Víctor Alvargonzález, Director de Inversiones de Tressis, SV y autor de “¿Y yo, que hago con mis ahorros?”
“Deja vu” griego: “Que me voy si no me perdonas deuda” “Que no pago, eh, que no pago”. Y en el otro lado de la mesa los “hombres de negro”: “pues te quedas sin ayudas” “vas a ser un paria financiero” “te vas del euro y no vuelves”. En fin:
que mientras Europa siga con su política de subvencionar a Grecia como quien subvenciona un astillero o una mina de carbón, el resultado es siempre el mismo: miedo, volatilidad, nervios y, finalmente, un nuevo parche. Uno piensa a veces que pronto se habría acabado esto con un político como Winston Churchill – o Margaret Thatcher – en el puesto de canciller de Alemania, que es quien corta el bacalao en Europa. Habría tardado cinco minutos en darse cuenta de que si Grecia no es feliz en el euro y los europeos tampoco lo son pagando su cuota ¿por qué no llegar a un acuerdo amistoso y organizar una salida digna y no traumática? Los 240.000 millones de Euros que se le han prestado a Grecia desde 2010 habrían sido colchón suficiente para que esa salida no fuera traumática, y con la ventaja de que sería un único pago. Y si se añade un acuerdo tarifario preferencial, como que sus productos no paguen aranceles por entrar en el mercado europeo durante diez años, ahora, cuatro años después del inicio de la tragedia griega lo más probable es que Grecia, con una moneda ultra competitiva, un colchón financiero y un acuerdo preferencial, fuera un país en mucha mejor situación que tratando de mantenerse en un club que le viene grande. Y Europa se habría quitado un lastre importante.
Pero no vamos a entrar en esa opción. No tiene muchas probabilidades de ocurrir y a los inversores lo que les interesa es que estrategia seguir con sus inversiones europeas en un contexto griego. Porque, además, en esta ocasión la situación es diferente. En ocasiones anteriores no había mucho bueno que esperar de Europa: el BCE lo que le asustaba era la inflación – unos genios -, y la economía europea no tenía nada a favor y casi todo en contra. Pero ahora hay tres factores que no hay que perder de vista antes de lanzarse a “vender Europa” – entera – porque un país que representa el 2% de la misma se vuelva a poner farruco.
Estamos a las puertas de un verdadero estímulo monetario europeo
Ya no hay excusas. Seguirá haciéndose tarde, mal y a rastras, pero hay 1 billón de euros listos para ser canalizados hacia el sistema financiero europeo. Y algo llegará seguro a la economía real (ver “Lo que no hay que hacer si te engancha un caimán”). Y “canalizados” significa que se compraran bonos – y si son corporativos mejor – a mansalva. No venda un bono europeo antes de un QE europeo, hombre. Es como irse del bar cuando uno que ha perdido una apuesta se prepara para invitar a todos a copas.
Nos van a subir el sueldo
La bajada de impuestos que no ha hecho el gobierno nos la ha hecho la OPEP con su política de tratar de cargarse por el expeditivo método del “dumping” a las empresas de “fracking” norteamericanas. Una caída del precio del petróleo de casi un 50% significa que 1,3 billones de dólares pasan de los países productores a los ciudadanos consumidores. Norteamericanos, chinos y, muy especialmente por dependencia energética, europeos y japoneses. No se nota, pero se notará. Concretamente puede representar un 3% de aumento anual de sueldo para el automovilista europeo medio.
Empezamos a ser competitivos
Un 10% de caída del euro frente al dólar no es como para que el consejero delegado de una empresa exportadora europea salga a festejarlo. Pero ya verán que mariscada se toma cuando caiga otro 10% adicional. O más. El BCE se va a tener que poner a fabricar euros como una moto (vean el artículo que mencioné antes para entender por qué) y la Reserva Federal, con una economía norteamericana que va como un Ferrari, tiene que recoger velas. Es decir: menos dólares en el mercado y mejor pagados cuando suban tipos. Por no hablar del efecto alcista sobre el dólar de esa fortaleza económica del país. O de la bajada de costes – desgraciadamente también salariales - que supone el contexto desinflacionista europeo. Vamos a ser más competitivos.
Pese a todo lo anterior, la cruda realidad es que el mercado mira más a Grecia que a todo lo anterior. Cierto. Y Ud. no quiere sufrir hasta ver si tengo razón. Lógico. Pues no se preocupe, que aquí no estamos para sufrir. Haga como con el colesterol. Meta en su cartera colesterol del bueno para compensar el colesterol griego. Y colesterol bueno – no voy a hacer un chiste fácil y malo con el yogur de aquel país – son tanto el dólar como los bonos europeos no griegos, que no sólo compensan el colesterol malo, sino que, cuando baje el malo – bien porque paguemos a los griegos lo que nos pidan, bien porque se busque una solución tipo “más vale una vez rojo que ciento colorao”, tampoco tienen porque bajar. Porque eso es lo bueno de esta simple y sencilla cobertura: el dólar seguirá subiendo cuando acabe este nuevo episodio de la… iba a decir tragedia, pero queda mejor fotonovela, griega, y los bonos, tanto corporativos como soberanos europeos seguirán beneficiándose del error y la tardanza del BCE (ver artículo del “Caimán”).
Y otra cuestión a tener en cuenta en medio del pánico de “se nos va Grecia”: los bonos españoles e italianos ni se han inmutado. Los analistas ya se van dando cuenta que en términos de calidad crediticia la diferencia entre una España y una Grecia es abismal, que aquí nos crujen a impuestos y no decimos ni pio y allí ni los pagan. Y me dirán Uds.: “si, pero políticamente hay similitudes inquietantes”. Sí, los temores por el lado político son reales, pero establecer un paralelismo exacto sería, creo, un error. A poco que se analice la situación se verá que una cosa es que un país se enfrente a un juego de coaliciones - Italia ha estado en esa situación muchísimas veces y España la va a vivir con el fin del bipartidismo – y otra que gane las elecciones un partido como Syriza, que pueda gobernar en solitario o con apoyos puntuales y que dice - teóricamente y en campaña electoral - que no quiere pagar la deuda externa ni aceptar las condiciones de quién le ha dejado el dinero. Puestos a verlo así, es más arriesgada la situación de Francia, por poner un ejemplo, donde Marine Le Pen tienen un gran apoyo electoral y propone directamente salir del euro. ¿Y cómo acaba la sesión bursátil en Francia el día en que se anuncian elecciones anticipadas en Grecia? Sube un 0,51%. ¿Por qué?: porque esto es un “deja vu” y porque esta vez el coche lleva tres amortiguadores: BCE, petróleo y euro “para exportadores”. Claro que sería mejor llevar los cuatro - amortiguadores -, pero comparemos esta con las ocasiones anteriores, cuando no llevábamos ninguno.
¡Feliz salida y entrada de año!