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He hablado muchas veces de ciertos personajes que intentan denominar un conjunto de ideas como un esquema ideológico denominándolo o liberalismo o neoliberalismo. En realidad es sencillo; se trata de proponer un concepto supremo que es la libertad, (de innegable valor), para justificar lo que sea, llegando a la conclusión de que nadie debe intervenir para coartar estas libertades para que todo el mundo mejore. Así explicado, parece difícil entender el fallo de este razonamiento; pero me gustaría proponer una parte relacionada con la libertad que nos puede ayudar a entender las cosas.

Me refiero al concepto de libertad sexual; me parece apropiado esta idea porque en este campo afortunadamente estamos en el camino para llegar a esto, y desafortunadamente existen aún ciertos comportamientos del pasado y lugares en los que dicho concepto es una burla.

Hace no muchos años y en no pocos lugares de este mundo, la libertad sexual en las sociedades no existía y esto significa que, principalmente, las mujeres no podrían elegir sobre algo tan básico como con quien, como o cuando desarrollar sus experiencias. Bien por la inexistencia de normas legales apropiadas, bien porque estas son inefectivas o porque existe una estructura de normas culturales y sociales que lo permitían, nos encontramos con situaciones en las que al final todo se reduce a que la fuerza y la posibilidad determinan las acciones.

Yo podría venir aquí a defender la libertad sexual en unos términos simples; la libertad sexual es que nadie ponga normas y nadie intervenga; si yo soy más fuerte que una mujer que me apetece; ¿Por qué no tomarla?. Esto puede ser entendido como la verdadera libertad, y podría concluir que todas las normas que me impidan ejercer mi derecho al igual que todas las opiniones que soltaría todo el mundo no serán otra cosa que limites a mi libertad. Afortunadamente sí yo dijese algo parecido, todo el mundo entendería que sería un libertino en lugar de un liberal, y perverso sería el calificativo perfecto para el discurso.

La perversión no está en el lugar obvio de olvidar muchos argumentos, (el poder o la fuerza , las informaciones asimétricas, las distintas capacidades o situaciones, que la libertad de uno acaba donde comienza la del prójimo, o simplemente la pura y dura realidad o simplemente toda la historia), sino en entender que me olvido de una serie de personas. Es decir; olvidaría a las mujeres como personas, lo que sería necesario para entender que semejante esquema tuviese un atisbo de libertad.

Si incluimos a las mujeres en el concepto, está perfectamente claro que la libertad necesita normas para que sea efectiva para todos, y de la misma forma está claro que necesita que estas normas sean cumplidas y aceptadas por todo el mundo. Cuanto mayor sea el grado de esto mayor será la libertad sexual ya que menos serán las invasiones en la libertad ajena. Y es sencillo comprobar que las normas que penalicen acciones que vulneran estos principios, y las reacciones de la sociedad penalizándolas lejos de ser desagradables interferencias en este concepto son lo que en realidad lo protegen.

Sin estas normas, no existiría esta libertad e incluso los más pervertidos entenderán la situación si se encuentran con que alguien más fuerte (que también se haya apuntado a esta curiosa forma de identificar la libertad con hacer lo que a uno le da la gana sin más limites que el poder que disponga), se fije en él. Mucha gente defiende que cada uno haga lo que quiera a menos que alguien quiera hacer con él lo que no quiera. En estos momentos, es en los que se piden las normas y las intervenciones, con los pintorescos argumentos de las intervenciones puntuales y necesarias para evitar males mayores. Es muy sencillo ver esto en el campo sexual  en distintas sociedades cuando se violan turistas procedentes de nuestras sociedades, mientras se ignora el problema de que en esos mismos sitios se violan los derechos de las que allí residen. El problema es que “unas son de las nuestras”.

Pero con ser triste este ejercicio de hipocresía mayúscula, lo realmente grave es que aún comprobamos que distintas personas y sociedades aún no entienden algo referente a las normas que supuestamente protegen a las mujeres de ataques sexuales. La realidad es que uso la palabra “supuestamente” porque en realidad no se protege a las mujeres, sino que se protege a la sociedad. El avance que se produce es el premio y es lo que nos permite comprobar sus ventajas. Protegiendo a las mujeres e introduciendo normas para evitar las situaciones en las que el poder se convierte en un elemento para limitar la capacidad de decisión, lo que se hace es construir una sociedad mejor, en la que todo el mundo gana; y curiosamente sobre todo los hombres.

Creo que no tengo que extenderme más en los beneficios para todos, para la sociedad y para el desarrollo que tienen determinadas normas tendentes a que esto no sea la ley de la selva pura y dura. Repito que no hay más que mirar la historia, las distintas situaciones sociales que existen y el más elemental sentido común.

Pero sí que creo conveniente llamar la atención sobre los paralelismos sobre determinados razonamientos ajenos. ¿Es libertad que las empresas puedan hacer lo que les da la gana aprovechando su poder?. ¿Con los trabajadores?, ¿con bienes en regímenes de oligopolio o monopolio; ¿especulando con todo tipo de productos básicos?, ¿es libertad que las empresas puedan hacer negocio con las necesidades de la gente?. ¿es deseable para incrementar la libertad en la sociedad el hecho de que se busque generar negocios con educación o sanidad a sabiendas de que cualquier negocio se basa en la escasez real o generada?.

