Leo en la razón que han realizado una encuesta que ha servido para ofrecer un titular que cuando menos es sorprendente: “El 97% de los españoles pide un pacto contra la corrupción”. Tal afirmación se desprende de una encuesta, que no está disponible; por lo tanto, no es posible determinar la corrección de tales resultados. Sin embargo, del propio texto de la noticia se descubre que es muy posible que exista una trampa en la redacción de la pregunta sobre la que se extraen tales conclusiones: “el 97 por ciento de los ciudadanos está de acuerdo en atajar, mediante pactos o leyes, la corrupción”. La trampa y la manipulación es más que evidente; tan sólo hace falta imaginar que nos preguntan: “¿está de acuerdo en atajar, mediante pactos o leyes, la corrupción?”. La respuesta a la pregunta así planteada no puede ser otra que un “Sí”; pero sin embargo si la pregunta fuese: “¿Está de acuerdo en que los políticos acuerden un pacto contra la corrupción?”, a pesar de que se obtendría efectivamente la respuesta a lo planteado, la respuesta sería (espero) un mayoritario “NO”. Es una pena que no haya un mínimo detalle de los aspectos técnicos de la encuesta, (entre ellos, la fecha de realización, porque no deja de ser curioso que aparezca de una forma tan adecuada a unas circunstancias que en teoría eran imprevisibles).
El caso es que posteriormente nos encontramos con la noticia de que Rajoy quiere proponer un pacto contra la corrupción, que seguro que encontrará acomodo en todos los partidos, (con especial protagonismo para Duran i Lleida que lamentaba el espíritu destructivo imperante a cuenta de “su caso”). En definitiva, en mi opinión, los ciudadanos no queremos un pacto contra la corrupción, y estamos ante otra campaña para tratar de engañar al personal de una forma totalmente burda.
Pero en caso de que el 97% de los ciudadanos efectivamente deseen un pacto contra la corrupción, tendré que decir que particularmente yo estoy en el porcentaje restante, y ojo que estoy tan en contra de un pacto que no me ha llevado ni cinco minutos encontrar razones suficientes para oponerme a semejante tontería.
La primera de las razones por las que me repugna este pacto es muy obvia; no entiendo esta manía de pactos contra delitos, (y la corrupción lo es). Contra la corrupción lo que corresponde es aplicar las leyes sin contemplaciones y punto.
La segunda es que estos pactos no son inútiles, sino que lo que tenemos que tener en cuenta es que estamos ante una situación en la que todos los partidos políticos están absolutamente pringados, pero además en un entorno en el que la corrupción está especialmente en las cúpulas de los partidos. Por lo tanto un pacto entre los gobernantes de PP, PSOE, CIU… que son precisamente el problema sólo puede ser la solución de Duran y Lleida y tratar de recuperar un status quo que se ha perdido. Recordemos que ni uno sólo de los escándalos ha venido destapado por otros partidos; es decir; cuando salta lo de Lleida, es cierto que todos los demás han pedido, (sin demasiado ruido), la dimisión, al igual que ahora se pide investigar desde todos lados lo del PP. Pero en todos y cada uno de los casos, (también en el de Pepe Blanco), no se salta más allá de aquello de pedir la dimisión acompañado de la idea de “la mayoría es honrada” y chorradas similares. Un pacto no vendría más que a oficializar una situación actual en la que todo se tapa mutuamente, lo que no vendría más que a oficializar una situación en la que todo se tapa.
