Nadar y guardar la ropa
"Nadar y guardar la ropa" trata sobre acometer una tarea cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo, pero de forma precavida -sin arriesgarlo todo- con el fin de estar a cubierto en caso de que fracase (RAE).
En la expresión, "nadar" simboliza la parte de asumir un riesgo, y "guardar la ropa" simboliza la parte de protegerse frente al riesgo. Sería similar a usar las expresiones "mojarse" y "no mojarse", pero en una misma (sí, suena raro, pero sería como mojarse sin mojarse).
Si jugarse la piel (en inglés, skin in the game) fuera la tarea, ¿qué modo habría de no perderlo todo en caso de que se fracase? Temo que cuando uno se juega la vida y pierde, lo pierde todo.
Para los creyentes en la reencarnación, imagino que sería como volver a la casilla de salida. Para los no creyentes en la reencarnación, si pierdes jugándote la vida: game over.
El cambio constante (e inevitable)
El tiempo pasa, y pasa, y pasa. Y no para. Es constante. Además, el que sea así es inevitable. Es por eso que menciono algo constante e inevitable.
Donde digo tiempo digo cambio. El tiempo, como ya habrás descubierto por ti mismo, es socio inseparable del cambio. ¿Qué conocemos que no cambie con el tiempo? Estoy seguro de que pasarías horas, días, semanas... pensando en ello y te costaría dar con algo que no cambie con el tiempo.
Piensa en cosas tan sencillas, elementales y naturales como la erosión: las costas son castigadas por el agua, las montañas son castigadas por el viento. También el frío y el calor son causa de muchos cambios. He ahí ejemplos de algo constante (y difícilmente inevitable).
Cualquier vegetal o animal, una montaña, una playa, un vehículo, un edificio, una corporación, una cabina telefónica... No se me ocurre ninguna cosa que estando relacionada con su entorno no sea susceptible de ser alterada: por muy inerte, inactiva o pasiva que sea, siempre habrá algo que lo va a cambiar de un modo u otro.
Controlar lo incontrolable, eludir lo ineludible
Muchas cosas mencionadas hasta ahora son difícilmente eludibles -o ineludibles-: la muerte, el paso del tiempo, el cambio, el entorno, la erosión de costas y montañas. Forman parte del sistema en el que estamos atrapados. Cosas sencillas, elementales y naturales. Y totalmente accidentales: nadie lo planificó, sencillamente pasan.
El problema no viene con lo decidido, lo premeditado, sino con lo accidental, lo imprevisto.
Por muchas cosas que controle un complejo panel de control de aeronáutica, no podrá eludir todos los imprevistos.
¿De dónde venía el maldito pájaro? ¿Es que nadie lo vió venir? ¿Por qué nadie dió al botón de Esquivar pájaro que cruza? ¿Cómo que entre tanto botón no hay un botón de Esquivar pájaro que cruza?
Obviamente los controles del avión controlan al avión, pero son incapaces de controlar el entorno.
¿Cómo vamos a controlarlo todo a nuestro alrededor? Imposible. No hay forma de controlarlo todo. Ni si quiera los sistemas más complejos pueden prever, prevenir, eludir ni salir indemnes de todos los riesgos a los que están expuestos.
Además, si ya es difícil muchas veces eludir riesgos previstos, el nivel de protección frente a imprevistos pasa de muy improbable a cerca de sencillamente imposible.
Proteger inversiones frente a imprevistos ineludibles
El techo bajo el que descansan, la cocina donde comen, el salón donde pasa el tiempo juntos: cuando una familia invierte cientos de miles de euros en adquirir lo que es su hogar, no debe ser muy agradable que en un imprevisto las llamas lo consuman todo. Uno pierde la casa, pierde lo invertido en ella... Salvo que los propietarios, los cabeza de familia, los responsables... salvo que alguien decidiera proteger la inversión contratando un seguro: un acuerdo con una compañía aseguradora.
¿Quién iba a prever esto o aquello? ¿Nadie pensó en eso? Las compañías aseguradoras sí. Saben los riesgos que se corren, y ofrecen cierta protección.
Quizás crees que no te va a pasar a ti. Te diría que mucha gente perdió todo lo que tenía porque creía que no le iba a pasar. Siempre le pasa a otros, ¿no? Muy probablemente crees que tienes el control, así que a ti no te va a pasar. Pero... ¿y si sí?
Nadar y guardar la ropa. Correr riesgos y no perderlo todo. En el momento en que adquieres una casa, un automóvil, una empresa, una mascota... adquieres un paquete sorpresa de imprevistos que tarde o temprano podrían acontecer. ¿Vas a poder hacer frente a todos ellos? ¿Tienes cómo respaldarte?
Créeme, es posible nadar y guardar la ropa.