Ya que todo el mundo parece empeñado en usar únicamente el Producto Interior Bruto, (PIB) para entender la situación económica, quizás deberíamos entender algún aspecto del citado indicador, para tratar de determinar alguna cosa curiosa respecto a la competitividad, y la situación actual.
El dato del PIB es una estimación de la producción total de un país, y debemos recordar que es un valor en cascada que usa términos finales. Es decir, la producción de una fábrica de tornillos para coches no se contabiliza ya que se contabiliza dentro de los coches. Tan sólo hay una excepción a esta regla y es aquella en la que los tornillos se dedicasen a fabricar coches en otro país. En este caso, la producción sería una exportación.
En este segundo país, el PIB serían los coches que se fabricasen, pero habría que restar los tornillos que se produjeron en el primero, por lo que las importaciones reducen el valor del PIB.
Si tenemos en cuenta estas sencillas premisas, tendremos que tener en cuenta una determinada situación que se da en numerosos sectores como por ejemplo en el del automóvil. En este sentido tenemos que entender que toda la industria auxiliar del automóvil que existe en España y las instalaciones de las marcas extranjeras en España suponen una parte importante de las exportaciones españolas. A su vez suponen una parte de las importaciones de los países en los que se acaban usando las piezas o incluso donde acaben siendo comercializados los coches.
¿Qué ocurre cuando de alguna forma se consigue que estas fabricas logren producir más barato?. Pues es sencillo entender que el PIB español se reduce y el del país de referencia se incrementa. En realidad lo que está ocurriendo es que si ocurre esto, el valor añadido generado en España se reduce, a cambio de incrementar el valor añadido del otro país. Por supuesto cuanto más barato se produzca en España, más se producirá y mayor será el beneficio derivado de la actividad. Es cierto que se genera actividad, pero quizás haya algunas cosas adicionales que tengamos que considerar.
Pensemos en toda la cantidad de discursos que oímos en el sentido de que es necesario producir más barato y mejorar la competitividad. En este sentido y dado que tenemos una estructura productiva que no se basa en la existencia de productos finales, lo que estamos es consiguiendo generar actividad para que los beneficios se vayan fuera. O dicho de otra forma, estamos buscando la forma de cobrar menos.
Pero más allá de los discursos de mejorar la competitividad bajando los costes de nuestras producciones, tenemos también el discurso de crear un clima apropiado para los negocios. En este punto estaríamos hablando de toda una suerte de medidas para lograr que el valor de los productos colocados en España se incremente. En este sentido estamos hablando de ayudas, estructuras poco competitivas de mercado, apoyos legales y todos los trucos que se nos ocurran para que los precios en España sean mayores.
La promesa de unos ingresos, (bien sean precios directamente en un mercado, o bien sean precios en la sombra cuando paga directamente el gobierno), lo que genera es también actividad, lo cual también suele ser considerado como algo atractivo.
Pero lo curioso es que tenemos una extraña combinación de búsquedas de actividad. Se toman toda una serie de medidas que buscan generar actividad que consiste en producir a bajo coste, y a su vez se buscan toda una serie de medidas que buscan generar grandes negocios para bienes que o bien son importados o bien son financiados o producidos por empresas locales de capital extranjero.
Sea como sea, lo que está claro es que es muy difícil que una economía acabe superando un esquema económico que se basa en vender barato y pagar caro. Esto no es más que el preludio de un desastre. Y el hecho de que sea mucho, no es que ayude demasiado.