Para justificar toda una serie de medidas, desde el Banco Central Europeo nos cuentan que estamos en riesgo de deflación. Frente a esta explicación surgen numerosas voces que alertan de que, en realidad, estamos ante un proceso de desinflación, basándose en que la palabra deflación nos hace pensar en un proceso dramático para la economía.
Cuando preguntamos por el concepto desinflación obtenemos que la palabra define una situación en la que se está ajustando (a la baja) el precio de unos activos financieros previamente sobrevalorados. A partir de aquí, hemos de tener en cuenta tres aspectos.
El primero de ellos radica en la respuesta: “no estamos en deflación, estamos en desinflación”. Asumiendo que son conceptos distintos (que efectivamente lo son), quien ha dicho que ¿El hecho de que estemos en desinflación nos lleva a negar la deflación?. El argumento de negar la deflación con la existencia de desinflación sería al de negar el sobrepeso de alguien afirmando que es bajo.
El segundo se refiere a una idea que deberíamos tener presente; la deflación genera por regla general procesos de desinflación, por lo que difícilmente puede negarse la deflación confirmando uno de los síntomas. Es decir, es como si alguien negase la gripe con un: “no tiene gripe, lo que tiene clarísimamente es fiebre, tos, malestar…”. En la situación actual el sector financiero está directamente detrás del comportamiento de la mayoría de los precios que al final están en la cesta de la compra (petróleo, electricidad, materias primas, alimentos….,) por lo que resulta complicado negar que exista cierta relación entre la desinflación y la bajada del IPC (téngase en cuenta que IPC no es lo mismo que deflación, aunque se usen indistintamente y yo los considere aquí equivalentes a los efectos de no enturbiar demasiado este post). Si tenemos en cuenta que los precios, en general, representan una parte importante a la hora de determinar los ingresos de las empresas y que los ingresos de las empresas afectan a su valoración en los mercados financieros y a la valoración de las deudas que emiten, acabamos concluyendo que existe una relación no precisamente débil entre los dos conceptos.
Y el tercer punto al que nos debería llevar esta reflexión lo encontramos otra vez en el lenguaje. Como todo el mundo (salvo algún que otro analista) sabe, la deflación es muy mala y por tanto se sustituye el concepto por otro más "amable". Pero lo curioso es que se sustituye por un concepto que no se acaba de entender muy bien y que incluso se presenta de una forma positiva. ¿Cómo va a ser malo que se desinflen los precios de activos sobrevalorados? ¿Cómo no vamos a querer que los bancos centrales y los gobiernos luchen contra una desinflación de activos? Parece evidente que a todos nos interesa que valgan más, aunque en todo caso parece evidente que aunque valgan un poco menos no es algo grave.
Esta es la magia del lenguaje porque en realidad podemos hacer una traducción rápida; propongo que se piense si existe alguna palabra que refleje “precios de activos financieros sobrevalorados” y estoy seguro de que inmediatamente surgirá: “burbuja”.
Ahora se deberá pensar en otra forma de decir “ajuste de burbuja” y automáticamente la cabeza se nos irá a "pinchazo".
Cuando nos dicen que el BCE está luchando con todas las armas posibles contra la desinflación, lo que nos están diciendo literalmente es que está luchando contra el pinchazo de una burbuja. Y luchar contra el pinchazo de una burbuja podría ser bueno, salvo por el matiz de que se supone que los bancos centrales se dedican evitar las burbujas.
Y el hecho de que se confunda la desinflación con la bajada del IPC significa que esas burbujas, que se deberían haber evitado y que se busca mantener (equivalente a evitar el pinchazo), están en los precios de los bienes que los ciudadanos necesitan (que son los que van al IPC).
En conclusión, me gustaría traducir a los que afirman: “no estamos en deflación, sino que estamos en desinflación”. Están diciendo que estamos en una burbuja de precios de productos básicos para los ciudadanos (y que, por tanto, ha impactado en su poder adquisitivo y, por tanto, en la economía). Y cuando se lucha contra la desinflación nos están diciendo que tenemos que luchar, haciendo todos los sacrificios que sean, para evitar el pinchazo de la burbuja que nos desangra.
Estaremos todos de acuerdo (en un razonamiento extremadamente simple) que se entiende muy distinto aquello de “están haciendo lo posible porque no pinche una burbuja de precios en los productos que tenemos que comprar necesariamente” que “el BCE está intentando evitar una ligera desinflación de los precios de activos financieros”.
Las dos frases vienen a decir exactamente lo mismo, pero en uno de los casos se busca cierta contundencia para que se entiendan las cosas (con mayor o menor éxito) y en otro se busca una redacción destinada a que se acepten las cosas (también con mayor o menor éxito) lo que difícilmente pasaría si se entendiesen.
Los blogs sirven para expresar una opinión (o sea intentar que se acepten determinadas cosas) y los analistas sirven para explicar la realidad (o sea que se entiendan las cosas). Espero que esto no se tenga demasiado en cuenta a la hora de determinar que frase explica y cual manipula.