Por otra parte, está cada vez más claro que este nivel de corrupción surge de las circunstancias (y genera) y del modelo económico y político que tenemos montado. Determinadas personas pagan ingentes cantidades de dinero porque con esto conseguirán unos beneficios que no tendrían de no pagar. Estos beneficios que no existirían son costes para los ciudadanos, que a su vez no podemos hacer nada más que mirar, (y poco), y cabrearnos cuando aún por encima se nos cuenta aquello de que es culpa nuestra porque son un reflejo de la sociedad. Esto no tiene ningún sentido, ya que como en cualquier sitio, los responsables de elegir a las personas para los distintos puestos buscarán siempre unas cualidades diferenciadas, por lo que, como por cierto ocurre en cualquier profesión o colectivo, no acabarán una representación de la sociedad, sino las personas que tengan unas características que las hagan idóneas para adaptarse a unas determinadas circunstancias. Sin cambiar las circunstancias el pacto sería inviable,, aunque tuviese las mejores intenciones del mundo.
Otra razón es que el problema es distinto para nosotros que para los políticos. El problema es la corrupción, (la existencia), mientras que para los políticos el problema es que se vea la visión de los problemas. Esto se ve en el simple objetivo de que la inmensa mayoría de los ciudadanos pedimos que se desescombre, (lo de limpiar parece que hace tiempo que se queda corto), mientras que los políticos investigan y pactan para “demostrar” que a pesar de todos los indicios, pruebas e informaciones, no existe un problema de corrupción. Con un pacto, lo que se hace es evitar el problema de los políticos, no el problema.
Por no hablar de que la democracia necesita la discusión para tratar de recoger la diversidad de puntos de opinión e intereses de los ciudadanos. Es absolutamente impresentable esta necesidad de mantener consensos para todo, porque para esto lo mejor que podemos hacer es tener una dictadura. De hecho, los pactos en un sistema en el que supuestamente se ha de competir, no son en absoluto diferentes a los pactos entre distintas empresas, que se ven beneficiadas a costa de los consumidores de unas prácticas que sólo benefician a ellas. Lo que necesitamos es lucha entre ideas y lucha entre políticos, no la eterna petición de unos cuantos de llegar a consensos y a acuerdos para tratar de evitar los costes que unas acciones producen. Recordemos que lo que se trata es de evitar la corrupción y no los costes para los corruptos.
¿o no?. Porque curiosamente no tengo ni idea de que pretenden pactar. Supongo que no se les ocurrirá salir y pactar que la corrupción y vender a los ciudadanos a los intereses de quien sea está prohibido por el pacto. La otra opción de que cada cual se ocupe de sus corruptos no mejora mucho el aspecto en un país en el que el Banco de España concierta precios con las entidades por teléfono para que no quede constancia, mientras el ministro Soria presiona a las petroleras para que con todo el morro bajen el precio de la gasolina los lunes y así engañar al IPC y puedan seguir a su oligopolio tranquilamente mientras les dan enésimas subidas de tarifas a las eléctricas, rescatan constructoras, (a las que se hizo grande construyendo infraestructuras que tan sólo tienen la utilidad obvia de generar comisiones y negocios), a la vez que dan todo a la banca.
Y por último, porque resulta que un pacto en estas cosas me recuerda mucho a los pactos en los que se reparten las zonas en todas las películas de la mafia. Me repugna que mañana digan que esto es lo que los españoles queremos; sobre todo porque no es cierto lo que se dice por ahí, (Cayo Lara el primero que ha sacado el tema), de que todo es culpa nuestra por votarlos; idea que no comparto, al menos mientras no me expliquen a un servidor que es lo que pude hacer y no hice para evitar esto
Lo digo porque si soy culpable, será que algo he hecho u omitido; agradecería que alguien me ilustrase porque con toda la sinceridad del mundo, no sé qué hacer para solucionarlo. Y ya puestos que tengan en cuenta que el engaño ha sido tan masivo que incluso el artículo de marras acaba concluyendo que existe menos corrupción que la que percibimos. O sea que si me creo esto, ¿existe o no existe?, ¿es un problema o no?.
¡Vaya por dios con este lenguaje orwelliano!. Leo una noticia de prensa de un periódico de noticias titulado La Razón, y me encuentro con un burdo intento de manipular a la sociedad con un instrumento destinado a conocerla (encuestas).