Cuando se conocía el nombramiento de Varoufakis en febrero, el recién nombrado ministro confirmaba que Grecia seguiría en el euro, usando para ello el “Hotel California” de los Eagles y, más concretamente, la frase de “Puedes salir cuando quieras, pero nunca puedes dejarlo”. Debemos tener en cuenta que la forma de hablar de este ex-ministro es muy peculiar. Por ejemplo, poco antes de que se decretasen el corralito y los controles de movimientos de capital escribía en twitter que “los controles de capital y una unión monetaria son términos contradictorios.”
Los periodistas están acostumbrados a ciertos códigos del lenguaje político. Varoufakis usaba un lenguaje completamente distinto, de tal forma que algunos de sus mensajes se malinterpretaban. En realidad, ocultaba mensajes en malentendidos provocados por el uso de unos convencionalismos distintos. Lo mismo ocurre con la cita al “Hotel California”.
Hay diversas teorías sobre el significado de esta canción. Voy a descartar las referidas al satanismo que defienden que el Hotel California es el infierno o el cielo. Es difícil encontrar una canción famosa que no haya sido acusada de introducir mensajes satánicos. Y, además, el propio Don Henley (batería de los Eagles) ha explicado que el fin de la canción era criticar el lado oscuro del sueño americano y, más concretamente, los excesos y decadencia de la industria musical, centrándose en el tema de las drogas, el sexo y el dinero. Está claro que la frase “puedes salir cuando quieras, pero nunca puedes dejarlo” adquiere un significado atronador si asumimos que el Hotel California es una metáfora de las drogas.
Por lo tanto, el mensaje que ha mandado Varoufakis (y no me queda ninguna duda de que estaba pensado) es brutal y está lejos de ser una defensa de mantenerse en el euro (si se ha entendido así es por la única razón de que es lo que se quería entender).
En mi opinión Varoufakis está transmitiendo una analogía brillante. Todos conocemos las dificultades de salir de la droga y también aquello de que, incluso aunque se haya conseguido, será una lucha continua de por vida. Respecto al euro parece claro que cualquier país puede salir cuando quiera, pero tendrá que asumir un proceso realmente duro. Ahora me queda contestar a la segunda parte de la citada frase: ¿Por qué nunca lo podrá dejar?
Toda esta exposición viene para contestar una pregunta aparentemente simple que me han dejado en un post:
“¿es recomendable guardar dinero físico, es decir, billetes de euro con la letra en su numeración de Alemania X, Holanda P y Finlandia L por poner un ejemplo de países solventes y fiables?”.
La respuesta es muy simple. Todos los euros son exactamente iguales; por tanto, es indiferente donde se fabrique. En mi respuesta en el post a la pregunta mencionada expuse el caso más extremo que podamos imaginar: que el euro explote en mil pedazos de tal forma que cada uno de los países (o bien varios grupos de varios países) vuelva a su moneda. En este caso, el euro dejaría de existir y tendríamos que cambiarlo por la nueva moneda en cada país. Si tal circunstancia ocurre los ciudadanos deberemos cambiar los euros que tengamos por moneda nacional. Para esto no hay más que recordar cómo se introdujo el euro (destrucción de moneda previa e introducción de una nueva). Los euros acabarían en el banco de cada uno a cambio de una nueva moneda. Finalmente, se podrían cambiar en los bancos centrales. No parece muy probable que un alemán que tiene en su cartera euros fabricados en España venga a la ventanilla del Banco de España, mientras se cruza con los que han atesorado (consciente o inconscientemente) billetes de otros países en España.
En este caso sí que “se dejaría” el euro; porque al dejar de ser una moneda de curso legal, pasaría a ser un objeto de colección. Este escenario no es descartable. Debemos tener en cuenta que los estados que ahora definimos como “solventes y fiables” son los que han dictado las políticas monetarias y han instaurado las reglas de acuerdo a sus intereses.
Es sencillo entender el hecho de que los que han dictado las reglas vigentes durante mucho tiempo sean precisamente los que están en una mejor situación hoy en día. Pero cualquier incidencia puede cambiar esto de manera muy rápida, lo que desencadenaría un escenario en el que todo puede ser posible. En todo caso dependerá de las decisiones que se tomen en el futuro y este escenario extremo no es inmediato. Los escenarios extremos son eso; el último al que llegaríamos por un camino que podemos cambiar.
