Nuestro plan estratégico de inversión debe mantener entre otras cosas, los posibles activos en los que invertir, un objetivo: la rentabilidad y estructurarse en el tiempo previsto para la consecución del objetivo. Debe facilitarnos la toma de decisiones y la disciplina, evitando la presión psicológica de los mercados financieros, tenemos que conseguir ser el gestor profesional de nuestro patrimonio.
Debemos tener en cuenta el factor tiempo y como inversor, establecer el movimiento de la cartera, según las pautas que nos indica en cada momento el mercado. Vuelvo a repetir, como en artículos anteriores, para invertir y establecer la estrategia, es imprescindible conocer el funcionamiento de los mercados, ayuda a evitar uno de los riesgos…., “el miedo”.
La primera premisa sería saber para qué invertimos y hasta cuando. A diario, he escuchado: tengo estos ahorros, donde los puedo poner, o que tipo de interés me das. La mayoría de los ahorradores minoristas, nos ponemos en manos de nuestra entidad financiera o agente de seguros o asesor profesional, pero debemos intentar no seguir el camino establecido por quien tengamos enfrente y ser nuestros gestores profesionales. Eso lo conseguimos conociendo el funcionamiento de los mercados financieros y en lugar de preguntar donde, decir directamente lo que quiero.
Teniendo en cuenta que cada inversor es distinto en cuanto a su capacidad y aversión al riesgo, en los objetivos, en la disposición temporal, etc., no existen estrategias generales, pero la mayoría de los economistas, analistas y profesionales siempre suelen referir a la siguiente tabla para distribuir los ahorros:
No es una tabla con la que esté totalmente de acuerdo, ya que en ella no se tiene en cuenta el perfil de riesgo de cada inversor por tramo de edad, pero si nos puede servir de base, cada uno podemos tener nuestra propia tabla.
Porque el riesgo no tiene la misma influencia en un inversor de 60 años que en uno de 30. Su tolerancia al riesgo podría ser la misma, pero su capacidad de reacción en el tiempo ante un movimiento negativo de su inversión no es la misma. Supongamos que los dos deciden invertir para su jubilación, es lógico, que el mas joven invierta en productos con mayor riesgo, pues tendrá tiempo para reaccionar ante posibles pérdidas en sus inversiones, mientras que a mayor edad, menor tiempo de reacción. Podemos también determinar que, a menor incertidumbre mayor agresividad se puede asumir y mayor resultado final se conseguirá.
Cuentan una anécdota del banquero J.P.Morgan al que un día, un amigo suyo le pidió ayuda con una inversión que había realizado y que no estaba siguiendo el rumbo previsto. El amigo le preguntó que debería hacer con la inversión, si mantenerla o cerrarla, a lo que J.P.Morgan le contestó, vende poco a poco hasta que tu posición que te quede, te deje dormir tranquilo. Lógicamente, se había equivocado el amigo en la inversión, porque no tenía una estrategia.
Todo plan, toda estrategia, todo plan estratégico consta de cuatro fases: Diseño del plan, inicio, seguimiento y final.
En la fase de diseño, se establecen los productos que pueden conforman el plan con respecto a nuestro perfil de riesgo y nuestro horizonte temporal. En esta primera fase, por tanto, analizamos cada producto, su riesgo y su vencimiento y establecemos que proporción es la idónea. Iniciamos el plan ejecutando la fase de diseño, invertir en los productos elegidos en la proporción diseñada. El seguimiento hará que efectuemos modificaciones y mejoras en el plan, adaptándonos a la evolución del mercado e intentando mantener la proporcionalidad establecida en el diseño. El final será el vencimiento de nuestras inversiones, entonces determinaremos como obtener el resultado minimizando el impacto fiscal o si decidimos mantener las inversiones, debemos realizar un nuevo plan estratégico.
Pondré un pequeño ejemplo:
Tengo 30 años y mi perfil de riesgo es arriesgado y dinámico.
Diseñaría mi plan con arreglo a una proporción según la tabla del 80-20, pero mi perfil y conocimiento de los mercados financieros me permiten tomar algo mas de riesgo, por lo que me iría a un 90-10 (90% en renta variable y 10% en renta fija).
La forma mas sencilla de diversificar en renta variable es vía fondos de inversión, ETF’s, robo advisor, etc. y un mayor riesgo en productos directos como pueden ser acciones, divisas, commodities, derivados, etc.. Mi 10% restante vía productos de ahorro sistemático con capitalización a largo plazo.
Una vez elegida la proporción, y los productos, procedo a la ejecución o inicio del plan. Posteriormente, mantengo la fase de seguimiento de mis inversiones efectuando las modificaciones necesarias según el mercado (traspaso de un fondo a otro, cambio en la cartera de acciones, traspaso de mi ahorro sistemático, etc), siempre buscando la mayor rentabilidad posible con arreglo a mi perfil de riesgo y manteniendo la proporcionalidad, es una fase de control y mantenimiento. Y llegado el vencimiento de mi plan, tengo la posibilidad de recoger los resultados y en ese momento debo analizar como recibirlos con el menor impacto fiscal o por el contrario, mantener las inversiones para lo que debería realizar un nuevo plan estratégico.
En resumen, el conocimiento de los mercados y por tanto de la diversidad de productos que nos encontramos en él y nuestra aversión al riesgo, nos ayudarán en la fase de diseño y a efectuar el seguimiento de nuestra cartera.
Espero que os sirva de ayuda igual que lo ha hecho conmigo.
Un saludo seguidores/as de @inversenjuego