el mayor proveedor de acero de U.S, y en el año 2016 vendió el 88% de sus exportaciones a U.S., y Méjico el 73% . Cuando además, las importaciones de aluminio proceden en mayor medida que las de acero de Rusia y China son gravadas con un 10% frente al 25% del acero.
La medida sorprende en el sentido de que perjudicará en mayor medida a otros socios comerciales como la UE, Canadá o Méjico.
Figura.- The Economist: The looming global trade war
De hecho, las exportaciones totales de acero y aluminio chinas solo suponen el 0,5% del PIB del país. Cuando además, por motivos económicos y medioambientales, China ha reducido su capacidad de producción en unos 50 mill tn en 2017, siendo por tanto irrisorio el millón escaso de tn que China ha exportado a U.S. en 2017, motivo por el que los aranceles no supondrán un daño excesivo a la economía china; previéndose además que el exceso de capacidad instalada del país siga reduciéndose.
Trump piensa que U.S. está en condiciones de dictar los términos comerciales de acuerdo con los intereses de sus productores, y que el resto de países sufrirán por la pérdida de acceso al mercado americano, lo que les disuadirá de tomar represalias frente a los aranceles que recientemente ha impuesto. Y que incluso, en el caso de producirse, Trump piensa que en una guerra comercial, U.S. saldría vencedora de forma evidente, como refleja su comentario “trade wars are easy to win”.
En cierto modo, Trump tiene cartas a su favor, ya que se apoya en el hecho de que U.S. es un país grande, por lo que al contrario de las economías pequeñas, depende menos del comercio exterior al poder cubrir en gran medida la demanda doméstica con la producción interior. De hecho, el grado de apertura (importaciones+exportaciones/PIB) de la economía estadounidense es de los menores del mundo, el 26,58% en 2016 según el Banco Mundial.
Sin embargo, según The Economist, Trump es un escéptico sobre el libre comercio y piensa que el comercio es un sistema de suma cero en el que el déficit es resultado de un mal acuerdo.
Indudablemente Trump está en un error en sus políticas comerciales, pero los efectos de las mismas nos salpicarán a todos, siendo U.S. uno de los grandes perjudicados por distintos motivos:
1- La imposición de aranceles equivaldría a un nuevo impuesto sobre los consumidores estadounidenses, elevando la inflación. No solo a través de un efecto directo sobre los productos importados, sino también a través de efectos de segunda y tercera ronda. Un efecto dominó resultante del efecto indirecto producido al incrementarse los precios de los inputs de muchos otros bienes, ampliando el efecto de los aranceles al conjunto de la economía, contribuyendo a elevar la inflación y a reducir el poder adquisitivo de los ciudadanos.
2- Inflación, que daría lugar al incremento de tipos de interés, que reduciría el valor de la deuda norteamericana. Los chinos tienen un porcentaje elevado de esta (del orden del 19% de la deuda en manos de extranjeros), por lo que esta situación podría inducir la venta de estos activos por China para evitar mayores pérdidas, o como mal menor, reducir o paralizar la compra de dichos activos. Lo que se produciría en un momento en que la deuda americana crecería, ya que a pesar de los posibles ingresos fiscales derivados de los aranceles, el incremento de déficit público resultado de la reforma fiscal y las mayores previsiones de gasto, implicaría una mayor emisión de deuda y contribuiría a presionar los tipos al alza. Sin embargo, esta podría dificultar la refinanciación de la deuda, pero no tendría porque impedirla, ya que U.S. goza del privilegio de contar con la divisa considerada de reserva mundial.
3- Al mismo tiempo, la inflación y elevación de tipos reducirá la demanda de los hogares, por lo que las empresas deberán confiar en mayor medida en la demanda externa. Sin embargo, esta se verá reducida por varios motivos. El mayor precio de los inputs encarecerá el precio de los productos finales, lo que sumado a la apreciación del dólar consecuencia de la subida de tipos de exportación haría los productos menos competitivos. Y a ello habría que sumar las posibles restricciones a la importación de productos estadounidenses por las represalias tomadas por los países perjudicados.
Siendo en este sentido un craso error el hecho que puede suponer la restricción de importaciones chinas, ya que China supone un mercado de unos 1.300 mill de personas en que el consumo cada vez tiene más importancia, provocando posiblemente las medidas de Trump restricciones al acceso a dicho mercado por las empresas estadounidenses.
4- Como consecuencia, la industria estadounidense presentará menores beneficios empresariales como resultado de menores ventas y mayores costes financieros. Y las menores ventas industriales trasladarán sus efectos a otros sectores de servicios auxiliares como el transporte, los servicios financieros y seguros. Todo ello afectaría a la creación de empleo y a menores ingresos fiscales procedentes de las empresas y el trabajo, lo que contribuiría a incrementar el déficit y deuda públicos, lo que dado el escaso ahorro del país, implicará la entrada de capital exterior. Al mismo tiempo que los consumidores se enfrentan además de a incrementos de precios a un menor abanico de productos de consumo.
Se produciría por tanto una reducción del comercio global. Habiéndose demostrado a través de la historia que las políticas mercantilistas son un fracaso y ejercen efectos negativos sobre la economía , ya que el comercio estimula e incentiva la especialización, innovación y desarrollo, siendo el principal beneficiario el consumidor, a través de menores precios y distintos y mejores productos. Siendo por tanto la conclusión que las medidas de Trump perjudicarán a la economía global.