¿Se cae definitivamente España?
La situación en Europa es cada vez más compleja. Más aún lo es en España, una economía sumida en el estancamiento económico en la que ningún plan de ajuste parece suficiente para evitar su colapso. ¿Se viene el rescate de España?
La versión germana del Financial Times afirmaba el pasado viernes que se podría estar preparando el rescate de España para después del verano, versión que ha sido negada (otra alternativa no tenía) por la Comisión Europea. Pero “Cuando el río suena es porque piedras trae”.
Seguramente, los más memoriosos recordarán que cuando la crisis de activos tóxicos comenzó a contagiar al sistema financiero europeo, el sistema financiero español, con una regulación contracíclica, aparecía como un ejemplo a seguir.
Esta regulación contracíclica llevada adelante por el Banco de España, impidió que la bonanza en los mercados financieros mundiales, llenara de activos tóxicos a las hojas de balance de las entidades financieras.
En estos momentos, y a la distancia, se ve con más claridad, que la tan festejada regulación contracíclica no ha resultado ser efectiva. Es que dicha regulación no evitó la toma de posiciones de riesgo excesiva del sistema financiero en el mercado inmobiliario y en el financiamiento del consumo. Esto es más fácil de apreciarlo en estos momentos en que la desocupación supera al 20% de la PEA y en donde el mercado inmobiliario español no logra encontrar su piso.
Sin temor a equivocarme, podría decir que la economía española hace agua por todos lados. Mientras el primer foco de atención de los analistas ha sido el elevado y difícil de controlar déficit fiscal y su consecuente endeudamiento público, la situación del sector privado era quizás tanto o más grave que la observada en las cuentas públicas.
El boom inmobiliario y el boom de consumo que vivieron los españoles han sido a costa de un fuerte aumento en el endeudamiento del sector privado. El jefe de los diputados socialistas, José Antonio Alonso, se alarmaba ante el Parlamento por la gravedad de la situación del sector privado: “Hay que decirlo claramente, tenemos un endeudamiento del sector privado aproximadamente del 178% del PIB, que triplica el del sector público, por tanto el reto es garantizar que el coste de la financiación, fundamentalmente, la del sector privado que es el más endeudado, no ahogue la economía española”.
El dato que más preocupación debería generar es el que deja ver el nivel de endeudamiento conjunto entre el sector público y el privado. Según ABC: “En total, toda la deuda pública y privada supone el 400% del PIB nacional”. Claramente España es un país que está quebrado y que va a requerir de profundas reformas para poder recomponer su situación financiera.
Mientras el portavoz de Asuntos Económicos de la CE, Amadeu Altafaj afirmaba lo siguiente: “Desde la Comisión Europea no tenemos conocimiento de una tal preparación de una petición. Al contrario, creemos que España está tomando todas las medidas necesarias para garantizar la estabilidad financiera, no solamente de España sino también de la eurozona”, con los niveles mencionados de endeudamiento, estas afirmaciones resultan poco creíbles.
En estos tiempos de lamento, el ministro del Fomento, José Blanco, reconocía ante periodistas del diario El País: “Si me pregunta cuál es la autocrítica mayor que puedo hacer de este periodo, es no haber combatido con más determinación la burbuja porque eso sí que probablemente nos hubiese podido evitar algunos problemas que tenemos, sobre todo el endeudamiento privado”.
Rafael Pampillón, economista en el IE Business School en Madrid, dejaba en claro que el problema es aún más grave que el esperado: “El problema es que una parte de la deuda privada está en manos extranjeras”. Según afirmaba McKinsey Global Institute, el 71% de la deuda total española se encontraba en el extranjero hacia el año 2008, que ante la incertidumbre sobre la sostenibilidad de la deuda española, podría decidir no volver a prestar.
Se puede decir que en España se intenta arreglar un problema y se “desarreglan” otros. Por lo menos, esto es lo que puede apreciar con el ajuste fiscal (insuficiente para algunos) implementado por el gobierno de Zapatero, el cual probablemente no logre el objetivo perseguido, y en cambio agrave los riesgos para la banca. Esto es por lo menos, lo que considera Albino Prada, profesor de economía en la universidad de Vigo (noroeste), quien decía al respecto: “Con una tasa del 20% de paro y con un ajuste fiscal (menos gastos públicos, más impuestos), la morosidad en sus pagos es imparable”.
Pero la realidad no da tiempo para parar y lamentarse ya que el sistema financiero español se enfrenta a una morosidad creciente en un contexto en el que el sistema bancario español está sufriendo porque hace ya una semana que la banca europea no presta dinero a las entidades españolas.
La caída de España aparece cada vez más como un hecho inevitable. La economía se encuentra sumida en un círculo vicioso que degrada permanentemente la calidad de los indicadores macroeconómicos. En este contexto, el libro de recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que recomienda el ajuste, resultará ser el peor camino posible. La única alternativa para salvar a España era la opción de cooperación entre todas las economías europeas.
Y si cae España, muchas otras economías europeas temblarán. El efecto contagio no se va a hacer esperar y el impacto en la economía real, tampoco. La Unión Europea deberá redoblar los esfuerzos por sostener un mínimo grado de confianza en la fortaleza economía europea para resistir este momento de crisis y para poder superar el proceso de disciplinamiento fiscal.
En este escenario tan oscuro, el euro se prepara para seguir sufriendo por bastante tiempo. La continuidad del debilitamiento de la moneda de la eurozona es un hecho con altas posibilidades de concretarse. Al menos ello generará una mejora competitiva de las economías de la eurozona que les puede permitir alcanzar un primer impulso para la recuperación económica. La recuperación económica de la eurozona es clave para que tanto la calidad de las carteras de crédito del sistema financiero europeo, y las cuentas fiscales, mejoren. Pero ¿Podrá el impulso externo ser tan potente como para sacar a la eurozona y a toda Europa de la crisis en la que se encuentra?