Uno de los culebrones que tenemos montado actualmente en el panorama empresarial español es la lucha a muerte entre ACS e Iberdrola, o más bien entre dos personas con nombres y apellidos que están utilizando ambas empresas como armas contra el otro.
El origen de esta lucha está en el interés de ACS de entrar en el consejo de Iberdrola, al tener ya el 12% de la eléctrica, y en la negativa del consejo de la última a esta pretensión.
En este contexto Iberdrola, ha presentado una demanda contra ACS, basada en que las cuentas de la constructora no reflejan la imagen fiel. Las alegaciones de Iberdrola, se basan en que la cuenta de resultados de ACS no refleja el deterioro de determinadas empresas en las que participa. Esto significa que los beneficios de 988 millones de euros presentados para el ejercicio 2009, en realidad deberían ser pérdidas de 405 millones.
Concretamente, Iberdrola manifiesta que ACS no ha llevado a la cuenta de resultados, quebrantos por importe de casi 1.400 millones de euros, de acuerdo con el siguiente desglose:
- Cerca de 900 millones correspondientes a la depreciación continuada de la participación en Iberdrola.
- 437 millones correspondientes a la depreciación de Hochtief
- 93 millones correspondientes a la depreciación de varias participadas no sujetas a cotización, (Xfera Móviles, Madrid Calle 30, Accesos de Madrid Concesionaria Española e Inversora de la Autovía de la Mancha)
Para entender estas demandas, el primer paso es entender los matices y diferencias que existen entre los distintos casos.
El primer matiz es que en el caso de los 93 millones de las empresas participadas no sujetas a cotización, no existe un precio oficial de las participaciones en dichas empresas, siendo el problema, según la denuncia, está las pérdidas que no son reconocidas por ACS en ningún momento.
En el caso de Iberdrola y Hochtief, las acciones de las empresas cotizan en mercados secundarios, de tal forma que en los dos casos, ACS reconoce en las cuentas que el precio que ha pagado por las acciones de las empresas es superior a las respectivas cotizaciones, por lo que existe un elemento claro para determinar que existe una pérdida.
ACS, reconoce estas pérdidas, pero no las traslada a la cuenta de resultados, sino que las remite directamente a patrimonio, ya que considera las participaciones como “activos financieros disponibles para la venta”. En este caso sería conveniente aclarar que el nombre de esta cuenta no es demasiado apropiado, porque sugiere que son activos declarados en venta, cuando realmente en la definición contable de esta cuenta se deben incluir los valores representativos de deuda e instrumentos de patrimonio de otras empresas que no sean del grupo, multigrupo o asociadas. Por lo tanto, hasta aquí todo es correcto.
Estas participaciones han de estar contabilizadas por el valor razonable, y el problema está cuando el valor razonable en cada momento es inferior al coste de adquisición; en este momento, la empresa ha de determinar si existe un deterioro del valor o no. La explicación es muy sencilla; el hecho de que un valor cotice a un precio inferior al precio de adquisición no significa necesariamente la existencia de una pérdida efectiva, sino que puede ser una situación temporal o por determinada coyuntura. Pensemos en el caso de una empresa que adquiera participaciones de otra con una perspectiva de revalorización a largo plazo; es fácil entender que aunque las cotizaciones se reduzcan es posible que no tengamos pérdidas reales.
Por tanto, cuando el valor razonable de unas acciones, sea inferior al valor de adquisición la empresa debe verificar si ha existido deterioro o no de este valor. En caso de que exista deterioro del valor de la empresa en la que se invierte, la pérdida ha de ir a la cuenta de resultados y en caso de que a pesar de que la cotización baje, no se observe una pérdida de valor de la participación, procede ajustar reduciendo el patrimonio y usando la cuenta de ajustes por valoración.
En este sentido ACS manifiesta entre las páginas 193 y 194 del pdf depositado en la cnmv que efectivamente la participación de Hochtief, consta en el balance por importe de 1.560 millones, siendo su valor de mercado de 1.124 millones, lo cual evidentemente significa un desfase de 436 millones. En este sentido, comunica que en 2008, realizó una estimación del valor de la acción teniendo en cuenta la valoración de los negocios y no sólo no ha detectado deterioro sino que ha subido el fondo de comercio y por tanto el valor de la empresa en 13,5 millones. Iberdrola puede tener motivos suficientes para dudar de esta valoración ya que no constan ni tan siquiera las hipótesis en las que se basa ACS para unas conclusiones que, como poco, podemos calificar de aventuradas.
Y llegados a este punto y antes de meternos a analizar los datos sobre Iberdrola, me gustaría hacer una reflexión acerca del jardín en el que se ha metido Iberdrola, y las consecuencias que puede generar esta demanda, que será el próximo post.