¿Puede ser liberal el que defienda que no debe haber normas e interferencias y que ni las normas, ni la justicia, ni el esquema de pensamiento deba equilibrar de alguna forma las situaciones de poder?.

¿Desde cuándo es defender la libertad defender que las empresas puedan imponer el sueldo, precios y condiciones que sea a todo el mundo que deberán aceptarlas si quieren comer, o curar sus enfermedades, desarrollarse como persona o simplemente existir?.

Yo recomendaría que se reflexionase sobre unos cuantos liberales que por ahí pululan, y comprobaremos que en muchos casos son simplemente libertinos. De esta forma tal vez, en algún momento se llame economistas a los economistas, y pervertidos a los pervertidos.

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  1. en respuesta a Marcosjj
    -
    #26
    08/01/14 15:54

    No me voy a justificar diciendo que el error lo he cometido por escribir rápido, pero quiero rectificar dos errores: he escrito "ha leerlo", obviamente es "a leerlo", y "osea", que sería "o sea". Es que me pongo malo cuando cometo faltas como esas, por rápido que escriba o aunque sea un comentario.

  2. #25
    Conanbab
    07/01/14 20:12

    El capitalismo postula la libertad,es natural y objetivo, no es una doctrina.En cambio,el socialismo o cualquier intervencionismo,débil despotismo camuflado, depende de subjetivizar la realidad mediante x ideas.Es más racional y eficaz,el que ofrece un producto innovador a buen precio es el vencedor,estimula la competencia y progreso ,no de palabra.

  3. Top 100
    #24
    07/01/14 19:36

    Jim Rogers dice que el modelo actual consiste en tomar los activos de los competentes, dárselo a los incompetentes para que compitan contra los competentes.

    El capitalismo nunca ha funcionado en sociedades con alto desempleo. Irónicamente el socialismo (el de verdad y no esa patraña del PSOE) trata de restaurar al ciudadano al quitar a los ricos para dar a los pobres (una idea muy impopular entre los ricos) y eso hace que finalmente se restaure el capitalismo cuando ya se olvidó el alto desempleo. Entonces el socialismo es un mecanismo de restauración del capitalismo cuando hay quienes en nombre de esos abusos que denominan libertades, desean destruir el capitalismo.

  4. en respuesta a Ayaxtelamon
    -
    Top 100
    #23
    07/01/14 16:31

    Bueno supongo que el sintoísmo ...el budismo ...el confusionismo ...el mahometanismo ...entre otras no serían maniqueas ...según entiendo que puede desprenderse del su quizás afirmación...un abrazo...

  5. #22
    07/01/14 15:49

    Lo malo de muchas ideas es que solo consideran el blanco -lo que ellas defienden- y el negro -lo que se les opone- sin considerar que el mundo es una amplia gama de grises. Desde su punto de vista claro que es sostenible que el trabajador de a pie y el empresario tienen la misma libertad a la hora de firmar un contrato de trabajo, al fin y al cabo uno es libre de morirse de hambre.

    Lo malo del liberalismo, y de muchos otros ismos similares, es que no considera que sin igualdad de partida no hay libertad de elección. He leído muchos artículos en contra de los convenios colectivos y la defensa de contratos individuales entre empresario y trabajador. Teóricamente es perfecto y no se puede estar en contra pero la teoría y la realidad no tienen nada que ver. Hay que estar ciego para creer que un trabajador de a pie pueda tener el mismo poder de negociación que un empresario. Cualquiera que guste de la historia puede ver que quien tiene poder impone sus condiciones ya sea en el Antiguo Egipto, en Roma, en la España Imperial, en la "democrática" USA o en la Rusia Comunista.

    Sin igualdad el liberalismo solo sirve para que los poderosos sigan acaparando los recursos de cualquier sistema político. Y la igualdad total ni es posible ni sería justa. El mundo es un abanico de grises no en blanco y negro. Quizás esa forma de ver las cosas se deba al maniqueismo del judaismo y sus religiones derivadas, y desde luego es la que interesa al poder, a cualquier poder.

  6. en respuesta a Yo mismo
    -
    #21
    07/01/14 14:49

    Sí, más claro. Y en esa afirmación, en concreto, estoy de acuerdo. Eso que dices, efectivamente, no tiene nada que ver con el liberalismo.

    Si de todas formas no te lo digo porque tengamos que estar de acuerdo en algo, ni porque quiera que escribas algo con lo que yo esté de acuerdo. Mis comentarios iban encaminados a resaltar lo que a mí me parecía una trampa y un intento de confundir. Si tú dices que no era tu intención y que crees que lo has dejado suficientemente claro, pues ya está, perfecto. Yo he dajado ver cuál era mi punto, y ese aspecto ya lo hemos aclarado.


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