¿Pero realmente cuánta agua consumimos los españoles?
Si nos atenemos a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) dirá que el consumo medio de agua por persona al día es de 144 litros, y en donde las labores de higiene personal, utilización de electrodomésticos y limpieza del hogar son las operaciones que más potencian su consumo, y que por tanto, mayormente pueden elevar la factura por la utilización de esta energía.
Precisamente la reducción de su consumo es uno de los objetivos que persiguen innumerables hogares españoles para contener el recibo que les llega a su domicilio todos los meses. A pesar de todo, la estrategia de ahorro es más complicada que a través de otros suministros domésticos (luz, gas, telefonía…) por una razón elemental, como es que al depender de un sector que está sin liberalizar es misión imposible cambiar de compañía para recibir el servicio y, de esta manera aprovecharse de las ofertas y promociones de las que gozan las compañías de otros sectores energéticos y que suelen abaratar sus facturas. No en vano, el suministro de agua depende de monopolios municipales o autonómicos de los que no pueden escaparse los usuarios para contratarlo a través de compañías privadas.
¿Cómo reducir la factura del agua?
Mantenimiento de las instalaciones
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Inspeccionar todas las instalaciones por donde pase el agua, para una vez detectado algún fallo reparar sus deficiencias, y en la que también pueden integrarse los electrodomésticos basados en esta energía como fuente de verificación de su estado.
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Revisar todos los grifos y terminales de salida y, a la menor sensación de deterioro cambiarlos por otros nuevos que ofrezcan amplias garantías para evitar goteos y que puedan mejorar sus prestaciones.
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Se pueden aprovechar estas revisiones para instalar economizadores de agua, que son muy fáciles de poner y, que inciden en que el consumo pueda disminuir en hasta un 50%.
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Manteniendo una especial vigilancia sobre la cisterna y el inodoro ya que son fuentes proclives a las fugas de agua, y ante cualquier desarreglo habrá que corregirlo inmediatamente llamando a un fontanero.
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Suscribiendo un seguro del hogar que tenga cubiertas todas las contingencias producidas por esta energía que se puedan presentar en la casa, y que por una cuota anual de entre 300 a 500 euros pueden solucionar cualquier avería o desarreglo en el inmueble, y que incluso cubre ante terceros los posibles desperfectos que les puedan ocasionar.
- A través de algunos productos domésticos (“packs” aseguradores, pólizas integradas en las tarjetas de crédito, etc.) se puede disponer de servicios de fontanería o reparaciones en el hogar, bien de forma gratuita, o a través de descuentos o tarifas más competitivas.
Racionalizar el consumo
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No dejando nunca el grifo abierto del lavabo para las labores de higiene personal, y que en el caso del afeitado, basta con cerrar la salida para mantener el agua y evitar un mayor derroche en su utilización.
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Puede aprovecharse el agua generada por la lluvia, por ejemplo, para realizar las labores de mantenimiento de las plantas de nuestro jardín o terraza y, así impedir el mínimo gasto que implican estas operaciones.
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Cada vez que se utilicen la lavadora y el lavavajillas será a plena carga como forma más óptima para racionalizar su consumo, impidiendo un deficiente funcionamiento de estos aparatos, y que puede llegar a ahorrar hasta 4.000 litros
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Decantarse por la ducha en vez del baño será una fuente de ahorro muy importante, ya que aparte de ser más cómodo e higiénico generará un efecto inmediato sobre la factura, especialmente si cada proceso no dura más de cinco minutos.
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Cada vez que los propietarios se vayan de vacaciones, o al menos haya una ausencia prolongada en el hogar, es necesario dejar cerrada la llave de paso para evitar que las posibles fugas pudiesen afectar a su consumo.
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No es conveniente descongelar los alimentos bajo el grifo, es preferible sacarlos del congelador la noche anterior para que al día siguiente sean aptos para su consumo.
- Liberar el agua procedente de algunas operaciones domésticas (preparación de comidas, limpieza de la cocina…) para llevar a cabo las labores de mantenimiento del hogar (lavado y fregado de suelos, preferentemente).