Sin viajeros, Air Comet y las aerolíneas en general no tienen opción de sobrevivir, y no habrá viajeros en una situación en la que se presionan los sueldos hacía abajo y los precios de los bienes básicos hacía arriba.
Una vez consumado el desastre, escribí un post en el que exponía la oportunidad que para los empresarios suponía lo ocurrido con Air Comet. Creo que ese momento era oportuno para la reflexión, y desde luego ver caer al representante de los empresarios, tenía que hacer reflexionar a los empresarios sobre la verdadera situación. Siendo grave el que los empresarios, los gobiernos y las autoridades no hayan visto venir el desastre, me parece mucho más lamentable el que no se aprenda con dicha situación. El propio Díaz Ferrán ha hablado de que con Air Comet, tenía un billete de lotería que le ha tocado.
Desde luego, no puedo decir que la reacción me sorprenda; aunque en el fondo esperaba que algo cambiase. Estamos en un país en el que cuando las cosas van bien, los políticos, empresarios, bancos, escuelas de negocios y expertos se apuntan el merito, ya que las cosas van bien gracias a sus políticas, decisiones, negocios y chorradas varias de gurús. Sin embargo, cuando las cosas van mal y de hecho se comprueba que la bondad anterior fue en gran parte ficticia, la culpa es de la sociedad, de los trabajadores o de la santísima trinidad, reencarnada en esta ocasión en forma de trágico número de la lotería.
El caso es que dicha esquizofrenia sirve para continuar defendiendo las mismas recetas que en años pasados, esperando de alguna forma que salga distinto, para después sorprendernos de los sucesivos derrumbes. De esta forma, ahora comenzamos con las noticias de Marsans, (también de Díaz Ferrán), que supongo que adivinarán como acabará. Sigue la caída libre de los clientes y así no hay empresa que sobreviva.
Y en estas estamos, cuando de repente sale a la palestra Adolfo Domínguez despachándose a gusto en una charla en la que ha soltado de repente todas y cada una de las sentencias que se vienen repitiendo con inusitada frecuencia. Despido libre, fuera la administración, no entiende las bajas de los empleados… En fin, el pack completo. El argumento es simple: “El empleado debe ganarse todos los días el sueldo ya que la incertidumbre nos mantiene vivos”.
Jesús Banegas, vicepresidente de la CEOE y presidente de la patronal tecnológica, unos días después repite claramente el mensaje, poniendo el acento en que lo importante es “bajar los sueldos”.
El problema es que no acabo de ver la coherencia en estas declaraciones, por ningún lado, ya que por ejemplo mientras Adolfo Domínguez habla de su alergia a la administración pública, en sus cuentas anuales, (página 32 del informe financiero disponible en el apartado de consulta de registros oficiales de la página www.cnmv.es), constan subvenciones a fondo perdido al capital por valor de 1.563.651 euros, constan préstamos en condiciones ventajosas por valor de 1.660.845 del ministerio de industria, (página 35 del informe) y subvenciones a la explotación por importe de 390.483 euros, (página 4). Teniendo en cuenta que los pagos de impuestos sobre sociedades que debe asumir ascienden a 1.212.465 euros, (página 37), lo cierto es que no sé de que se queja en sus relaciones con las administraciones públicas.
Desde luego el tono y el respeto de estas declaraciones dejan mucho que desear, lo cual no creo que deba ser algo baladí cuando se sorprende del hecho de que se queje de que las familias cenan fuera de casa dos veces a la semana, y carga contra los trabajadores de esta forma. Este señor, tendría que moderar el tono cuando habla de lo que a la postre son sus clientes.
El caso de las tecnológicas no deja de ser por otra parte llamativo, al ser un sector que nace de una inversión pública masiva, que se ha traspasado a manos privadas, y que cuenta con una amplia protección en España, que permite que literalmente las tecnológicas puedan hacer lo que les den la gana y nos faciliten los peores servicios a los mayores precios. No parece demasiado inteligente tampoco disparar así contra los clientes, aunque debemos entender que en este caso la situación es ligeramente distinta, ya que la situación en las tecnológicas es de auténtico poder en el mercado, aunque al final se olviden de desarrollar tecnologías, que es un autentico engorro.
No voy a hablar de la justicia, no voy a hablar desde luego de lo absurdo de las medidas, (al final ya he puesto porque son absurdas en su día), y desde luego voy a tratar de obviar lo de “corrupción pequeña pero generalizada” entre los trabajadores, entre cuyas frases hay “un montón de pícaros”.
