Estamos otra vez ante el argumentario de que nos estamos recuperando. Nada nuevo bajo el Sol en un punto donde absolutamente nadie es capaz de ver problemas, pero mucha gente es capaz de encontrar recuperaciones en los sitios más insospechados. Hoy estamos con una frágil recuperación y síntomas evidentes de mejora, que no es más que la enésima variación del mismo tema. Me da igual que me digan que la economía está en la champions, que existen brotes verdes, que se ha logrado evitar el desastre o que los sacrificios parecen estar dando resultado. La realidad es que hay dos cosas que conviven siempre en estas cosas:
La primera es que resulta que es el sector financiero el que marca el timón; si los mercados financieros se derrumban, la crisis será muy pronunciada. Si los mercados financieros se estabilizan o mejoran, pues todo el mundo concluirá que la recuperación está en marcha, aunque sea frágil. Si caen, todo el mundo entenderá el desastre. La conclusión es lógica. Todo lo que no sea la economía financiera, (léase la economía real), pierde totalmente su sentido. Da exactamente igual el cómo y el porqué.
La segunda es que al final todo el mundo acaba olvidando ciertos parámetros importantes. Por ejemplo, es sorprendente como una persona determinada defiende a capa y espada que no es posible la recuperación sin una clase media e inmediatamente después defiende que se ha producido la recuperación sin esta. Lo mismo va para todos y cada una de las reformas que se nos puedan ocurrir. Lo curioso de esto es que además pasa sin tener que reconocer errores de ningún tipo.
El discurso que nos encontramos en estos momentos, no deja de ser el discurso que tantas veces hemos escuchado, pero sin embargo a cada vuelta de tuerca, hay alguna variación que por lo menos nos ha de servir como motivo de optimismo. La diferencia no está en las personas que defienden en cada momento la existencia de una inminente recuperación; la diferencia positiva está en que cada vez es más numeroso el grupo de personas que distinguen lo que es una recuperación de la economía, de una situación que no es más que un chute de estimulantes artificiales que no tienen más efectos que una pasajera sensación de euforia y un cierto optimismo que se verá otra vez empañado por la presencia de unos cisnes negros.
La realidad es que cada vez está más clara la situación. ¿Cómo es posible una recuperación económica, si se ha destrozado la economía para salvar al sector financiero?. Es así de sencillo; tras todos los discursos que queramos, la realidad es que se ha destrozado la economía real para salvar la economía financiera, que como es la única visible, nos da una imagen distorsionada. Al final resulta que tendremos otra vez una sorpresa derivada de algún acontecimiento inesperado, que será inesperado porque una y otra vez, resulta que mucha gente olvida que el sistema financiero tiene su razón de ser en financiar la actividad real, y que sin esta, el sector financiero está abocado a la caída.
Me gustaría proponer un post antiguo para su lectura, en 2009, en plena etapa de recuperación derivada de la implantación de los estímulos a lo largo de todo el mundo, me hacía la pregunta de “¿nos estamos recuperando?”. Pues hoy en día, tengo que decir exactamente lo mismo.