Uno de los aspectos que nos han machacado este fin de semana está en que los 100.000 millones que nos van a dejar para que rescatemos al sector financiero, no va a generar problemas de déficit. ¿Tiene sentido esta afirmación?.
Pues lo primero que tenemos que entender es que en un primer momento puede no afectar al déficit pero si a la deuda. Es decir; en un primer momento, el hecho de pedir dinero y a su vez prestárselo a las entidades a un coste superior, no afecta a los ingresos y gastos del ejercicio, y tal como se ha intentado transmitir es posible que incluso mejore un poco el déficit. Lo malo es que esto es directamente el primer efecto directo y difícilmente nos encontraremos con que este efecto vaya a ser el definitivo.
Lo primero que tenemos que entender es que en una situación en la que nuestro endeudamiento se incrementa, se incrementan los costes de endeudamiento, pero no tan sólo los costes del nuevo importe, sino que se incrementan los costes del total de la deuda. En consecuencia, aunque tengamos una parte a un tipo más bajo que el resto, el coste total de los intereses a pagar será superior, lo que irá a una partida de gastos y por tanto al déficit.
Por tanto nuestros gastos se incrementarán en principio por el valor de los tipos de interés de estos 100.000 millones, (valor desconocido por ahora pero que se entiende que estará en torno al 4-5, lo que daría un importe de gastos entre 4.000 y 5.000 millones de euros al año), más lo que suban las rentabilidades del resto de la deuda.
Pero es que además tenemos que entender que es muy posible que si hay que recapitalizar, lo normal es que existan pérdidas para el estado. Hoy todos los discursos están centrados principalmente en aquello de que el estado incluso ganará dinero, pero sin embargo este discurso está más que quemado al ser usado para todas las inyecciones previas en el sistema financiero. No estaría de más recordar que en un primer momento se avalaron emisiones por 100.000 millones, (¿será casualidad que esta sea la cifra actual?). En aquellos momentos se nos dijo que esto no generaba gastos y si ingresos por las comisiones, pero ¿es cierto esto?.
Luego nos hemos encontrado con las inyecciones en las entidades, mediante preferentes y demás. En teoría las entidades pagaban unos intereses superiores al coste de endeudamiento por estos fondos y esto ha servido para decir unas cuantas veces que el estado no asumía costes y en su lugar se obtenían beneficios. El problema ha sido cuando las entidades no han podido pagar, y resulta que al final no hemos tenido los cobros que iban a ser ingresos y si hemos tenido los costes.
Pero es que además resulta que todos los procesos de reestructuración se están completando de una curiosa forma. Se sanean las entidades, de forma que el estado se queda con los activos dañados, después se incrementa el capital de la entidad que tenga los activos “buenos”, a costa del estado. El estado asume inversiones millonarias en estas ampliaciones de capital y vende estas entidades por un euro. Desde el punto y momento en que inyecta dinero en el capital de entidades y luego las vende por un euro, asume que todo este dinero se ha perdido, lo cual si que va a déficit.
Y por si fuera poco, estas ventas se hacen mediante el otorgamiento de una línea de liquidez al comprador, (pero por supuesto no para la compra de la entidad entregada por un euro), lo cual incrementa los costes del estado y se otorgan esquemas de protección de activos lo que a su vez significa que se incrementan los gastos del estado, que se obliga a pagar las pérdidas futuras a una determinada entidad.
Por tanto es sencillo entender que el déficit se incrementa y mucho, aunque en sentido estricto, no precisamente por el hecho de pedir 100.000 millones para invertir, sino por el hecho de pedir 100.000 millones para invertir en unas entidades en las que nos quedaremos los activos insanos, las venderemos a un euro y garantizamos las pérdidas.
Sería de suponer que a partir de ahora, no se va a repetir este proceso, pero en realidad estaríamos siendo demasiado ingenuos. Tan sólo hay que entender que en realidad ni se está rescatando a España, ni se está rescatando a las cajas, ni se está rescatando a nadie que no sean los bancos que harán un negocio tremendo a cuenta de esto, negocio que impactará directamente en el déficit. Tan sólo hay que hacer un pequeño razonamiento. Se les impondrá a las cajas nuevas condiciones y más duras, que harán que tengan que pagar importes superiores por esta ayuda, (la parte en la que supuestamente el estado gana dinero). Entre esto y el deterioro económico, habrá que intervenirlas, asumiendo las pérdidas y luego de sanearlas, se dará el negocio a los grandes grupos.
En realidad estamos ante lo que no es otra cosa que un rescate indirecto de los bancos adjudicatarios de las cajas que obtendrán unos beneficios espectaculares, que serán nuestro déficit y nuestros costes. Y esto sin tener en cuenta los efectos sobre la situación económica y sobre las rentas de las personas.