Algunos comentarios vertidos en este blog me aconsejan que baje el nivel para que pueda ser entendido por todos, lo curioso es que el autor de uno de esos comentarios dice ser economista. Puedo bajar el nivel si ello ayuda a la mayoría de los lectores, pero no creo que pueda bajar tanto el rasero para que me comprenda un economista. Los fundamentos que se dan en la universidad chocan de frente con el análisis técnico, ya que éste se adhiere como una lapa a la cruda realidad de los mercados. Un analista técnico sólo tiene en cuenta las dos únicas leyes que rigen todos los mercados del mundo: “la ley de oferta y demanda” y “la opinión contraria de mercado”, leyes que algún día explicaré como si el texto fuera dirigido a un niño de primaria.
La verdad o la realidad de algo no se puede circunscribir sólo a lo que sea políticamente correcto decir, y muchas veces la mera descripción de los hechos genera incomprensión debido a la falta de costumbre que tiene el público de enfrentarse con la descripción de la realidad desnuda de hipocresías y artificios.
En el cuento de Alí Babá, a los ladrones se les llama ladrones, y eso se entiende perfectamente, hoy en día hay tantas maneras de robar que es muy difícil etiquetar bien a la gente. Otro cambio producido en los últimos tiempos es que, hay ladrones que ocupan parcelas de poder, y pueden meter en la cárcel al que les denuncia.
En breve voy a proponer en este blog unos ejercicios de discernimiento, con la sana intención de colaborar con los que me leen y ayudarles a reconocer la realidad. Los hechos consumados a menudo son bautizados con un nombre falso, y la manipulación de la opinión pública es tal, que la mayoría acepta el nombre falso como bueno a pesar de estar viendo con sus propios ojos lo contrario de los que le hacen creer. Aquellos que se crean capaces de distinguir entre una verdad y la interpretación sesgada de una estadística, sencillamente sáltense olímpicamente todos los futuros artículos en cuyo título se incluyan las palabras “ejercicio de discernimiento”.
La semana pasada prometí que hablaría de los bancos, pero en aras de simplificar y que queden las cosas claras sólo hablaré de cuatro emisiones de participaciones preferentes del Banco Popular. Tres de ellas cotizan en el AIAF (mercado de renta fija que curiosamente tiene 80 miembros) y la otra emisión se negocia en el mercado europeo.
Las tres referencias que cotizan en el AIAF son:
KYG717151099------PPR POPULAR PREF A
KYG717151172------PPR POPULAR PREF B
KYG1280W1015-----PPR POPULAR PREF C
Todas ellas son perpetuas y su interés está referenciado al Euribor a tres meses más un 0.05%. Durante los últimos meses su cotización nunca ha bajado de 100
La emisión del Banco Popular que se negocia en el mercado europeo tiene el código ISIN XS0288613119, es perpetua y su interés es del 4.907, y a partir de marzo del 2017 pagará el Euribor a tres meses más un 1.65%. Estos días se puede comprar por debajo del 87%.
Como son bastante diferentes, hay que calcular lo que se pagaría en el mercado europeo por esta emisión, si en vez de ser Euribor más 1.65 fuera como las del AIAF Euribor más 0.05. Como no se puede hacer un cálculo sobre un vencimiento perpetuo, le he aplicado la fórmula como si el vencimiento ocurriera dentro de 50 años, y todo ello nos daría un precio aproximado del 70%.
Volvemos a toparnos con diferencias del 30% entre títulos que cotizan en el AIAF y los que cotizan en mercados menos malos. El calificativo de mercado bueno aplicado a mercados de renta fija sólo se puede usar al hablar del Mercado Electrónico de Renta Fija de la Bolsa de Madrid, pero desgraciadamente, y posiblemente por ser trasparente, las nuevas emisiones ya no salen a cotizar en este mercado.
Si alguien quiere orquestar una campaña para exigir a la C.N.M.V que obligue a cotizar en este mercado las nuevas emisiones de renta fija que sean colocadas masivamente entre el público, yo colaboraré gustoso desde este púlpito. Pero que nadie espere que esa iniciativa salga de ningún intermierdario (la palabra está bien escrita, no hay error tipográfico) financiero. La única opción que tiene el pequeño inversor es no suscribir nada que posteriormente vaya a cotizar en el AIAF, pero con la educación financiera que ostenta la gran mayoría y la presión que ejercen sobre ellos las sucursales de las entidades financieras todo esto quedará en una utopía.