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Ética y asesoramiento financiero, ¿agua y aceite?

Seguramente, más de uno, al ver el título del post de hoy, haya esbozado una sonrisa pensando en el antagonismo existente entre ambos conceptos, especialmente si uno ojea las secciones de economía de cualquier periódico. Sin ir más lejos, ojeando algunos de los comentarios en los post de este blog, cualquiera puede ver las dudas que genera entre el público la práctica de una tarea tan delicada como esta, poniendo en cuarentena, a veces,  las “buenas intenciones” del asesor. Y no es para menos. 
 
Preferentes, deuda subordinada, hipotecas “basura”, coberturas de tipos de interés… la lista de productos financieros y de inversión que han causado enormes perjuicios a los consumidores es muy extensa, demasiado. 
 
¿Es posible, con estos antecedentes, hablar de ética en el asesoramiento financiero? No solo es posible, sino que debe de hablarse, alto y claro.
 
Porque aquellos que formamos o hemos formado parte de ella no debemos negar que, a nivel general, en la industria del asesoramiento financiero se han cometido muchos errores, errores muy graves que han supuesto auténticos dramas personales para algunos clientes que, no lo debemos olvidar, son el leitmotiv de la actividad, el auténtico epicentro del trabajo que desarrollamos. No se puede negar que las “circunstancias”, en forma de crisis y política de comercialización de algunas entidades, han provocado en muchos casos estas equivocaciones, y que, además, el asesor, la persona que da la cara por la empresa para la que trabaja, es el eslabón más débil de la cadena que provoca estas situaciones, pero tampoco debemos auto engañarnos pensando que estas circunstancias han sido los únicos generadores de esta situación. Evidentemente, cuando una estructura comete un error, la responsabilidad, en mayor o menor grado, es de toda la estructura.
 
Pero, ¿se puede hacer algo ante esta perspectiva? ¿Puede un cliente protegerse ante la potencial eventualidad de una mala praxis en el asesoramiento financiero?
 
Evidentemente, a priori es complicado poder percibir este tipo de situaciones, y muchas veces tenemos que dejarnos guiar por nuestra intuición. Probablemente, la prudencia y la reflexión a la hora de tomar decisiones transcendentales para nuestro patrimonio sean las mejores armas, así como la búsqueda de información (y formación) financiera independiente.
 
Sin embargo, estas no son las únicas “medidas de defensa” que tiene el consumidor. Así, existe una serie de asociaciones profesionales dentro del sector financiero, como la delegación española de la €uropean Financial Planning Asociation, más conocida por sus siglas (€FPA), o el Instituto Español de Analistas Financieros (me consta que nos son las únicas, aunque son las que conozco de primera mano), que fomentan el desarrollo de una buena conducta en el sector, tratando de primar los intereses del cliente por encima de todo.
 
Esta intención se plasma en la necesidad, para aquellos que quieran pertenecer a dichas asociaciones, de acatar los términos de sus códigos éticos (que pueden consultarse en estos enlaces, en el caso de €FPA e IEAF), que no solo indican expresamente la primacía del interés del cliente sobre los intereses particulares del asesor o analista, sino que fomentan la práctica de su cumplimiento y exigen la identificación de sus miembros como tales (en el caso de €FPA, existe incluso un buscador que permite conocer si su asesor mantiene alguna de sus certificaciones), así como un grado de formación lo suficientemente amplio como para desarrollar esta actividad con los conocimientos necesarios.
 
Pese a que este tipo de certificaciones y asociaciones no son obligatorias, muchas de las entidades, especialmente aquellas especializadas en grandes patrimonios, exigen a su equipo comercial la obtención de las mismas.
 
En todo caso, es lógico pensar que la mera pertenencia a una asociación no impide que se produzcan malas prácticas e incumplimientos de estos códigos: en todos los ámbitos existen “ovejas negras”. Sin embargo, tanto la existencia de estos códigos como la accesibilidad, por parte del gran público, a estas asociaciones permiten que, en caso de incumplimiento, puedan denunciarse estas conductas ante las asociaciones, sin perjuicio de que, en caso de que así se estime oportuno, se tomen las medidas legales que se consideren necesarias.
 
En definitiva, pese a que nadie puede abstraerse al hecho de que la pertenencia a una empresa implica el objetivo de que esta obtenga beneficios económicos, dentro del mundo del asesoramiento financiero, que, no lo olvidemos, se basa en la confianza que el cliente deposita en el gestor, existen iniciativas que fomentan un alineamiento de intereses y una práctica de la profesión de manera ética, y que permiten, a los usuarios, poder contar con un grado de seguridad y confianza superior en los gestores pertenecientes a las mismas. Aunque, sin ninguna duda, la mejor protección es poder contar con toda la información.
 
