Sorpresón: España es el país más saneado de la OCDE
Interesante artículo de opinión de Cotizalia (acceder a él para ver los gráficos):
Alertaba ayer Carlos Sánchez sobre cómo la deuda de los países ricos está a su mayor nivel desde 1945, año en que finalizó la Segunda Guerra Mundial. La perspectiva histórica es importante, toda vez que el desmadre actual se ha producido sin contienda bélica que la justifique y, lo que es aún peor, sin una perspectiva de reconstrucción y desarrollo posterior que propicie niveles de crecimiento económico suficientes como para facilitar su repago. Un hecho que refuerza la excepcionalidad de la actual coyuntura y que nos mete en una suerte de agujero negro del que no hay referencias sobre cómo salir. Las matemáticas no engañan y, los que somos acusados de agoreros, tenemos el vicio de usarlas para extraer nuestras conclusiones.
Esta cruel realidad del mundo desarrollado tendrá importantes consecuencias en términos de alteraciones en el equilibrio de fuerzas a escala mundial. No hay que olvidar que para que exista un deudor tiene que haber un acreedor. Y este suele tener la manía de reclamar, antes o después, el dinero dejado en préstamo; que se lo digan si no a los ahora desahuciados. Pues bien, está sucediendo que, al mismo tiempo que las naciones de la OCDE sufren incrementos exponenciales de su endeudamiento, la financiación ajena de los estados emergentes se ha reducido drásticamente: acumulan reservas -escalofriantes los números chinos recién salidos del horno- que son después recicladas, precisamente, en títulos de emisores soberanos asfixiados y/o artificialmente auxiliados por sus bancos centrales. Cuando se pongan la chistera de cobrador del frac, las ‘lanzas’ de la alabanza por su apoyo se pueden tornar en sangrantes ‘podaderas’. Adiós, Occidente, adiós.
Desde este punto de vista resulta aún más interesante que el cuadro del Fondo Monetario Internacional aportado por Carlos en su post, este otro de Blackrock que recoge Niels Jensen en su última carta a los inversores como responsable de Absolute Return Partners LLP. Una misiva de imprescindible lectura en su totalidad, por cierto. El chart revela el porcentaje agregado de deuda sobre PIB de uno y otro grupo de países a lo largo del último siglo y medio. Estamos, como ven, en territorio inexplorado en tiempo de paz. Si la crisis se prolonga y los desequilibrios se agudizan, parece inevitable la materialización de un cambio en el eje de la economía global hacia las nuevas potencias. Como diría Alfonso Guerra, a este paso a este mundo no lo va a reconocer en pocos años "ni la madre que lo parió".
Vayamos un pasito más allá. Hay deuda, no hay crecimiento y esto puede provocar un giro en la hegemonía planetaria. Ya saben, la tercera guerra mundial, hemos escrito aquí alguna vez, será financiera o no será. El hombre es lobo para el hombre, pero no tan gilcandil como para apretar un botoncito que le deje en un recuerdo. Aun así, se queda el miedo metido en el cuerpo, sobre todo por la aparente falta de soluciones más allá de una hiperinflación ruinosa para los que carezcan de activos reales o de un estigmatizante default colectivo, reconocimiento de la ruina colectiva. Pues no se vayan todavía, que aún hay más. Resulta que los datos oficiales de las responsabilidades financieras de buena parte de los miembros de la OCDE son sólo la punta del iceberg de sus verdaderos compromisos de pago, al no incluir las contingencias derivadas de pensiones, programas de dependencia y similares. Glaps.
¿Cuánto suponen las mismas? De la mano del propio Jensen, que esta vez vampiriza el gráfico a los estrategas de Societe Generale, les invito a recrearse en las cifras, clavadas a las que publicamos en Valor Añadido en noviembre de 2011. Desde este punto de vista, España tendría un problema de financiación pública, cierto, pero muy inferior al de naciones como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia. De hecho, esta estadística supone una preocupante equiparación por arriba entre todos los estados de la Eurozona, locomotoras y laggards. Para bien o para mal. No en vano, si los problemas recaudatorios de nuestro país se extendieran al vecino del norte se habrá creado una condición más para que se produzca ese estallido del grisú de la mina europea que es la Galia, como definimos su situación la semana pasada.
Nuestro problema, como se puede ver en el post de noviembre al que antes hacía referencia, se ve agravado por lo adeudado por particulares y empresas, que aún supone un 213’5% del PIB, sólo un 15% por debajo de los niveles a los que se encontraba al inicio de la crisis. La propia Comisión Europea establece el umbral del 160% para que nuestra economía pueda salir del grupo de sometidos al procedimiento por desequilibrios publicado ayer. Nos quedaría un largo recorrido por delante que sólo pasa por la contención en el gasto y el repago de lo adeudado, algo esto último desincentivado en muchos casos por el entorno de bajos tipos de interés hipotecarios. Pero no queda otra.
Volviendo al cuadro anterior, a la precaria situación real de las finanzas de países que no hacen sino apretar a los demás y sacar pecho, se derivan de él varias conclusiones: la insostenibilidad de las finanzas públicas no es patrimonio de los PIIGS, sino que afecta también a naciones aparentemente saneadas; que se encuentran en riesgo de poder hacer frente a los derechos adquiridos por sus ciudadanos pero sin que sus políticos puedan contar con la excusa de la presión exterior; lo cual puede afectar a su cohesión social de manera inesperada, sin previo aviso, ya pueden ir apuntando este cisne negro; salvo que lleven a cabo una reforma de los respectivos sistemas de pensiones que ahonde en cuestiones como las prestaciones, cómputo de la cotización y edad de retiro; o lleven a cabo agresivas políticas inmigratorias y/o de fomento de la natalidad; o consigan reconciliar pago de impuestos con utilidad pública de modo tal que se legitime de este modo un aumento de los primeros al estilo nórdico para pagar la fiesta. Si no, mal vamos; mal van.
Aquí, ya ven, el que no se consuela es porque no quiere.
Buen fin de semana a todos.