Me encuentro en pleno pico de producción (exámenes, evaluaciones, proyectos). Apenas he sacado tiempo para un par de contestaciones y echar un vistazo a algunos de los blogs compañeros. En el fondo, esto también forma parte del blogueo, y tan importante o más que lo que yo cuente desde mi posición privilegiada. Así que estoy de acuerdo en que esto no es un foro, pero tampoco una conferencia seguida de ruegos y preguntas. Un blog es algo así como una conversación en torno a un café o a unas cañas y debería ser una actividad agradable y espontánea para todos. De todas formas, me disculpáis la espera. No quiero que este espacio se vuelva Bitácora en crisis.
Esta semana tocaba reajustar previsiones económicas. El INE nos ha dicho oficialmente que el PIB ha crecido tres décimas menos que en el trimestre pasado. El FMI prevé una contracción del 0,7% en 2009 y es un poco más optimista que la Fundación BBVA -que habla del -1%- y FUNCAS -que se atreve a prever un crecimiento negativo del 1,5%-. Ante esta escalada de estimaciones, el Gobierno no ha tenido más remedio que reconocer que debe modificar el cuadro macro que sustenta los Presupuestos, que todavía incluía un pequeño crecimiento del 1%. Y lógicamente, este retoque acaba con el castillo de naipes de la política fiscal, porque vamos a rozar el 3% de déficit público, el máximo admitido por los criterios de Maastricht.
Lo cierto es que el Gobierno parece tener buenas coartadas para utilizar el endeudamiento. Si lo hace todo el mundo -en particular, Francia y Estados Unidos son expertos en saltarse los límites- con más razón España, que tiene más margen de maniobra ya que la proporción de deuda pública no llega al 35% de nuestro producto nacional -Maastricht exigía estar por debajo del 60% del PIB y sólo Luxemburgo, Finlandia e Irlanda nos mejoran-. El contexto de bajos tipos de interés parece ser idóneo para financiarse emitiendo deuda, por otro lado un producto financiero muy seguro para los ahorros, en pleno infierno para la renta variable. Y las amenazas de que el riesgo de nuestra economía pueda llevarnos a una recalificación crediticia a la baja resultan de chiste teniendo en cuenta que el rating ha caído en desgracia. Aparentemente, por tanto, gastar -cada vez más- por encima de lo que ingresamos -cada vez menos- no sólo es la única salida sino un mal menor con tal de crear empleo.
El recurso al gasto público productivo es la principal respuesta de las economías a la recesión. Sin ir más lejos, Obama ya ha prometido inversión pública -me consta que esto es una gran noticia para algunas constructoras españolas, porque tendrán tarea para rato- y Zapatero acaba de anunciar una vuelta de tuerca con inversiones a nivel local. El problema es que la economía hoy es más compleja que en el 29 y hay que tener en cuenta que el mercado ya no recibe los mensajes de ayuda de una manera tan simple y para muestra, el rechazo de muchas entidades de crédito a poner la mano. Si optamos por las políticas de demanda, hay que explicarlas de otra manera para que los agentes confíen en su eficacia y las asuman sin miedos ni prejuicios. La simple sospecha de que se está tirando el dinero público anula cualquier posibilidad de avanzar por este camino. Por otro lado, no veo empeño en combinar las inyecciones con medidas sobre la oferta, más allá del soniquete del despido libre. Y me parece curioso que el Reino Unido opte por tocar el IVA -que afecta al consumo- en lugar de los impuestos directos -que influyen decisivamente en la producción-.
Mi impresión ante todo esto es que nos encontramos en plenos dolores de parto. Y no sabemos si vamos a dar a luz un nuevo y sano modelo económico o un largo período depresivo marcado por la imposibilidad de levantar las expectativas -no se trata sólo de que los datos pasen de malos a peores-. No entro a valorar si la solución pasa por la derecha o por la izquierda: lo relevante es que todos los agentes económicos entiendan cada decisión que se tome.
Saludos y buen comienzo de semana.