Una frase recurrente cada vez que se critica cualquier colocación de un activo (o pasivo), financiero es la de hacer constar que si la persona no perdiese la inversión o ganase dinero, no pasaría nada, no existiría polémica y no habría reclamaciones ni foros de afectados.
Es verdad que mientras los atrapados en Banif estaban obteniendo rentabilidades (aunque no las cobrasen, sino que fuese una rentabilidad en un papel), no se quejaban. Tampoco se quejaban las personas que contrataron un SWAP pensando que era un seguro mientras los tipos de interés estaban altos. De la misma forma tampoco se quejarían los de las preferentes, deudas subordinadas, cédulas y demás, si no hubiese resultado que en todos y cada uno de los casos, se encontrasen con una situación en la que tendrían unas cuantas minusvalías.
Este mensaje repetido hasta la saciedad para cualquiera de los muchos frentes que tiene la banca, parece que trata de decir que en el fondo la culpa es de la ambición de las personas. Hasta incluso para contrarrestar este argumento, se tira del argumento que en no pocas ocasiones las victimas de estas artes son personas de edad avanzada, con nulos o escasos conocimientos financieros y con perfiles claramente conservadores.
Esta situación, que espero que a todo el mundo le suene, esconde una idea perversa. La perversidad es que de alguna forma la discusión se aleja de lo que debería ser una perogrullada hacía una discusión en la que se discute si el cliente es bueno o malo. El argumento es simple; mientras ganaba no se quejaba; y buscaba ganar dinero, lo cual nos lleva a generar en cierto modo la sensación de “se lo buscó”.
Pero en toda esta situación, lo triste es que hemos olvidado lo más obvio. Imaginemos que compro un coche. En este caso sería cliente de un concesionario de determinada marca. Ese día yo salgo del concesionario feliz y contento. El coche va de vicio y resulta que tiene de todo. Pues normalmente no hay mayores problemas. Sin embargo a veces ocurre que un coche sale mal, y en este caso comienzan los problemas. Más que nada porque resulta que cuando compramos un coche tenemos unas determinadas expectativas que en caso de que no se cumplan generan problemas.
¿imaginamos lo que ocurriría si todos los coches de una determinada marca funcionan durante 2.000 kms y luego simplemente no vuelven a arrancar?. Pues entiendo que a nadie le extrañarían las quejas y supongo que a nadie se le ocurriría decir aquello de “si el coche anduviese no habría problemas”. A fin y a cuentas, es completamente normal, porque si nos venden un coche se supone que este va a funcionar y cuando una empresa no da lo que se espera, lo cierto es que lo absolutamente extraño sería que simplemente nos limitásemos a resignarnos y pensar: ¡Es que esperábamos demasiado!.
Pues básicamente esta situación es la que se ha generado en la comercialización de las entidades financieras de todos estos productos, que en todo caso han sido colocados en el peor momento para los clientes, en base a unas previsiones imposibles, (que nunca se cumplieron), con la increíble casualidad de que lo que se suponía imprevisible ha acabado ocurriendo, y teniendo en cuenta que además resulta que en el escenario imprevisto era en el que la banca obtenía unos rendimientos espectaculares.
Por ejemplo, cuando el petróleo llegaba a los máximos de 2008, desde la banca se han comercializado los fondos ligados a la inflación, que básicamente invertían en commodities, para protegerse de la inflación. Está claro que lo que se vendía era protección y un par de meses después se han derrumbado. En la misma época cuando los tipos de interés eran altos y era más que evidente que no podrían subir y tendrían que bajar a toda velocidad, (como finalmente ocurrió), se vendieron los SWAPS bajo las previsiones de que el euribor llegaría al 6 o al 7. El resultado fue de todos conocidos, resulta que los SWAPS eran como seguros, pero no eran seguros, de tal forma que cuando unos pocos meses después se derrumbaron el resultado fue el conocido por todo el mundo.
Cuando la crisis subprime era ya evidente, fue el momento en el que se lanzaron las masivas ventas de cédulas hipotecarias, también vendidas como un valor seguro que obtenía buenas rentabilidades. Hoy en día estamos hablando de unas rentabilidades ridículas, (las colocadas entre 2007 y 2008 están en torno a euribor a tres meses más un diferencial muy pequeño), por unos instrumentos ilíquidos con un enorme riesgo.
Los valores convertibles de Santander fueron otro ejemplo perfecto de un instrumento ruinoso, vendido como una inversión segura y con algo de rentabilidad que al final han supuesto una debacle para los que han invertido. Coinciden con las preferentes en que han sido comercializadas en oficinas con carácter general como “casi depósitos”.
Y es normal, en ninguno de estos productos comercializados por las entidades financieras existía la posibilidad de una remuneración acorde con una inversión que era directamente especulativa. Salvo casos muy especiales es difícil entender que un hipotecado con el euribor en máximos históricos se pusiese a especular, o que las personas comprasen cédulas hipotecarias o participaciones preferentes por el importe nominal en las oficinas por rendimientos reducidos, si hubiesen conocido los riesgos.
O ¿es que creemos que en 2007, alguien se hubiese comprado cedulas hipotecarias al euribor a 3 meses más el 0,10, si llegan a saber que dicha inversión corre un riesgo derivado del hundimiento inmobiliario, que iban a quedar los fondos bloqueados en el mejor de los casos, y con posibilidad de perderlo?. Es cierto que pueden existir personas que han comprado participaciones preferentes, cedulas hipotecarias, deudas subordinadas y títulos similares, con el objetivo de especular, pero ni una sola de estas personas que buscaban especulación, (y en consecuencia que estaban dispuestas a correr riesgos), las han comprado en oficinas por el importe nominal. Directamente no tiene sentido ninguno. Por supuesto, aquellos que han pagado el nominal simplemente no eran conscientes de que se podía pagar por debajo del nominal, ya que en este caso, pagarían menos que el nominal, (como ha hecho todo el que quería especular o como hicieron los bancos recomprando estos títulos a los clientes atrapados con fuertes descuentos).
En realidad no es tan difícil entender que si se hubiesen vendido cualquiera de los numerosos productos comercializados explicando los riesgos posibles y los beneficios posibles, no estaríamos ante una situación en la que miles de personas no han conseguido precisamente lo que esperaban, lo cual en cualquier otro sector supondría que lo absolutamente normal sería que se esperase un buen follón. Y por cierto, todo el mundo entiende que el banco es una empresa y que por tanto debe ganar dinero; pero también se entiende que un concesionario es un negocio y aún así tenemos la ilusión de que cuando giramos la llave del contacto el coche arranque. ¿en este caso somos también optimistas, ambiciosos o simplemente se espera obtener un beneficio?. ¿esto no iba de que en cualquier negocio, se supone que ambos ganan y que normalmente cuando uno de los participes sale arruinado por el consejo del otro, que se excusa recurrentemente en que se forra por qué pasa lo impensable es muy sospechoso?.