Para comprender bien el párrafo anterior, lo primero que hay que saber es que mucha gente no distingue muy bien entre inteligencia, raciocinio, estudios, sentido común, capacidad para memorizar o haber conseguido títulos universitarios. Muy a menudo veo que la gente cataloga a alguien de muy inteligente por el hecho de ocupar el cargo de director de una sucursal bancaria, de médico o de notario, incluso le hablan con mucho respeto temerosos de interrumpir sus complejas elucubraciones.
Posiblemente, debido a lo anterior, cuando alguien decide aprender medicina, arquitectura, o historia del arte etrusco, se prepara para un trabajo arduo de muchas horas al día durante al menos 7 ó 10 años para alcanzar un nivel razonable de profesionalidad. En cambio, cuando la misma persona, con la misma inteligencia y sensatez que cuando planificó su carrera, decide aprender a operar en bolsa, no utiliza el razonamiento y el sentido común para nada, subestima la materia, y se autoconvence de que el éxito en los mercados está al alcance de cualquiera sin ningún esfuerzo.
Hay varias clases de principiantes en los mercados:
Los optimistas: piensan que ganar en el mercado es fácil. Total, sólo hay que comprar cuando está barato y vender cuando sube. El pequeño problema de saber cuando está barato o caro se soluciona leyendo un par de periódicos de color salmón en el bar mientras se toman el café con leche y las magdalenas de camino a la sala de bolsa. (Se dice que un optimista es un pesimista mal informado. Este caso es el mejor ejemplo de la veracidad de esa afirmación).
Los empollones: estos consideran que hay que documentarse bien sobre el asunto antes de empezar. Aprenden a realizar ecuaciones complejas para saber si una cartera está bien diversificada y como aplicar unas cuantas letras griegas que arrojen luz sobre varios parámetros con nombres raros. Desgraciadamente para ellos, no suelen tener en cuenta detalles importantes como:
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a) La oferta y la demanda: estas leyes inmutables de todos los mercados son las que de verdad van a marcar el precio de las acciones sin tener en cuenta su valor “real”. Las ventas forzosas pueden hacer cotizar a dos euros algo que todos saben seguro que vale diez. (Ejercicio: calcular el precio que se puede pagar por el Titanic mientras se está hundiendo). - b) Los muertos en el armario: hemos visto quebrar bancos que la semana anterior a la quiebra tenían una solvencia inmaculada según los informes de las más prestigiosas agencias de calificación. En cambio, las ventas en bolsa hechas con información privilegiada, habían hecho cambiar la tendencia primaria a bajista más de un año antes. (Moraleja: el que avisa no es traidor)
- c) La euforia o el pánico: estos estados de la mente humana que van desde el blanco níveo al negro oscuro pasando por toda la escala de grises, se funden permanentemente con el color de los cristales de las gafas de los asesores y analistas. Estos profesionales que deberían estar inmunizados contra los movimientos cíclicos y pendulares de los estados de ánimo del cardumen, no sólo se dejan arrastrar por ellos, sino que acaban difundiendo, aumentando, y magnificando las fantasías oníricas de la masa. (Sentencia lapidaria: una persona sola se puede equivocar, pero la multitud se equivoca siempre).
Los inocentes o bien pensados (ojo, nótese que no he dicho ignorantes sino inocentes, hay mucha diferencia entre los dos). Estas buenas personas tienen algunas creencias peligrosas para la conservación de su patrimonio:
- Creen que el mercado está poblado por almas benditas que están encantadas de perder dinero para que ellos ganen y sean felices. No se les pasa por la cabeza que el resto de participantes del mercado engañaría a su madre con tal de enriquecerse.
- Creen que los Banksters que hay al frente de la mayoría de las entidades financieras se desvelan para defender los intereses de la empresa y de sus accionistas. (Les recomiendo que vean la antigua película española “Los ladrones somos gente honrada”).
- Creen que sus intereses como pequeños inversores están protegidos por los organismos reguladores y por la MIFID. (Conlleva menos riesgo creer en el ratoncito Pérez y en el hada madrina de cenicienta)
- Piensan que las entidades emisoras de Warrants pertenecen a una O.N.G. sin ánimo de lucro. (Ver el film “Entre pillos anda el juego”)
- Creen que los libros titulados “Gane un millón de euros fácilmente” son muy útiles e instructivos.
- Incluso en el colmo de la temeridad, llegan a creer que los fondos garantizados y los productos estructurados con capital garantizado son productos sin ningún riesgo. (Les recomiendo el western “Solo ante el peligro”)
- Hay quien lee un librito que habla de operar al cruce de medias, comprueba dicha teoría sobre datos pasados de unos pocos meses, y tiene la mala suerte de hacer la comprobación mientras el mercado estaba muy direccional. Queda convencido de la bondad del sistema, y a continuación se arruina sin haber aprendido siquiera cuando es conveniente usar este método, y sin conocer su punto flaco que le ha dejado sin un duro. (Película recomendada: “Murió con las botas puestas”).
- Otro lee un manual cabalístico sobre la onda de Elliott. Aunque no comprende nada, queda subyugado por su complejidad, piensa que algo tan complicado debe de ser muy fiable, de otra forma no tendría tantos seguidores. Esta persona decide dedicarse a profundizar en esta disciplina. Piensa….para que perder el tiempo en cosas más simples pudiendo llegar a dominar la piedra filosofal de los mercados.
- Otros van más allá y no usan ningún librillo, operan según la última noticia, por pálpito o intuición, pero eso si, intradía y siempre con el mismo producto. Lógicamente, nunca se han molestado en saber cuanto dura la quinta tendencia (que es la única que sirve para operar intradía). Profundizar tanto en cualquier sistema medio fiable para operar sería considerado fanatismo. Además, operar utilizando cualquier método le quita emoción al asunto y el cuerpo no suministra la adrenalina necesaria para apaciguar el síndrome de abstinencia. Sin contar el hecho de que el suministro de la droga que producen las glándulas suprarrenales es mayor cuando se pierde que cuando se gana. ¿Qué mejor sistema para perder dinero la mayoría de los días y conseguir una buena dosis, que no usar ninguna estrategia?
Se completará el listado en próximos fascículos.
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