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  1. en respuesta a Sasha
    -
    #2
    14/06/13 12:56

    Uau. Sobre economías, conceptos económicos, y demás.

    http://www.eldiario.es/escolar/reloj-gato-Madagascar_6_143195683.html

    Simplemente uau.

  2. #1
    14/06/13 11:23

    Mucho hablar de que si hay que asesorar, formar, documentar y enseñar términos económicos a la población. Y formar al público, ¿cómo? ¿En cómodos fascículos a partir de otoño? ¿Insertado en su periódico ya de por sí menguante en tirada pero abundante en papel (sobre todo publicidad)? ¿Obligando a que amas de casa, estudiantes, jubilados, obreros, celadores, bedeles, etc. pasen por colegios, academias, etc. en los que un experto impartirá economía? ¿Qué rama de la economía? ¿Durante cuánto tiempo?

    El enfoque tiene que cambiar. No se trata de formar al ciudadano medio, hay que protegerle. PRO-TE-GER-LE. Por más que uno quiera formar a la gente sobre en qué consiste una preferente, seguirá habiendo abuso. Pongamos que a mis padres, que son los depositarios del producto, ya se les hubiese dado "formación" económica hace diez años. ¿Con 70 años creen que uno es capaz de asimilar qué son las operaciones en corto, los SWAPs, apalancarse, en un curso obligatorio de un año?

    Miren, en la situación actual, yo puedo pillar a un economista que está buscando una unidad de 2TB en USB3 para sus datos, y le endilgo subrepticiamente y con muchísimo arte una cabina NAS tipo HP XP24000 con la cantinela de que es mejor, más rápida, más potente y garantizada por ese gran fabricante que es Hewlett Packard. Que no se preocupen que sus datos están más que seguros, más que en una unidad de 3,5" que puede fallar como una escopeta de ferias. Entonces, tras un tiempo de feliz uso, el problema vendría cuando uno de sus discos se corrompiese, cómo podría ampliar el almacenamiento ya presentado (este término existe y se aplica a cabinas NAS) a su PC o habría que hacer una ampliación de discos: pon una pasta que ni te imaginas, o arriésgate a vivir con una unidad monstruosa que no te vale ya. ¿Se hubiese solventado esto con formación sobre almacenamiento masivo en sus variantes local, en red, en cabina, vía puertos, tipo de almacenamiento, historia del mismo, etc.? ¿O prohibiéndome ir colocando cualquier brutalidad a lo primero que se me pone a tiro? Recuerden que quien tiene que formarse no está acostumbrado a términos como NAS, iSCSI, FATA, y para su trabajo o quehacer cotidiano no tiene por qué estarlo. ¿O sí? Y en el caso de que de repente la gente empezase a comprar camiones para transportar la familia en lugar de manovolúmenes y góndolas en lugar de remolques, ¿qué vendría después para que no fuese la gente comprando tanques en vez de coches, formación sobre vehículos?

    Que esto de la formación no funciona, señores, que lo que hay que hacer es proteger al indefenso y controlar a los emisores. Si se hubiese agarrado por el pescuezo a Caja Madrid y les hubiesen prohibido colocar según qué productos a ahorradores tradicionales, igual ahora no estaríamos hablando de estafados y/o engañados; la caja o el engendro tras el SIP tendría sus problemas igualmente, igual habría sido rescatada, pero el daño a la ciudadanía y todas sus consecuencias (pseudo-arbitraje, escándalos en las calles, apuñalamientos, acosos, posible atasco de la justicia) no se habría producido. Mis padres de 80 años no tendrían ahora problemas para sus cirugías, vivirían cómodos, hasta consumiendo y ayudando a la familia para que no dependiese del paro y a la economía en general al disponer de liquidez...

    Y todavía dicen que esto se arregla formando a la gente. ¡Vamos, hombre! Pónganle el cascabel al gato de una vez, que se lo ha ganado a pulso. Otra muestra: ¿dónde se comercializan los créditos ICO? En esos sitios, ¿qué van a preferir colocar, sus créditos o los del ICO? ¿Qué van a intentar colocar por todos los medios? Pues eso. Unos latigazos a su debido tiempo posiblemente arreglarían algunos desaguisados. Cambien el enfoque, señores.


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