Al final de todo, no es que las declaraciones del modisto sean un despropósito, ni que sean absurdas, ni desde luego que a mi juicio, estén completamente equivocadas, es que además no tienen un atisbo de inteligencia.
Lo que no soy capaz es el nivel de miopía que determinadas personas de la clase empresarial muestran. ¿Pero no ve el modisto, que realmente lo que está haciendo es que sus clientes empeoren?, ¿no se entera que entre la caída del poder adquisitivo y la caída de la confianza, las ventas de Adolfo Domínguez, S.A. han caído un 10%?.
Habla de la incertidumbre necesaria en los trabajadores; y luego ¿resulta que nos sorprendemos de la confianza de los consumidores?. Vamos a ver si nos aclaramos, mal vamos intentando dar confianza a los mercados, (consumidores y empresas), si la primera premisa es que no tengan confianza.
Pero es que con todos estos absurdos, lo más irracional de todo es que están poniendo el manual de los beneficios de la competencia. Todos sabemos que la competencia fomenta la innovación, la productividad y la mejora. ¡pero es la competencia entre los distintos ofertantes en cada mercado!. Dicho de otra forma, lo que el modisto dice es en síntesis correcto, pero es la receta que desde todos lados se recomienda ¡para las empresas!. Por supuesto, son estas las que además cobran los beneficios de los riesgos asumidos, (en la teoría, claro), porque aquí resulta que todo el mundo cae, salvo los empresarios.
En este sentido, no tiene ningún sentido que desde empresas del sector textil, se trate de limitar las importaciones a otros países como China. Por supuesto, ni que decir que el presidente de una asociación de las tecnológicas, parece que es un chiste que venga a hablar de algo parecido a competencia, y menos en un sector que tiene rasgos oligopolísticos por todos los poros.
Juro que no entiendo que los empresarios se pasen el día pidiendo reformas liberalizadoras, medidas que incrementen la productividad y no sé cuantas cosas bonitas, cuando la triste realidad es que la productividad depende tanto de las inversiones que realicen las empresas como de los trabajadores, (¿Cuándo Fernando Alonso no ganaba con Renault cual era el problema?). Y jamás entenderé como desde una asociación de empresas se vienen a dar lecciones de competencia, (cuando en realidad pocas cosas se me ocurren menos competitivas que una asociación constituida para defender intereses comunes).
No puedo entender si estas declaraciones, absurdos o argumentos torturados para defender lo de siempre, son fruto de un morro increíble o son simplemente producto de una miopía alarmante. Pero sin embargo, jamás entenderé que de los impuestos de la sociedad salgan las subvenciones que se le han dado a Adolfo Domínguez, S.A. ya que la sociedad, (a través de los políticos que actúan en su nombre), pueden plantearse invertir en aquellas empresas que van a devolver algo a la sociedad, y salvo quiebro espectacular, no parece muy lógico que se destinen los impuestos de los trabajadores, para recibir a cambio unas recetas que son desde luego un atraso más que evidente y sobre todo en el caso más que evidente de que lo pida una empresa que necesita clientes.
Y en definitiva, y dado que nadie parece pedir reformas a las empresas, lo cierto es que las recomendaciones que ha dado el modisto parecen muy apropiadas para el mundo empresarial. Y cuando deje de percibir dinero del estado, hablamos. Por supuesto, en el momento en que sea más fácil darse de baja del ADSL, y conseguir que el ordenador de la tecnológica de turno te arregle la incidencia que tengas, que despedir a una persona, tendremos que plantearnos no pedir una reforma empresarial.
Ya que a lo mejor alguien tenía que decirles a estos señores, que si algún mercado está liberalizado es el del trabajo; mientras que las empresas se han dedicado a todo menos a competir y tener ese miedo del que hablan.
Por supuesto, más preguntas que quedan abiertas son, por ejemplo, las siguientes: ¿Para esto me piden a mi, y a los que son como yo sacrificios?. ¿luego se sorprenden de que tengan mala imagen?, ¿es normal que Adolfo Domínguez afirme que Amancio Ortega no es un modisto sino un comerciante?, ¿tiene alguna idea este señor de las necesidades, inquietudes y preocupaciones de la sociedad?, ¿plantean algún sacrificio propio ya que parece ser que los beneficios de los sacrificios de los demás si serán suyos?, ¿negociaría Vd. con una empresa que le pida sacrificios a cambio de nada?.
Y entiéndame, lo malo no es que suelte estas declaraciones. Lo peor es que probablemente se las crea.