En el caso de que uno o varios países salgan del euro, pero el euro siga existiendo, el análisis es distinto. Un país puede salir del euro, pero esta moneda seguirá existiendo. En un primer momento se establecerá un tipo de cambio (llamémosle inicial) entre la (nueva) moneda nacional y el euro. Lo más importante es que este tipo de cambio servirá para la convertibilidad inicial. Pongamos el caso de Grecia e imaginemos que se establece un cambio de un dracma por cada euro. Los sueldos de 1.000 euros se convertirían en 1.000 dracmas y los saldos en cuentas bancarias de 1.000 euros se convertirían automáticamente en saldos de 1.000 dracmas.
Sin embargo, los euros en efectivo no podrán ser convertidos de manera automática. Un euro será un euro siempre que el banco central europeo no modifique el papel físico por otro (bien introduciéndolo en el banco, llevándolo a un banco central, o intercambiándolo con otra persona por bienes, servicios u otra moneda).
A partir del día siguiente de la salida del euro debemos de tener en cuenta que los griegos podrían ir a un banco a comprar y mantener euros que serían a partir de entonces una divisa. Sin embargo, la conversión de billetes de euro en los nuevos billetes como la apertura y mantenimiento de cuentas en moneda extranjera (el euro) estarían afectados por las restricciones de capitales.
Con todo esto es fácil extraer algunas conclusiones; mantener el dinero en efectivo supone asumir riesgos de sustracción, destrucción o pérdida muy superiores a mantenerlo en una entidad financiera. Sin embargo, en caso de corralito, el valor del dinero en efectivo será muy superior mientras el corralito se mantenga; esta diferencia se exagera en caso de que el país finalmente salga del euro, al no existir un proceso de conversión automática en los billetes. Dado que el euro se revalorizará frente a la nueva moneda local (o que la nueva moneda se devaluará), el dinero en efectivo en euros se revalorizará también.
Este proceso provocará, sin ningún género de dudas, que exista un volumen determinado de euros en la economía del país que sale del euro que no se cambiarán sino que intentarán atesorarse.
Una salida del euro será fruto de una situación económica extrema y la propia salida generará unos efectos desestabilizadores que empeoran la situación por la aplicación de la ley de Gresham (se incrementará la demanda de la moneda que se espera que se revalorice y se incrementará la oferta de la contraria).
Esto nos lleva a concluir que los controles de cambio se prolongarán en el tiempo, lo que significa que será normal que el intercambio de euros por la moneda local se encuentre restringido; lo cual genera incluso una revalorización mayor del euro, tanto a niveles oficiales como a nivel de mercado negro de euros.
En cada país que salga de la moneda única habrá una moneda propia, divisas y el euro que siempre será “la moneda de los ahorros”. En definitiva, seguirá operando la ley de Gresham en un entorno en el que todo el ahorro generado va a tratar de canalizarse hacía una divisa, lo cual implica que se esperará que suba en un proceso que se retroalimenta.
No hace falta más que recordar la situación de Argentina que partía de una situación de paridad con el dólar; En enero de 2012 se declara el “corralón” (el “corralito” fue declarado el 3 de diciembre de 2012) mediante el cual se convierten todos los dólares depositados en bancos a pesos (los depositados en bancos) y se elimina la convertibilidad entre pesos y dólares.
Pues a pesar del tiempo transcurrido desde que el peso se liberó de la paridad con el dólar, nos encontramos con una importancia extrema del dólar en la economía argentina y con un mercado negro (no oficial) de dólares tan extendido que incluso se publican sus cotizaciones en los medios de comunicación. La ley de Gresham actúa perpetuando un sistema en el que siempre habrá más necesidad de divisa y oferta de moneda propia, lo que unido a las restricciones de divisas da lugar al mercado negro.
La situación en Europa es distinta porque con el tiempo se activaría el escenario extremo antes mencionado (siempre y cuando no se cambie el camino, claro). Hoy a los países del centro de Europa les interesa que sus inversiones en los países periféricos mantengan el valor (de ahí las grandes ventajas del euro); si varios países salen del euro, a esos mismos países les interesará devaluar su propia moneda (al igual que ahora encontramos esfuerzos de la Reserva Federal, Banco Nacional Suizo, Británico o Japonés por devaluar sus monedas). La gran ventaja es que el euro acabaría desapareciendo ya que un euro de dos o tres países no sería el euro actual por muy parecido que sea. El euro actual sería parecido a la moneda nueva de Alemania y Cia; pero entendamos que parecido no es lo mismo; y los billetes de euro antiguos que tendríamos atesorados serían “parecidos” a los nuevos; pero, sin valor.
Pero cómo he dicho, el final efectivo del euro es el final, bastante lejano, del camino. Durante un largo período, lo que debemos tener en mente es que:
Bienvenidos al Hotel California; podrás salir, pero no podrás dejarlo.