Todos somos conscientes de que el Producto Interior Bruto está estancado, y todos intuimos que esto no puede ser bueno. Por lo tanto, todo el mundo entiende que lo mejor es que el PIB suba. Se entiende que el hecho de que el PIB suba, significa que la economía está mejorando.
Pues el anterior párrafo esconde una trampa en la que suele caer mucha gente y que se detecta en determinadas propuestas. Una de las propuestas que se ha escuchado es la de legalizar determinadas actividades, que ahora mismo son ilegales o alegales.
En este sentido he escuchado la propuesta de legalización de drogas blandas y de la prostitución. El mero hecho de legalizar estas actividades tendría un efecto positivo en el Producto Interior Bruto, ya que en ambos casos tratamos el comercio de bienes y servicios finales.
Pero sin embargo a pesar de que el PIB suba, lo que a veces cuesta recordar es que si no hay un cambio económico, no hay ningún efecto económico. En este caso, y asumiendo que la venta de porros o el negocio de la prostitución sea algo bueno, (y ya es asumir), la economía no mejoraría si no hay mayor tráfico o mejores servicios.
Es cierto que la recaudación mejoraría, mediante las tasas e impuestos al consumo de estos elementos, pero encontraríamos como poco unos cuantos efectos perversos, (aparte de los obvios).
En el caso de la prostitución, estamos ante un sector que en España es alegal. La prostitución es algo que oficialmente parece no existir. No es legal pero tampoco ilegal, al no estar penalizada, (me refiero a la prostitución en si misma, y no a actividades accesorias como la trata de blancas o esclavismos). Es difícil entender que derivado de la legalización de la prostitución se modificarían los servicios prestados. Y si no se incrementan los servicios prestados, la actividad sexual y por tanto la actividad económica que se deriva de esta actividad simplemente no se movería. En consecuencia, aunque el número del PIB se incrementase, la realidad es que el crecimiento del país no mejora.
Quizás en el caso de los porros se pueda entender que la legalización de dicho bien provocaría un incremento en el consumo. Es desde luego una de las críticas a tal medida, pero en el estricto ámbito económico, (lo que por cierto haría un tecnócrata de estos que se llevan ahora), el primer efecto sería una expansión económica ya que se generaría actividad económica. Pero lo curioso del caso es que si legalizásemos los porros, ¿Acabaría siendo una noticia que la gente no los consumiese?. Pensemos en que una bajada en el consumo de porros supondría una bajada del PIB, en cambio la subida de los porros genera actividad económica; por un lado directamente tendríamos el incremento directo derivado de que si se fuman más porros, tenemos mayor actividad en el cultivo, en la distribución, generaría actividad en la publicidad.
Alguien podrá alegar ciertos efectos secundarios en tal medida, pero tengo que decir que esto generaría mayor actividad económica y en definitiva un mayor PIB. Si derivado de estos porros tendríamos mayores necesidades sanitarias, nos encontraríamos con que se genera actividad en este sector, por lo tanto lo curioso es que cuanto mayor fuesen los efectos secundarios, mayor sería el impacto positivo sobre el PIB.
En este sentido estamos frente a una paradoja típica que es aquella derivada de la historia de un ladrón que rompe un cristal de una tienda. Al romper este cristal se genera trabajo para el cristalero y para todos los que trabajan en la cadena de confeccionar cristales de tal forma que se acaba generando una gran actividad económica en la que todo el mundo está contento, salvo el cristalero, (que normalmente no se tiene en cuenta y de esta forma no hay perdedores).
Esta es una de las claves sobre las que se sustentan las teorías del decrecimiento, que básicamente propugnan el decrecimiento. En general se parte de que el crecimiento no siempre es bueno, y en realidad es cierto. En muchas ocasiones el crecimiento del PIB no tiene que ser necesariamente bueno, y en no pocas ocasiones el crecimiento del PIB está incluso escondiendo destrucción desde muchos puntos de vista, incluso desde el punto de vista económico puro y duro. Por supuesto debemos entender que esta teoría parte de una disyuntiva con cierta trampa; ¿debemos crecer como hasta ahora o no crecer?. En realidad esta pregunta tendría una respuesta, pero faltan más opciones como son las de cambiar el parámetro de crecimiento y por supuesto distinguir el crecimiento real del crecimiento de un indicador.
La gran ventaja de introducir sectores de este estilo en el PIB es simplemente que nos da información; claro que esta información hay que saber y tener tiempo para leerla e interpretarla. Recordemos que en 2005 se introdujo en el PIB el sector financiero, (como se pudo introducir el sector de la prostitución), entendiendo que una parte de los servicios financieros son servicios finales y no bienes intermedios. Esto produjo un efecto positivo en el PIB que ha pasado totalmente desapercibido y de hecho el hecho de que suba el número del PIB significa otra cosa desde el 2005. Desde este momento el hecho de que los bancos obtengan mayor beneficio suponen un incremento en el PIB, aspecto que antes no ocurría. Esto nos lleva a que no podemos comparar los crecimientos de ahora con los anteriores. Si los analistas no se enteran de estos cambios están midiendo mal la situación de la economía, porque están interpretando datos con otras variables.
Pero más allá de las complicaciones técnicas, lo cierto es que la información de la situación de los sectores incluidos es mucho más completa que la información de los sectores no incluidos. Incluso con todas las cautelas que debemos tener en cuenta para analizar la información, (que si los balances son falsos, que si la información está enfocada a favorecer determinados intereses, que si no sabemos el verdadero valor de los activos, que si los ingresos difícilmente pueden ser realizables…), tenemos una aproximación. Es evidente que en el caso de sectores ilegales o alegales la información es mucho peor y con frecuencia basada en estudios basados en hipótesis y no en datos.
Por ejemplo, un post que siempre he tenido en mente es tratar de entender el impacto de esta crisis en el negocio de la prostitución y en el de las drogas. Y lamentablemente no tengo ni idea, ni tan siquiera como enfocarlo. Tengo cierta curiosidad por tratar de identificar la evolución de precios en estos sectores, (deformación profesional ya que los precios identifican normalmente la situación de los distintos mercados y la protección tanto de la oferta como de las necesidades de la demanda). Evidentemente no podemos saber precios, índices y tampoco el producto generado por tales actividades.
Evidentemente el no poder saber estos datos, nos puede llevar a una curiosa encrucijada. ¿Cómo podemos decidir si conviene económicamente tomar cualquier decisión en estos sectores si no tenemos datos?.
Y aparte de esta encrucijada, nos debería llevar a una conclusión que difícilmente puede admitir discusiones. Ahora que estamos en plena campaña de Tecnócratas, alguien debe pararse a pensar que la economía es importante para un país y para un gobierno, pero jamás debe ser lo importante. El proceso de toma de decisiones en un país ha de tener en cuenta los aspectos económicos, pero jamás ha de ser tomada en base a aspectos económicos. Como poco nos puede llevar a aberraciones incontables.
Por esto una empresa ha de llevar sus cuentas, pero ha de ser dirigida por alguien con visión de dirección comercial, una familia ha de llevar sus cuentas, pero ha de ser dirigida con vistas a mejorar la vida de los hijos y un país ha de tener presente la economía ¡cuando tome las decisiones que importen de verdad!.
Puede ser una perogrullada, pero esto es básico; la economía no es un fin; es un medio. Y si la economía es un desastroso objetivo en sí mismo, el PIB no es más que un indicador incompleto, desenfocado y estadístico de esta. De hecho el PIB no debería llegar a la categoría ni tan siquiera de medio, sino que debería ser ¡un indicador que unido a otros muchos nos permita conocer una realidad!.