Al final parece que se ha perfilado un poco el rescate referido a los peajes, que comúnmente (e inadecuadamente) se denomina “rescate de las autopistas”. Al final parece que las concesionarias de autopista no tendrán participación en la nueva sociedad, de tal forma que difícilmente se les puede considerar que se las rescate. Simplemente dejan de pagar las pérdidas, lo cual hubiesen eliminado también con liquidaciones.
Respecto a la situación, la realidad es que tampoco varía demasiado; vamos a seguir teniendo autopistas vacías y carreteras llenas, los mismos o más peajes, y tendremos que asumir las pérdidas que seguro que se van a producir, (porque si no cambia absolutamente nada, nada cambiará).
Pero claro que sí que hay rescate; se rescata a los bancos. De hecho es la única diferencia que nos podemos encontrar. Las concesionarias de las autopistas en quiebra deben 3.800 millones a las entidades financieras, (vamos a olvidar el resto de deudas, al igual que las olvida el gobierno). Esos 3.800 millones son pérdidas para las entidades financieras, de tal forma que el hecho de asumir esta deuda en realidad es un rescate en toda regla a las entidades financieras.
Pero el colmo del juego del trilero, está en el detalle de los números; se propone una quita del 50% para dejar la deuda en 2.400 millones. Como supongo que es fácil echar cuentas, se comprueba que una quita del 50% no se corresponde con una reducción a la mitad de los 3.800 millones debidos. La justificación la encontramos en que estos 2.400 millones de deuda se convertirán en bonos a 30 años con la garantía del estado. Como sea que se afirma que esto supone un cambio en las condiciones, pues se dice que esto es una quita a mayores y se cuantifica en el 50%, (número que sale del complicado cálculo de ser un dato apropiado para el marketing).
Y aceptando que el cambio en las condiciones puede ser considerado una quita, es sorprendente que no se considere el resto de las condiciones para entender si es una quita o no. Sobre todo porque resulta que las condiciones que se cambian se pueden explicar de otra forma; los bancos ahora tienen unos préstamos por importe de 3.800 millones a unas empresas que están oficialmente quebradas.
En realidad lo que está ocurriendo es que se sustituyen deudas de 3.800 millones a entidades privadas quebradas por bonos públicos con el aval de todos los españoles por importe de 2.400 millones. Si tenemos en cuenta esta circunstancia igual tenemos que repensarnos el hecho de que se considere que existe una quita superior a la nominal por el cambio de circunstancias, y mucho menos si como se recoge en este artículo se le conceden a las entidades una rentabilidad mínima por estos bonos.
¿Cuánto valdrían estos préstamos?. La realidad es que el mayor cambio de condiciones no está precisamente en el plazo de reembolso, que a nadie importa porque nadie esperaba que se pudiesen pagar.
O pensémoslo de otra forma; ahora las entidades financieras tienen 3.800 millones en préstamos que podrían vender a un precio absurdamente bajo dado que no cobrarán ni rentabilidad ni principal con unas probabilidades altísimas. Mañana tendrán 2.400 millones en bonos a 30 años que podrán vender a casi el nominal y con una rentabilidad garantizada por el estado. Pues que tengamos que asumir que a esto se le llama “quita”, o que lo hacen por patriotismo es de nota.
De hecho, si fuesen patriotas… pues estaríamos en otra situación. El caso es que en definitiva, estamos otra vez ante un rescate a las entidades financieras que otra vez parece que no han tenido nada que ver con esta historia, y que olvidamos todos que han concedido estos préstamos se supone que estudiándolos y corriendo un riesgo.